Seguimos expectantes a la espera de saber si España va al Mundial de Rugby 2019, conserva opciones de repesca o tiene que enfocar sus esfuerzos hacia 2023. Tras el esperpento de Bruselas la polémica ha invadido Rugby Europe, teniendo que entrar World Rugby a limpiar el estropicio. Primero por toda la polémica arbitral en torno al Bélgica-España. Luego por los numerosos rumores de alineaciones indebidas. Y, como todo en esta época de redes sociales, se han propagado bastantes medias verdades que buena parte del mundillo del rugby español ha dado por sentadas. Este artículo busca, si no desmentirlas, sí aclararlas.

 

World Rugby ha admitido que hubo un mal arbitraje en Bruselas

Pocos aficionados españoles creerán que el arbitraje de Vlad Iordachescu con motivo del Bélgica-España estuvo acertado. Es más, incluso miembros de la tripleta arbitral conceden abiertamente que no fue su mejor día. Pero en España se ha tomado por verdad absoluta que la intención inicial de World Rugby de repetir el partido es una admisión de que el arbitraje fue malo, si no directamente corrupto. Nada más lejos de la realidad.

Tanto la protesta formal de la Federación Española de Rugby como el veredicto de World Rugby a este respecto se refieren única y exclusivamente al modo en que Rugby Europe gestionó la petición de la FER de cambiar la designación arbitral para el Bélgica-España, dada la victoria española sobre Rumanía y el hecho de que los Leones se pudieran jugar el último partido con árbitros del país con el que estaban en pugna por la plaza directa al Mundial.

World Rugby lo que ha admitido es que la mujer del César no sólo debe serlo sino también parecerlo. No da buena imagen que la misma semana en que cambiaron un árbitro del Inglaterra-Irlanda después de colaborar en un entrenamiento inglés, Rugby Europe se desentendiera de un claro conflicto de interés que además afectaba al bien más preciado de World Rugby, el Mundial. Que con sólo rascar la superficie World Rugby además se haya encontrado con una federación europea tan arcaica en su modo de funcionamiento como siempre, y en la que no hay cauces establecidos para tratar una petición como la que realizó la FER con antelación, sólo deja sentenciada la carrera de algunos altos cargos de Rugby Europe.

Los Leones, a la finalización del partido en el Pequeño Heysel de Bruselas.

El presidente de Rugby Europe posee los derechos televisivos del Mundial en Rumanía

Esta es probablemente una de las afirmaciones más grotescas de cuantas han ido moviéndose por los principales canales de información de la esfera rugbística en España. No hay ninguna prueba de que Octavian Morariu (presidente de Rugby Europe) o Alin Petrache (presidente de la Federación Rumana de Rugby) posean los derechos televisivos del Mundial de Rugby 2019.

Lo que sí surgió a través de la prensa rumana fueron papeles que desvelaban la existencia de una sociedad (Oval Broadcasting Holding Limited, posteriormente Rugby Europe Enterprises) a nombre de Octavian Morariu y José María Epalza, antiguo tesorero de Rugby Europe, registrada en Malta y cuya actividad era la gestión y comercialización de los derechos televisivos de la federación europea.

De estos a los del Mundial de Rugby, la gran gallina de los huevos de oro, hay un mundo. Basta con echar un vistazo al escaso valor de las acciones de esa sociedad: a nombre de Morariu había una de 3.500 por valor de 44 euros en el momento en que Gazeta Sporturilor destapó el entramado e interrogó al presidente de Rugby Europe al respecto.

Las selecciones sub 20 no bloquean

Algo de verdad hay en ello. Las selecciones sub 20 per se no bloquean. Lo hacen los segundos equipos senior oficialmente registrados ante World Rugby. Estos se pueden comprobar en la web de la federación internacional año a año desde el 2000, cuando se intentó poner orden a las nacionalizaciones de jugadores. Hasta entonces no era raro ver a jugadores defender tres y hasta cuatro camisetas distintas a lo largo de su carrera internacional. Sin embargo hasta este año se permitía que las federaciones inscribieran su equipo sub 20 como ese segundo equipo oficial.

La condición principal para que los jugadores queden bloqueados era que estos jueguen un partido en el que los dos equipos estén registrados como equipos oficiales ante World Rugby. Y en el caso de la categoría sub 20, son pocas las selecciones que tenían equipos en esa situación (principalmente Francia y Gales). En 2018 ha cambiado la normativa y World Rugby ha dejado de aceptar equipos sub 20 como segundos equipos para mayor claridad reglamentaria, pero la decisión no tiene efectos retroactivos.

