Cuando el rugby adoptó el profesionalismo tras la Copa del Mundo de 1995 en Sudáfrica, se produjo un cambio radical en la naturaleza, la intensidad y frecuencia de los contactos, así como en el número de partidos que debían disputar jugadores, equipos y selecciones. Diversos empresarios empezar a invertir dinero en clubes de Reino Unido y Francia y muchos jugadores emigraron a Europa para dedicarse profesionalmente al rugby. Los equipos del hemisferio sur llegaban cada otoño de gira por Gran Bretaña y los aficionados disfrutaban de una oferta enorme de encuentros en directo o por televisión.

En el otoño de 1997, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica jugaron un total combinado de 11 tests en Reino Unido y Francia; y Argentina también se enfrentó con los bleus y contra Italia. En esos días arrancó la carrera como entrenador a nivel de selecciones de Clive Woodward, que debutó con un empate a 15 contra Australia en el mes de noviembre de aquel año. Después le seguirían un par de derrotas contra los All Blacks en Old Trafford y frente a los Springboks en Twickenham. La serie finalizó con una vibrante igualada en un segundo cruce contra Nueva Zelanda, también en Londres. En aquellas semanas Woodward dio la alternativa y probó a algunos nuevos jugadores: entre ellos, dos futuros British&Irish Lions: Matt Perry y Will Greenwood.

Unos meses después, Inglaterra inauguró el Cinco Naciones de 1998 con una derrota ante Francia en París, pero la abrumadora victoria posterior por 60-26 sobre Gales en Twickenham estabilizó la nave. El obstáculo de Murrayfield fue superado con seguridad e Irlanda cayó derrotada de forma convincente en Twickenham. Inglaterra acabaría aquel torneo como subcampeona, por detrás de una Francia desbocada camino de su segundo Grand Slam consecutivo. En esos cuatro partidos el equipo inglés acumuló un total de 16 ensayos. Y en el partido frente a Irlanda vivió, además, el debut de un joven cuyo nombre iba a perdurar: el joven Jonny Wilkinson se ganó su primera cap saliendo del banquillo para jugar de ala en los últimos cinco minutos del choque.

Con Clive Woodward al mando y Jonny Wilkinson recién llegado, Inglaterra encajó en su gira por el sur en 1998 algunos varapalos históricos: 76 puntos de Australia, más de 60 de los All Blacks y los Maoríes y medio centenar de la New Zealand Rugby Academy. La gira fue conocida desde entonces como ‘The tour from hell’

Woodward extrajo de aquel grupo la base de la convocatoria para la gira de primavera por el hemisferio sur. En el programa aparecían hasta siete partidos, incluidos test matches contra Australia, Sudáfrica y los All Blacks, estos últimos en dos ocasiones: el panorama de encuentros habría sido de formidable exigencia incluso en el caso de que el técnico hubiera tenido a todos los jugadores disponibles. Pero la realidad era otra. Titulares de peso como el capitán Lawrence Dallaglio, Jeremy Guscott, Jason Leonard y Martin Johnson causaron baja, lo que obligó al técnico a incluir hasta a 17 jugadores sin experiencia previa en el grupo de 37 que acabó reuniendo. El medio de melé Matt Dawson fue designado capitán. Lo flanquearon algunos conmilitones de los Lions: Tim Stimpson, Nick Beal, Austin Healey, Graham Rowntree y Ben Clarke.

El ‘flanker’ Ben Sturnham, una de las mejores apariciones en el ‘tour’, en el choque contra Australia.

El primer test debía llevar a Inglaterra a territorio wallaby, y la Unión Australiana mostró las garras al conocer los nombres que compondrían la expedición de la Rosa. Su presidente, Dick McGruther, aireó su sospecha de que los clubes ingleses había presionado a sus jugadores para que no se subieran al avión para una gira tan dura como la que se esperaba. «Creo que la Rugby Football Union ha tratado al hemisferio sur con cierto desprecio. Sería difícil de probar, pero este grupo diezmado deja la impresión de que los clubes han ejercido una notable presión sobre sus jugadores».

Era solo un aviso de lo que Inglaterra se iba a encontrar en una gira en la que los problemas no dejaron de crecer desde el primer día. Para el primer encuentro en el Suncorp Stadium de Brisbane, Inglaterra armó un quince con hasta cuatro debutantes. Y aún tuvo que sumar un quinto -el bisoño medio de melé de Gloucester, Scott Benton- cuando el capitán Dawson fue descartado por una lesión en el entrenamiento. Jonny Wilkinson jugó aquel día su primer partido con el número 10 de Inglaterra. Y a lo largo del encuentro Woodward aún haría debutar a otros dos de los suplentes que guardaba en el banquillo.

A las bajas de pesos pesados antes del viaje se unieron otras antes del choque en Brisbane. El capitán Dawson se lesionó y hasta cuatro jóvenes tuvieron que debutar: fue el primer encuentro que Wilkinson jugó como apertura y el 76-0 permanece como la peor derrota en la historia de Inglaterra

Enfrente, los Wallabies dispusieron a un bloque poderoso, con toda la línea de tres cuartos y hasta trece de los integrantes del equipo que apenas año y medio después ganaría la Copa del Mundo en Cardiff. Como era de esperar, Inglaterra no fue rival para los australianos, que ganaban por 33-0 al descanso y acabarían imponiéndose en la victoria más escandalosa que jamás han logrado frente a Inglaterra, 76-0. La línea de los Wallabies firmó diez de los once ensayos anotados por Australia, incluidos tres del ala Ben Tune y del medio de apertura Steve Larkham. Aquel resultado perdura como la mayor derrota sufrida por Inglaterra en sus más de 150 años de historia. Cuatro de los jugadores que aquel día ganaron su primera cap no volverían a jugar nunca más un test con la Rosa.

