Teníamos asumido que el maratón de rugby del pasado sábado iba a ser duro. Porque la cosa empezaba pronto, con un primer partido bien temprano, en un horario que solo podríamos afrontar gracias a la mecánica asistencia de la máquina de Nespresso. Para centrarse hubo que hacerle un par de quiebros al hambriento Labrador y asumir que, por más que quisiéramos, nos íbamos a parecer más a George Formby que a George Clooney. Yo, no el perro.

Para comenzar el día, fundido general a negro: los All Blacks, el café solo y el Labrador. Negros todos como el ojo de Remi Grosso después del accidente de circulación que sufriera la semana anterior contra Tu’ungafasi. Mirándolos en la televisión, los franceses tenían a esa hora el aspecto descuidado de alguien que no ha dormido todo lo que debería. Exactamente lo mismo que me ocurría a mí. Por desgracia, ellos no contaban con una maquinita de café a mano. Aunque igual les vendría bien: ahí queda la idea para el equipo de preparadores físicos de los Bleus.

Buen momento para concederle a mi asistente de cuatro patas un bonio, una de esas convenientes galletitas con las que se pretende engañar a los estómagos avisados de los canes. Un bonio no es algo que uno recomendaría tomar a los tres cuartos franceses; quizás algo más adecuado sería para su primera línea. Seguro que ellos lo agradecían. Seguro. Aunque, la verdad, con un talonador apellidado Chat, a lo mejor lo suyo sería la comida para gatos.

El Labrador aficionado al rugby, durante un partido del 6N.

En fin, que Francia daba la impresión de haberse olvidado de desayunar. Y además, alimentó a los All Blacks con ese duelo aéreo del que resultó la roja a Benjamin Fall… Y, sin embargo, sería precisamente con catorce jugadores cuando Francia por fin dio la impresión de poner toda la carne en el partido. Un esfuerzo repleto de orgullo que les complicó mucho la vida a los hombres de negro.

Tres cafés y dos galletas más tarde, el bicho y yo ya corríamos el peligro de hacer cima demasiado pronto: aún nos quedaban por delante tres partidos que ver. Para el Argentina-Gales, que por razón natural era el partido que más nos interesaba, todavía nos quedaban diez horas por delante que negociar. Al ritmo que íbamos estábamos en una media de tomarnos 30 cafés y 20 bonios. Un exceso para cualquier hombre. Incluso para un perro.

Por suerte, había un par de pausas de tres horas entre el Australia-Irlanda y el Sudáfrica-Inglaterra, antes de afrontar el choque que cerraría la jornada. Tiempo suficiente para hidratarnos como es debido, lanzar algunos palos para que el Labrador estirase los músculos y tal vez para un refrescante baño en el estanque cercano. Ojalá el perro me hubiera acompañado.

De camino a las antípodas para ver el Australia v Irlanda, el mejor amigo del hombre también se puso boca abajo y procedió a sus propias abluciones, con esa elasticidad anatómica tan envidiable que exhiben los perros en estos casos. Un ejercicio de habilidad impresionante… casi tanto como el juego a la mano de los irlandeses en Melbourne.

Ya en el tercer partido del día, mientras los Springboks tomaban el mando, nuestro amigo de cuatro patas empezó a dispersarse y perder interés en el juego. Un poco como la defensa del equipo de Eddie Jones, que también parecía andar pendiente de otras cosas en lugar de perseguir a esa liebre llamada Faf de Klerk.

El caso… para cuando quise darme cuenta el chucho trataba de pescar una lata de Royal Canine entrando por el lateral del armario. Como hace cualquier Labrador All Black que se precie.

Faf de Klerk, contra su homólogo inglés, Ben Youngs.

A la hora de ver a los Pumas contra Gales, el pobre ya se había rendido. No le quedaban fuerzas para afrontar ese ultimo partido. Uno aguantaba con más enjundia porque nos habíamos provisto de nuestro batido de proteínas, siempre a mano en estos casos. Bueno… vale: puede que la Peroni no sea exactamente un batido de proteínas pero, qué demonios. Es un alimento bien completo.

Como decíamos, el encuentro en Argentina ya le sobraba al bicho. Y fue una pena, porque se perdió la ocasión de ver cómo esta rejuvenecida selección de Gales se imponía a los Pumas y, con un segundo triunfo, se apuntaba la victoria en la serie. A pesar de los problemas del equipo del ya dimitido Hourcade, ha sido una gira muy convicente por parte de los chicos de rojo.

En resumen… no estoy en condiciones de asegurar que mi perro y yo podamos aguantar muchos sábados como éste. Y menos a estas alturas del año, con el verano ya en ciernes. Creo que hasta George Clooney tendría problemas para mantenerse en pie a pesar de que los cafés le salen a buen precio. Lo peor no es eso… lo peor es que el próximo sábado toca otra vez lo mismo.

Qué vida más perra…