El Obesus Primum es una de las figuras más reconocibles e icónicas en el rugby. Derivado al castellano actual con el calificativo de ‘primera línea’ podemos encontrar ejemplares de este espécimen levantando los bares de todo el país cerveza en mano, o en los grandes mesones castellanos en los que todavía permiten comer cabritillos enteros con las manos. Cuentan algunas leyendas nórdicas que una vez coincidiendo con un eclipse de luna se vio a un primera en un gimnasio. He creído conveniente, dado el alto grado de empirismo de este artículo, desestimar este tipo de habladurías que no pueden más que manchar el buen nombre de los primeras.

Hubo un tiempo en que este tipo de jugador poblaba las canchas de rugby, llegando a ser los ocho delanteros un mero derivado de esta misma especie. Por desgracia en nuestros tiempos la población de Obesus Primum ha descendido considerablemente, viéndose abocados inexorablemente a ocupar las únicas posiciones en las que se sigue practicando rugby de verdad, rugby de mamporros, empuje, de mirar a tu rival a los ojos a un centímetro de distancia mientras ves como el sudor perlado se le congela en la cara. Rugby de ese en el que puedes oler el sudor y el miedo del rival a partes iguales, en el que pierdes de vista cuáles son tus propios pies en los maules. Rugby de ruck sobre ruck. Ese es el verdadero y único hábitat de un PRIMERA LÍNEA.

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La primera línea se compone de 3 jugadores. El talonador, con más tetas que piernas y más fácil de saltar que de rodear, es el cerebro del trío. Dirige la melé (la única fase del juego que en realidad les importa), saca la touch y es el más rápido y avispado de los tres. Mientras tanto los dos pilieres asienten obedientes a todas sus órdenes, aunque históricamente nunca un pilier ha hecho caso a una directriz recibida. Esto se debe a la atracción irracional que ejercen sobre ellos las agrupaciones de gente. Nunca intentes que un pilier te escuche si hay un ruck cerca. Ya ni hablamos de lo que pasa cuando huele un maul.

Sin embargo hay una característica común entre estos tres individuos que los diferencia más que ninguna otra. Esto es el proceso de hipnosis cerebral que se produce en sus hemisferios derechos al ver a menos de 5 metros la línea de ensayo contraria. En el momento en que sus retinas captan esta imagen los primeras líneas son incapaces de pasar el balón y tenderán indefectiblemente a estamparse contra la defensa enemiga cuantas veces sean necesarias con tal de conseguir el afamado premio del ensayo. Como nota especial para los aperturas me veo obligada a decir que un primera siempre oye tus gritos desesperados de ‘ábre el balón’. También te diré que es inútil intentarlo, esta en su ADN.

Durante años los primeras han intentado resistirse a la evolución, pero la llegada del rugby profesional ha traído consigo una proliferación de subespecies del Obesus Primum que sería injusto no citar.

  • Sexy Primum: (lat.) primera sexy: son aquellos primeras que avergüenzan a la especie musculándose, perdiendo su característica barriga cervecera y teniendo pelazo. Una aberración.
  • Magnus Primum: (lat.) primera alto: los científicos todavía siguen investigando la llegada de este espécimen capaz de camuflarse como uno más en un entorno de 1,60m de altura.

Como consideración final, es importante no dejarse engañar por el aspecto grande y bonachón de un primera línea. Puede volarte un brazo de un manotazo y en ocasiones se ha visto a algunos correr hasta desbordar zagueros y ensayar. Tened cuidado, porque un primera siempre te puede sorprender.