Después de semejante varapalo, el equipo de Woodward se trasladó a Nueva Zelanda, donde caería derrotado por Nueva Zelanda «A» (18-10) y por la New Zealand Rugby Academy (50-32), antes de enfrentarse los poderosos All Blacks en el primer test, el 30 de junio en Carisbrook, Dunedin. Inglaterra introdujo cinco cambios, pero cualquier esperanza de dar la campanada se esfumó cuando el segunda línea Danny Grewcock fue expulsado en el minuto 30 por propinar una patada en la cabeza al talonador de los All Blacks Anton Oliver. En superioridad numérica, Nueva Zelanda dio un giro a la tuerca y anotó hasta tres ensayos más antes del descanso, al que llegó con una clara ventaja de 26-8. Aunque Inglaterra logró responder tras el intermedio con hasta tres marcas, los All Blacks golpearon a través de su tres cuartos y de su incontenible tercera: nueve ensayos sumaron para rematar un autoritario triunfo por 64-22. El infierno comenzaba a tomar forma.

Lomu rompe la defensa inglesa ante el ala Peter Beim, en el Eden Park (Foto: David Rogers/Allsport).

Tres días después le tocó el turno al equipo maorí de Nueva Zelanda. Una aplastante victoria por 62-14 dejó maltrecho al equipo inglés, que pocos días después volvieron a enfrentarse a los All Blacks, esta vez en el Eden Park de Auckland. Woodward trató de reanimar a su equipo metiendo seis cambios y Josh Lewsey pasó desde su posición de centro a la de apertura, para reemplazar al lesionado Wilkinson. Los All Blacks arrancaron pegando fuerte, con dos ensayos convertidos en dieciséis minutos. Pero Inglaterra opuso más resistencia que en el primer test y alcanzó el descanso solo siete puntos por debajo, gracias a un ensayo convertido por Dawson. Aun así, los neozelandeses acabarían imponiendo su ley con nitidez: cuatro ensayos más rubricaron la victoria del equipo de negro por 40-10. Dadas las circunstancias, la derrota tuvo otro aroma: al menos los ingleses habían plantado cara a un rival en el que aparecían algunos grandes de la historia de los All Blacks como Christian Cullen, Andrew Mehrtens y Jonah Lomu.

Wilko, Lewsey, Dawson, Vickery o Moody estaban en aquel grupo, que cinco años más tarde levantaría la Copa del Mundo. Para otros, aquellas semanas marcaron su fugaz paso por la selección: nunca más vestirían la camiseta de Inglaterra

Una semana más tarde, en Newlands, Ciudad del Cabo, Inglaterra se enfrentó a su último partido de la gira con un gesto desalentado. Enfrente estaban los Springboks, entonces vigentes campeones tras la victoria en la Copa del Mundo de 1995 en su país. Sudáfrica llegaba al partido subido en una racha de diez partidos sin perder, que acabarían estirando hasta los 17. Todo el mundo aguardaba un triunfo por goleada de los bokke, pero la inclemente humedad y una tenaz defensa inglesa frenó relativamente la distancia a favor de los sudafricanos en el marcador. Aunque Inglaterra, con sólo dos cambios, nunca dio la impresión de estar en disposición de anotar un ensayo, al menos fue capaz de limitar a los Springboks a sólo dos ensayos, anotados por su prolífico ala Stefan Terblanche y por Joost van der Westhuizen, el extraordinario y recordado medio de melé.

El partido acabó 18-0 para los locales. Y marcó el fin de una gira infame, que pasó a ser conocida desde entonces como la Gira por el infierno. A pesar de todo, la ardua experiencia sirvió como inestimable aprendizaje para algunos jugadores que, menos de cinco años después, serían clave en el éxito de Inglaterra en la siguiente década, coronada por la victoria en la Copa del Mundo:  Jonny Wilkinson, Josh Lewsey y Matt Dawson, entre los tres cuartos; y nombres como Phil Vickery y Lewis Moody, en la delantera, participaron en el memorable triunfo contra Australia en la final de 2003. Otros vivieron un destino muy distinto: para diez de aquellos jugadores que conformaron el maltratado equipo inglés, aquellos partidos quedarían como su única y fugaz aparición vistiendo la camiseta inglesa. Dos miembros más de aquella expedición aún corrieron peor suerte: nunca llegarían a disputar un solo partido oficial con Inglaterra.

Fuentes:

  • Men in Black (5th edition) – Chester, McMillan and Palenski (Hodder Moa Beckett Publishers 2000)
  • Rothmans Rugby Union Yearbook 1999 – Mick Cleary & John Griffiths editors (Headline Publishing 1999)
  • Rugby at Newlands 1891-2015 – David McLennan & Chris Schoeman (Burnet Media 2015)
  • They came to conquer 1967 to 2002 – Maxwell Howell, Xie, Neazor & Wilkes (Focus Publishing 2003)
  • Thorny Encounters – Matt Elliott (Pitch Publishing 2018)

Sobre el autor – Músico profesional y comisario artístico, Richard Steele ha sido un enamorado del deporte toda su vida. Forma parte del comité del World Rugby Museum de Twickenham desde 2005; colabora en su blog, From the vaults,y es el co-autor del libro conmemorativo del 150º Aniversario de la Rugby Football Union: ‘England Rugby 150 Years‘.

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