En 1945, la Unión de Rugby del Río de la Plata, antecesora de la Unión Argentina de Rugby, organizó el primer Campeonato Argentino, torneo hoy extinto. El objetivo era difundir el juego en el interior del país y forjar lazos ovalados en todo el territorio. La idea consistía en que fuera disputado por uniones provinciales, pero de este primer ensayo también participaron clubes (incluso uno uruguayo, el Montevideo Cricket Club que, según el Museo del Rugby de Twickenham, fue el primer club de rugby no británico del mundo).

Dado que por aquellos años el poderío del rugby estaba centralizado en Buenos Aires, para el Campeonato Argentino se presentaron dos combinados: Capital, con jugadores de la ciudad propiamente dicha; y Provincia, con elementos provenientes de los clubes suburbanos. Estos dos equipos se repartieron los títulos hasta 1961, cuando se fusionaron y comenzaron a participar como «Buenos Aires». Pero, además, ese fue el año en que una pequeña unión del interior, la de la balnearia ciudad de Mar del Plata, rompió con la hegemonía porteña y se coronó campeona al vencer a Rosario en la final por 16 a 6.

Los campeones del 61, reunidos en un homenaje de la Unión de Rugby de Mar del Plata.

Mar del Plata se encuentra a 400 kilómetros al sur de la capital y hoy tiene más de 800.000 habitantes. Fue fundada en 1874 a orillas del Atlántico y en poco tiempo se convirtió en la villa turística de la aristocracia agro-ganadera de Buenos Aires. Sus grandes mansiones de veraneo, a puro pintoresquismo y art decó, le dieron el mote de «la Biarritz argentina». Hoy, además de ser el mayor centro turístico del país, posee un importante puerto pesquero. Los primeros trabajadores portuarios, inmigrantes europeos en su mayoría, abrazaron rápidamente el fútbol, pero el rugby tardaría un poco más en llegar.

La primera institución ovalada de la ciudad, Mar del Plata Rugby Club, recién nacería en 1944. Siete años después se fundó la Unión de Rugby local; y se eligió como símbolo un trébol de cuatro hojas con los colores rojo, verde, celeste y azul de los equipos fundadores: Mar del Plata RC, Comercial, Nacional, Industrial y Biguá. Hoy son 19 los clubes de la ciudad y localidades cercanas que disputan año a año las competencias en estas playas.

Lomu, con los All Blacks en Mar del Plata.

Varios jugadores marplatenses vistieron la camiseta de Los Pumas. Entre los más destacados está Buenaventura Mínguez, octavo con 12 test matches, entre ellos el célebre triunfo ante Australia en Brisbane en 1983, en el que marcó un ensayo en el que fue la primera victoria argentina como visitante ante una potencia. Mauricio Reggiardo, baluarte de la primera línea en el Mundial ’99, fue primero figura del club Pueyrredón. En Los Pumas de hoy, la Unión de Rugby de Mar del Plata está representada por Nahuel Tetaz Chaparro y Rodrigo Bruni. También nació aquí Jeremías Palumbo, apertura con tres caps con la selección española.

En 2001, el Estadio Mundialista de Mar del Plata fue testigo de la potencia de Jonah Lomu ante los australianos en la final de la Copa del Mundo de Rugby 7. Pero hoy traemos un episodio que sucedió medio siglo antes, en el partido de semifinales del Campeonato Argentino de 1961, cuando Mar del Plata contaba con 200.000 habitantes y apenas un puñadito de clubes. Una historia de un rugby en blanco y negro que parece muy distinto al que vemos hoy por televisión, pero que implicaba cosas que aún hoy son innegociables: el amor por la camiseta y la entrega por el equipo.

Mar del Plata recibía al seleccionado de Cuyo en su cancha del Parque Camet, con un imponente marco de 2.000 personas en el público. Camiseta blanca con el trébol de cuatro hojas en el pecho para los locales; de azul, celeste y rojo los visitantes. Apenas iban 10 minutos del encuentro cuando Luis Prieto, centro marplatense, se arrojó al suelo a bloquear un dribbling. Hizo tiempo a tocar la pelota pero no pudo evitar la patada del rival, que le produjo un profundo corte en la cabeza.

Recordemos que estamos en 1961: no hay cambios. El doctor Néstor Reales cargó a Prieto en su auto particular y lo llevó a la clínica Central, a unos siete kilómetros. Su equipo quedó con 14: el mismo número de los puntos de sutura que recibió Prieto en su cuero cabelludo.

Con 14 puntos de sutura en la cabeza, Prieto saltó de la camilla y se escapó del hospital mientras las enfermeras lo perseguían a gritos. Se subió a un taxi vacío y pidió que lo llevara de nuevo al campo de rugby para acabar el partido

Tras la intervención, lo dejaron solo, vestido de jugador y con los botines a un lado. No dudó un instante sobre lo que tenía que hacer: «Me bajé de la camilla, agarré los zapatos y salí, fue un acto instintivo… mientras, la enfermera me perseguía a los gritos».

Todas las grandes historias necesitan de un pequeño hecho bisagra que convierte lo inverosímil en realidad. Algunos le llamarán milagro, otros destino, otros casualidad. Como sea, la cosa es que a la salida de la clínica había un taxi vacío, algo raro para la época. Nuestro héroe se subió rápidamente e indicó: «Al Parque Camet, por favor».

Llegó a la cancha con su camiseta ensangrentada y su ímpetu intacto. Sus compañeros lo necesitaban: en su ausencia, iban perdiendo 11 a 3. El árbitro le permitió reingresar y Prieto participó de la cinematográfica remontada de su equipo. Tras ir abajo en el marcador durante todo el partido, «El Trébol» pudo empatar con un agónico ensayo del «Potrillo» Sastre, que también se encargó de la esquinada conversión. ¿Y ahora? Tiempos extra de diez minutos, hasta que se produjera la primera alteración en el tanteador.

Lo que siguió fue extenuante. Los rivales se sacaban chispas y ninguno podía marcar la diferencia. Recién en el cuarto tiempo suplementario, a los 113 minutos de juego, Mar del Plata obtuvo la victoria a través de un ensayo del ala Carlos Marenco, benjamín del equipo con sus 18 años. 14 a 11 y «El Trébol» estaba clasificado a la final del Campeonato Argentino.

Llegó al campo con la camiseta ensangrentada y participó en la remontada épica de su equipo: mientras los demás celebraban el pase a la final, a Prieto se lo lo volvieron a llevar los médicos para tenerlo 24 horas en observación

Hubo festejo para todos, menos para Luis Prieto: esta vez no pudo escapar de los médicos y tuvo que volver a la clínica para pasar 24 horas en observación. Ya habría tiempo unos días más tarde para celebrar la obtención del campeonato frente a Rosario que, aunque ellos no lo supieran en aquel momento, sería el único en las vitrinas de la unión marplatense.

Como no podía ser de otra manera, este grupo de jugadores siguió vinculado al rugby y muchos de ellos fueron prominentes dirigentes de sus clubes y de la Unión. Prieto, por su parte, entrenó durante 23 años al seleccionado de Mar del Plata, intentando repetir la hazaña por la que dejó todo – todo – en la cancha.