Los Tier 1 hacen lo mismo que España

Por supuesto que hacen lo mismo… pero siendo mucho más escrupulosos con la normativa. Desde que surgieron sospechas en torno a Mathieu Bélie y Bastien Fuster no han cesado de aparecer nombres de jugadores que cambiaron de nacionalidad entre sus etapas sub 20 y senior. Los más célebres suelen ser C. J. Stander, Ross Moriarty y Gareth Anscombe. Pero hay que puntualizar que ninguno de ellos jugó para una selección sub 20 inscrita como segundo equipo oficial ante World Rugby. Por lo tanto no estaban bloqueados.

También han aparecido los nombres de James Loxton y Matthew Jarvis, que jugaron con Gales sub 20 pero son considerados seleccionables por Irlanda. Mas hay que puntualizar que ninguno de ellos se enfrentó a otro segundo equipo oficial durante su carrera junior. Todo correcto, del mismo modo que hay un buen número de internacionales senior españoles que no están bajo sospecha: jugadores como Xerom Civil o Thibaut Visensang pueden representar sin problemas a España pese a haber jugado con Francia Sub 20.

Gareth Anscombe, con la selección de Gales.

¿Son más listos los Tier 1? Posiblemente sea más una cuestión de medios económicos y asesoría legal de la que selecciones con menos medios como Rumanía, España o Bélgica no disponen. Por ejemplo a Francia lograron pararle los pies a tiempo cuando quiso convocar a David Smith, bloqueado por Nueva Zelanda al haber disputado algún torneo de Sevens World Series años atrás. Así fue como la FFR esquivó un caso que se hubiera asemejado al que ahora Rumanía tiene entre manos con Sione Fakaosilea.

Para encontrarnos un caso de alineaciones indebidas entre Tier 1 hay que remontarse al famoso grannygate de finales de los noventa y principios del 2000 en el que se cazó a algunos jugadores de Gales (Shane Howarth, Brett Sinkinson y Colin Charvis) y Escocia (Dave Hilton) sin abuelos del país. Pero hay que recordar que hasta el año 2000 la normativa de la entonces IRB era aún más laxa que en la actualidad. Sólo entonces la normativa internacional empezó a imponer barreras a aquellos deseosos de cambiar de camiseta.

Todos los equipos del clasificatorio europeo al Mundial están bajo sospecha

Sí y no. Desde que Pablo Lemoine levantó la liebre a un programa de radio uruguayo (El show del rugby) comunicando la decisión de la DRV de apelar la alineación de Victor Pacquet, uno de los dos jugadores belgas cazados sin papeles en vísperas del Bélgica-España, en el Bélgica-Alemania que la selección germana perdió claramente, se ha vivido un constante cruce de acusaciones entre unas federaciones y otras.

Pacquet no es el único jugador en entredicho, pues Bélgica también tuvo que prescindir de Ollie Claxton para el último partido del REC 2018. Sin embargo como Claxton sólo jugó contra Rumanía y aquel partido lo ganaron los del roble de forma aplastante nadie consideró necesario protestar. Y más tarde han ido surgiendo otros casos en torno a Bélgica. Lo que sí emergió apenas unas horas después de que Lemoine desvelara la primera protesta fue el caso de Sione Fakaosilea. De forma oportuna fue un medio en ruso el que lo publicó, citando fuentes de la Federación Rusa de Rugby. Una Federación Rusa de Rugby que pidió a World Rugby y Rugby Europe que investigara estas acusaciones ante el revuelo montado por la prensa. Cínico, pero legal.

La reacción de Rumanía no se hizo esperar y fue ahí cuando surgieron un buen número de protestas sobre jugadores de España, Rusia y Alemania. Pero hay que aclarar que estas dos selecciones están aparentemente limpias como una patena. De Alemania no se ha vuelto a oír hablar. Y en el caso de Rusia todo apuntaba al kazajo de nacimiento Anton Rudoi, que aprovechó un vericueto legal que World Rugby aprobó para homologar su normativa a la del COI de cara a los Juegos Olímpicos para cambiar de nacionalidad deportiva: si estaba 18 meses fuera de la escena internacional antes de los JJOO de Rio, poseía pasaporte ruso (fácil dado que Rudoi era un ruso étnico) y jugaba un cierto número de torneos clasificatorios para los JJOO (cosa que hizo con motivo de las Series Europeas), pasaba a ser seleccionable. El proceso además requería el visto bueno expreso de World Rugby para evitar que esta vía sea explotada a gran escala en el futuro. Más transparente imposible.

Por lo tanto sólo son Bélgica, Rumanía y España las selecciones en entredicho. Rusia y Alemania pueden esperar el veredicto final tranquilas, al igual que Portugal, que sigue aguardando rival para el playoff por la plaza de Europa 2.

El rumano tongano Fakaosilea, origen de la controversia de las alineaciones.

