
En las fértiles pampas argentinas estamos esperando que la primavera traiga consigo un regreso de la vida a los clubes, cerrados durante los meses de confinamiento. Durante este tiempo, fue la plataforma Zoom la que hizo las veces de verde césped, para que los jugadores se encuentren, compartan y se entrenen, cada quien en la seguridad de su casa. Pero también sirve como sucedáneo para las reuniones de veteranos: rugbiers canosos de todas las épocas (a veces, con ayuda de sus nietos) participan de reuniones virtuales para reencontrarse y volver a contar las viejas anécdotas de siempre.
Es que, mientras sigamos encerrados, no podremos vivir nuevas aventuras en la cancha. Debemos contentarnos con las historias del pasado, como la del único argentino que jugó en la selección de Inglaterra. Un caso de lo más notable. Dado el origen anglosajón del rugby argentino, muchos jugadores británicos vistieron la camiseta celeste y blanca, especialmente en los inicios. Pero al revés, sólo uno: William Barry Holmes.
Bueno, sí. Es cierto. Tenía un apellido como para encajar en la lejana Albión. Pero había nacido en Buenos Aires en el día de Reyes de 1928, en una familia acomodada que lo envió al exclusivo St George’s College. Allí fue un destacado alumno y un talentoso para los deportes. Brilló en cricket, atletismo, fútbol y, por supuesto, rugby. Jugó en el First XV escolar y debutó tempranamente en Old Georgian, el club del colegio. Pero no duró mucho, porque armó las maletas (o el baúl, más adecuado en esa época) y se fue a estudiar agronomía a Cambridge.
Recaló en el Queens’ College y de nuevo destacó con el oval por su solidez y su potente patada. Jugó como ala en el Varsity Match de 1947 y al año siguiente fue visitante en su tierra, cuando viajó como parte del equipo de Oxford-Cambridge. Compartió equipo con figuras como John Kendall-Carpenter, presidente de la RFU en los ochenta y del comité organizador de la primera Copa del Mundo. Holmes jugó siete de los nueve partidos de la gira, incluyendo las dos victorias ante el seleccionado argentino.
En diciembre de 1948 volvió a llevar el león rojo de Cambridge en el pecho en el desafío anual frente a Oxford. Esta vez como zaguero, con el número 1 en la espalda. Su equipo perdió, pero su convincente actuación lo llevó a ser convocado para un trial de la selección inglesa, que buscaba armarse para el Cinco Naciones del año siguiente. En medio de eso, se puso la preciada camiseta de Barbarians para el clásico partido ante Leicester, una fija en el calendario hasta que en 2006 el profesionalismo no le dejó espacio. William brilló con los Baa-Baas y, tras una última prueba, fue confirmado como pieza del equipo de Inglaterra. Un fin de año extenuante.
Tras disputar dos ‘Varsity matches’ frente a Oxford y participar en la gira conjunta de ambas universidades por Argentina, Holmes se convirtió en leyenda en 1949: jugó el Cinco Naciones con Inglaterra, vistió la camiseta albiceleste y murió con sólo 21 años
A partir de 1949, el drop pasó de valer cuatro puntos a sumar tres. Pero también sería este el año más intenso de la vida del argentino William Barry Holmes. A mediados de enero, debutó con el XV de la Rosa en el inicio del Cinco Naciones, ante Gales en el viejo Arms Park. Inglaterra tenía un equipo joven y fresco, con nueve novatos que ganaban su primer cap, y cayó por 9 a 6 ante El Dragón.
Siguió otra derrota ante el a la postre campeón Irlanda en Lansdowne Road, y victorias como local frente a Francia y Escocia. William fue el zaguero del equipo inglés en todos los partidos y aportó cuatro puntos, fruto de dos conversiones ante irlandeses y franceses. Terminado el Cinco Naciones, fue convocado nuevamente para jugar con Barbarians la gira de Pascua por el sur galés. Se enfrentó a East Midlands, Cardiff, Swansea y Newport y marcó 16 puntos.
Ya graduado, llegó el momento de regresar a casa. Desembarcó en Buenos Aires y comenzó a trabajar en una tabacalera. Un par de partidos con Old Georgian le alcanzaron para ser convocado a la selección argentina, que todavía no se llamaba Los Pumas, para recibir por primera vez una visita oficial del seleccionado francés.
Cuando a fines de agosto ambos equipos se dieron cita en el estadio de Gimnasia y Esgrima para el primer test de la gira, los franceses reconocieron al fullback argentino, a quien habían enfrentado pocos meses antes en Twickenham, pero jugando para Inglaterra. El inicio del partido se demoró un poco por los reclamos del capitán Guy Basquet, tercera de Agen, hasta que pareció quedar satisfecho con las explicaciones sobre el origen de Barry Holmes. De todos modos, la experiencia europea del zaguero albiceleste no fue suficiente, porque Francia ganó 5 a 0 el primer partido y 12 a 3 el segundo.
Dijimos que 1949 había sido el año más intenso de la vida de William Barry Holmes. También fue el último. En noviembre se casó con su novia Maureen y se mudaron a la norteña ciudad de Salta, trasladado por la empresa en la que trabajaba. Llevaba apenas una semana de casado cuando acusó dolores en el cuerpo y una temperatura altísima. El diagnóstico llegó tarde: fiebre tifoidea. Ya no había nada que hacer. Tenía sólo 21 años. Un desgarrador final llorado a ambos lados del Atlántico. Terminaba la breve pero apasionante vida de este destacado joven, el único hombre de la historia que jugó al rugby para Inglaterra y para Argentina.