El guion de este partido parecía escrito: después de las enfáticas victorias de Inglaterra frente a Irlanda y Francia, el equipo de Eddie Jones se disponía a sumar otro triunfo en Cardiff para asegurarse de forma virtual otro Grand Slam. Pero, como sabe cualquiera que conozca un poco los antecedentes de los encuentros entre Gales e Inglaterra, este duelo suele ser muy ajustado… y así fue de nuevo en esta ocasión.

Ya hemos señalado un par de aspectos del juego que le han dado resultado a Inglaterra bajo el mandato de Eddie Jones. El primero es el uso de sus delanteros más potentes para llevar la pelota y ganar metros más allá de la línea de ventaja, lo que proporciona más espacio para jugar a sus tres cuartos; el segundo es la precisión de su juego con el pie, que pone a sus rivales bajo presión y los empuja a cometer errores.

Lo que vimos el sábado en el Principality Stadium es lo que le puede ocurrir a Inglaterra cuando esas dos virtudes de su rugby son anuladas: Gales logró hacerse con el control del partido y, finalmente, con la victoria.

Frenar a los carriers ingleses

Los tres cuartos exteriores de Inglaterra juegan confiados en su ritmo e inteligencia, más que en la pura potencia; por eso les resulta tan necesario que los delanteros construyan espacio con su empuje, para aprovecharlo con carreras al interiores dentro de la defensa contraria.

Puede que el equipo de Eddie Jones echase de menos el sábado la capacidad de Mako Vunipola y Maro Itoje para llevar la pelota; pero su jugador más importante en este aspecto, Billy Vunipola, sí estaba en el campo y cumplió su papel en un buen número de ocasiones: la mayoría de las veces se topó con la tozuda resistencia de la línea defensiva galesa.

Ya en el primer minuto de partido vimos dos ejemplos de este patrón, que se repitió a lo largo de la mayor parte del choque: Billy Vunipola primero y después Ben Moon, el pilar izquierdo, fueron derribados antes de que pudieran ganar la línea de ventaja de Gales.

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En el caso de Ben Moon, no sólo fue placado sino que, además, la presión galesa le provocó la pérdida de la posesión. A menudo estas primeras jugadas son clave para marcar el tono que tendrá el resto del choque, y el hecho de que Inglaterra no lograse atravesar la defensa local actuó a modo de anticipo de lo que iba a suceder durante la hora siguiente de partido. El patrón había sido establecido.

El juego inglés con el pie

Las patadas tácticas de Inglaterra fueron el argumento principal para superar a Francia: una combinación de precisión por parte de los ingleses, junto a la desorganización defensiva que mostró el equipo de Jacques Brunel.

En Cardiff vimos exactamente lo contrario: Farrell no estuvo igual de acertado cuando decidió jugar con el pie y, además, los tres del fondo de Gales -y en particular, Liam Williams- se mostraron imperiales en las tareas defensivas.

Una vez más, el escenario quedó definido en las primeras fases del partido. Una patada alta de Farrell (tan fiable en este tipo de jugadas durante todo el torneo), se quedó corta y muy lejos de su objetivo: al menos una decena de metros por detrás del lugar en el que habría debido caer (incluso su perseguidor, Henry Slade, se vio obligado a corregir su carrera); este tipo de errores permitió a Gales recuperar el balón y conjurar peligros.

El otro aspecto destacable en la jugada fue el movimiento del tercera galés Josh Navidi: en lugar de seguir el balón e ir a buscarlo donde caiga, prefiere quedarse en el lado inglés y tapar un posible palmeo hacia atrás de los ingleses en la disputa. O bien hacerse con la pelota si ésta queda sin dueño.

Un par de minutos después vimos otra jugada similar. Esta vez fue el medio de melé inglés, Ben Youngs, el que colgó una patada alta al cerrado. Y, de nuevo, no sólo se quedó lejos de su objetivo (Liam Williams había salido a buscarla desde su posición de zaguero y ni siquiera le dio tiempo a llegar), sino que permitió a Gales recuperar la posesión.

De nuevo vemos a un jugador galés (en esta ocasión Tipuric) colocarse en el lado inglés para buscar la recuperación si la pelota se queda perdida.

Si una semana antes todo el mundo criticó la desorganización y precipitación de la defensa francesa contra Inglaterra, el comportamiento de Gales ofreció un nítido contraste. Si nos fijamos en la siguiente imagen vemos una patada larga de Inglaterra para aliviar la presión: también se aprecia cómo la línea defensiva de Gales se posiciona con tres jugadores en la cobertura, más un cuarto que se esfuerza en llegar para unirse a ellos.

Con tres jugadores descolgados para defender el fondo, deberían haberse abierto espacios para que Inglaterra atacase desde su lado, pero o no los advirtieron o bien ni siquiera los buscaron. Dado que su juego táctico con el pie no estaba dando resultados en el partido, el equipo de Eddie Jones debió activar un plan alternativo y cambiar su táctica, pero no lo hicieron.

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Gales en defensa y con la pelota

Por otra parte, este equipo de Gales es extraño de ver. Su mejor arma es su organización defensiva y la capacidad de interrumpir el juego de sus rivales. En los últimos meses ha dejado a Inglaterra en 13 puntos, a Sudáfrica en 11 y a Australia en 6, lo que da una idea de la fortaleza del bloque en este aspecto del juego.

Sin embargo, Gales todavía se comporta con notoria inseguridad cuando tiene la pelota.

Sus saques laterales volvieron a ser un motivo de preocupación. Hubo ejemplos a lo largo de todo el partido. Desde los primeros minutos de juego desaprovecharon oportunidades para poner a Inglaterra bajo presión. Ocurrió a lo largo de diferentes momentos del encuentro: y en varias ocasiones cometieron errores que les impidieron crear plataformas de ataque a partir de la touche.

La fortaleza de Gales está en su rendimiento defensivo y en cómo anula el juego de sus rivales, pero con el balón aún se comporta como un equipo inseguro: sufre en la ‘touche’, no tiene un ‘maul’ ofensivo y con frecuencia no ataca de manera profunda hasta que el partido no está muy avanzado

Hace años que esta fase del juego es un problema para Gales. Otro problema crónico es la ausencia de un maul ofensivo. De hecho fue a partir de un maul galés como llegó el ensayo inglés.

Cuando Gales lograba guardar la pelota, a menudo la táctica parecía ser dársela a delanteros que, a menudo, quedaban aislados y acababan por detrás de la línea de ventaja. Mantenía la posesión, pero no lograba avances significativos en ataque.

A falta de unos 15 minutos del final, el partido cambió de dinámica y los delanteros galeses lograron, de repente, hacer incursiones en la línea inglesa. Eso permitió más espacio a sus tres cuartos y puso a Inglaterra bajo presión.

Es un comportamiento que vemos a menudo en el equipo de Warren Gatland: una primera parte pobre, seguida de un segundo periodo en el que, gradualmente, el partido se abre y Gales se convierte en un equipo más ofensivo. ¿Es una táctica? ¿Se ven forzados a ello porque, con frecuencia, van por detrás en el marcador o el rival presiona en esa fase del choque? ¿Es la tan cacareada superioridad en el estado físico del equipo galés? Se admiten apuestas.

Lo que sí sabemos es que, cuando Gales es capaz de mantener la posesión y ocupa territorio contrario, tiene la capacidad y los jugadores necesarios para sumar ensayos. Imagínense lo fantástico que sería si lo hiciera durante los 80 minutos de partido…

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