Si Francia no advirtió a Bélie y Fuster, entonces son seleccionables por España

El punto en el que se sustenta esta teoría es el denominado caso Shingler. En 2012 Steven Shingler fue convocado por Escocia tras haber representado a Gales en categoría sub 20. Gales es una de las pocas selecciones, junto a Francia, que designó su equipo sub 20 como segundo equipo senior oficial ante World Rugby. Y jugó contra Francia Sub 20 en 2011, teniendo ambos equipos tal estatus. Se encontraba por lo tanto en la misma situación que Mathieu Bélie y Bastien Fuster.

Para poder seleccionarle, Escocia esgrimió que Shingler jamás firmó un documento comprometiéndose a representar a Gales a nivel senior, por lo que no fue debidamente informado. Y Gales refutó tal teoría. Ello lleva a pensar que el hecho de que el jugador fuera o no informado de lo que implicaba jugar aquel Francia-Gales Sub 20 es decisivo para determinar si es o no seleccionable por otro equipo. Sin embargo World Rugby jamás se pronunció a ese respecto y de todos modos Gales terminó ganando la partida judicial a Escocia.

Dado el revuelo montado, lo que sí hizo World Rugby fue modificar su normativa para aclararla y reforzar la idea de que las federaciones tenían la obligación de comprobar que sus jugadores estuvieran correctamente informados sobre las implicaciones de jugar tales partidos entre dos segundos equipos senior oficialmente registrados. Algo que hasta entonces no figuraba en el reglamento. Ello ocurrió en mayo de 2012, cuando tanto Mathieu Bélie como Bastien Fuster ya habían jugado esos Francia-Gales Sub 20 que en teoría les atan de por vida a la FFR. Por lo tanto el caso Shingler sirve de poca ayuda a la FER más allá de contribuir al descrédito de las complicadas reglas de elegibilidad.

¿Desanimado por esta interpretación de la normativa? Tranquilo, esas mismas caóticas reglas tienen otros asideros a los que a buen seguro se agarrará la defensa de la FER. Por ejemplo la redacción de la norma vigente en 2008 (Bélie) y 2012 (Fuster) exigía que los segundos equipos oficiales mantuvieran tal estatus durante cuatro temporadas seguidas, algo que Francia no respetó. No todo está perdido, pero sí muy complicado.

Mathieu Bélie, en el partido contra Alemania.

El retraso en la resolución beneficia a España

Me temo que eso es lo que todos deseamos, pero todo parte de una premisa falsa: no ha habido ningún retraso. En ningún momento World Rugby anunció un plazo para resolver este enorme entuerto. Así, desde que a principios de abril anunciara que tomaba las riendas del asunto se han sucedido distintos plazos de entrega de documentación, alegaciones, propuestas de departamentos jurídicos… Sin embargo la decisión última la tiene un grupo de jueces independientes (dado que World Rugby no quiere ser juez y parte) que aún no se ha pronunciado. Mañana jueves, 10 de mayo, se producirá una vista oral en la que todas las partes participarán. De ahí a que sea el día en que caiga la decisión que tanto ansiamos va un trecho.

La descalificación de Tahití condiciona la resolución de este entuerto

Hace pocas semanas se conoció que Tahití, originalmente clasificada para jugar un playoff contra el ganador de Asia para disputar la última repesca mundialista, había sido descalificada por alineación indebida. La selección oceánica alineó de forma indebida a dos jugadores en su encuentro contra las Islas Cook, ante lo cual World Rugby decidió dar el billete a sus rivales. Pero este caso en poco o nada se parece a lo que tenemos en Rugby Europe.

Los dos jugadores tahitianos en entredicho son nacidos en la Francia continental y supuestamente pasaron a ser seleccionables por Tahití mediante residencia. Sin embargo ninguno de ellos residió en Tahití durante tres años consecutivos inmediatamente antes de su primera cap. Uno tuvo que regresar a Francia temporalmente por supuestos problemas médicos, el otro debutó antes incluso de que transcurrieran los tres años mínimos para ser seleccionable. Tahití intentó convencer a World Rugby sin éxito de que cualquier ciudadano francés tenía derecho a representar sus colores, algo absurdo dado que en el mundo del rugby el pasaporte no es un criterio de selección. Estamos por lo tanto ante una situación muy distinta a la de España o Rumanía y como mucho parecida a la de Bélgica, con jugadores incapaces de demostrar que sus abuelos nacieron en territorio belga.

Además, hay precedentes que invitan a pensar en un desenlace totalmente opuesto: el lituano Mantvydas Tveraga disputó algunos encuentros de clasificación para el Mundial 2019 con su país de origen, después de jugar con Italia A cuando ésta era la segunda selección oficial de Italia. En aquel caso se resolvió que una multa económica y algunas semanas de suspensión para el jugador serían castigo suficiente, sin que se alterara resultado deportivo alguno.