Estimado lector:

Permítame confesar que casi sucumbo a la tentación de tomar prestado el texto publicado hace un año, cambiarle unos cuantos nombres y presentárselo de nuevo, con el fin de ahorrarme el esfuerzo que supone intentar resumir 18 días de intensa competición en unas líneas que siempre dejarán fuera bastante más de lo que incluyen.

El Mundial M20 de 2019 se puede resumir de muchas formas. La primera de ellas nos sitúa -de nuevo- en 2018 con Francia como Campeón del Mundo con Jonathan Joseph y Louis Carbonel como figuras más destacadas. Se trata -efectivamente- de un dèjá vu, un viaje en el espacio/tiempo que permite confirmar lo que decíamos tras el Mundial 2018: hay vida en las categorías inferiores del rugby francés, el desafío pasa por conseguir que todos esos jugadores sean relevantes en sus clubes y en la selección absoluta.

Demba Bamba y Romain Ntamack han dado el salto desde el Mundial M20 2018 a la convocatoria para el Mundial 2019. Resulta sorprendente por motivos distintos en ambos casos: el pilier ha sido jugador de Pro D2 (Brive) durante la temporada 2018-19 y el tres cuartos ha tenido una relevancia menor y menguante en la exitosa temporada de Stade Toulousain. Francia y su universo paralelo…

Entre las mejores noticias del torneo disputado en Argentina está la confirmación de la buena hornada de jugadores que tiene Australia en la cantera: el 5º puesto en 2018 había abierto la puerta a las esperanzas y el subcampeonato de 2019 las ha confirmado. Tres de los jugadores que más han llamado la atención del público durante los 18 días de competición han sido Lachlan Lonergan (talonador), Fraser McReight (7) e Isaac Lucas (15).

Tres casos cargados de simbolismo: Australia ha tenido serios problemas en el puesto de 2 en los últimos años. El final de la carrera de Stephen Moore había dejado un vacío que se ha convertido en ilusión durante los últimos meses debido a la irrupción fulgurante de Folau Fainga’a y el propio Lonergan, dos talonadores de clarísima vocación y habilidad en el juego ofensivo, que han permitido dejar de mirar con envidia al resto de selecciones de primer nivel.

McReight, Lonergan y Lucas han llamado la atención en el equipo australiano: tres apariciones cargadas de simbolismo: un sosias de Michael Hooper en el 7, un talonador y un zaguero… estas últimas posiciones huérfanas en los Wallabies en los últimos tiempos

El caso de Fraser McReight (presente ya en 2018) ha sido el de la confirmación de que Australia tiene un nuevo 7 y capitán en condiciones de continuar la línea de trabajo de Michael Hooper. El año de la retirada de George Smith es el año del paso al frente de McReight. Mientras, Isaac Lucas ha sido el mejor zaguero del Mundial 2019: el menor de ua saga de cuatro hermanos jugadores de rugby. Lucas ha dado un paso adelante en el año más traumático para el puesto de zaguero en Australia en mucho tiempo. Profunda carga simbólica.

También hay motivos para el optimismo en Sudáfrica: Van der Mescht, Richardson, Hendrikse, Pretorius… El caso de los dos primeros es el paradigma del rugby sudafricano: un segunda que pega y corre como si no hubiera mañana y un flanker que convierte el suelo en un campo minado el cual nadie se mueve cuando él está cerca.

Lo de Hendrikse es más complicado: un 9 hiperactivo con gran presencia ofensiva y que patea a palos (sí, tiene similitudes con alguien muy conocido) pero cuyo trabajo defensivo y toma de decisiones tienen mucho por pulir. Pretorius es una mezcla entre Damian de Allende y André Esterhuizen: un primer centro grande y con una lectura de juego que le permite generar ventajas, perfil muy reconocible entre los jugadores que ocupan su puesto en los actuales Springboks.

Si hablamos de jugadores de futuro y del salto de la categoría M20 a la absoluta, Argentina tiene una cantidad interesante de candidatos a aparecer en Jaguares/Jaguares XV/Pumas a corto-medio plazo: Minervino, Gallo, Pedemonte, De la Vega Mendía, Isgro, Mateo Carreras, Mendy. Dos pilares, un octavo, un 10, dos alas eléctricos que recuerdan a Cancelliere y a Santiago Carreras (figura en la edición 2018 del campeonato), un zaguero con enorme capacidad para el desequilibrio desde el fondo… El modelo argentino está en un momento álgido de producción de jugadores de forma continuada y cuyas características no pasan inadvertidas para el observador acostumbrado.

La edición de 2019 será recordada (tal vez sea un exceso de optimismo por parte del autor) por el séptimo puesto final de Nueva Zelanda en el campeonato. Los All Blacks en miniatura nunca habían bajado de la quinta plaza en los 11 años de historia del torneo y nunca habían provocado semejante sensación de indiferencia entre los seguidores del campeonato.

La ausencia de Nueva Zelanda e Inglaterra de la lucha por el podio resulta sorprendente y poco habitual: en un torneo de cinco partidos en 18 días ninguna selección tiene asegurada la competitividad por grande que sea su base de jugadores

Algo similar ha sucedido con Inglaterra. Su ausencia en semifinales es un hecho excepcional (es la segunda ocasión en la que sucede) y demuestra que ningún país tiene asegurada la competitividad todos los años, por muy grande que sea la base de jugadores con la que cuenta.

También resulta llamativo el caso de Irlanda, Grand Slam en el 6 Naciones M20 2019 y octavo puesto final (por delante de Italia, Georgia, Fiji y Escocia) en el Mundial. Hablando de Escocia, los caledonios se han convertido en la primera selección Tier 1 en descender al Championship en categoría M20.

18 días, cinco partidos por selección… Intentar resumir y explicar esto es una tarea muy complicada. Con lo fácil que habría resultado recuperar el texto publicado en 2018 y cambiarle algunos nombres -estimado lector- para explicarle de nuevo que el nivel del campeonato no ha sido especialmente brillante; que se ha producido una igualdad a la baja en el nivel de los equipos; o que ha habido muchísima emoción (sirva como ejemplo que Francia estaba fuera de las semifinales en el minuto 78 del partido que enfrentaba a Sudáfrica vs Nueva Zelanda, que fueron los Junior Springboks los que clasificaron a los europeos para la lucha por el título y que Francia les pagó el favor eliminándolos en esa semifinal en la que se encontraron) e igualdad: Los Pumitas (4º clasificado) han ganado tantos partidos como Italia (9º).

Es recomendable recordar -por último- que el verdadero objetivo de este tipo de torneos (en cualquier disciplina deportiva) es crear un escenario competitivo de máxima exigencia para jugadores jóvenes, de cara a su paso al profesionalismo. De poco sirve ganar el Mundial M20 si no se consigue que los protagonistas den el salto y se conviertan en opciones reales de futuro a corto/medio plazo.