Arles-sur-Tech is un pueblecito enmarcado en un hermoso valle cubierto de bosques, a los pies de las montañas que conforman el Pirineo Oriental. Un área donde se mezclan la lengua catalana y el francés, a menos de una hora en coche de la frontera española. Un viaje que conserva un significado especial para, al menos, uno de sus habitantes: el capitán de la selección de Francia, Guilhem Guirado.

Por estatura y fisonomía, cumple exactamente con el arquetipo de talonador francés que todos podamos tener en la cabeza: 1.80 de estatura y 98 kilogramos. Un jugador de una pieza, que ofrece en el campo una sensación de solidez comparable a la de las inamovibles rocas de estos parajes; y, fuera de él, la misma calma y gentileza del serpenteante río que las recorre.

Guirado es un hombre reservado, que antepone el amor por su familia a cualquier otra posibilidad. Sus abuelos estuvieron entre el medio millón de personas que se exiliaron de España huyendo de la Guerra Civil española, aquéllos que cruzaron los Pirineos con el único objetivo de encontrar refugio contra la violencia en Francia.

Los abuelos del talonador francés todavía nacieron en Granada, antes de que estallara el conflicto. Cuando llegaron a Francia contaban solo cinco años y nada que pudieran llamar verdaderamente suyo.

Aquel episodio ha marcado de forma inevitable la vida en la casa familiar de Guilhem Guirado: «Hasta los 15 años no conocí otra cosa que el pueblo en el que se habían asentado mis abuelos. Mis mejores recuerdos me remiten a Arles-sur-Tech, adoro aquellos años; y fue allí donde todo empezó para mí, el lugar en el que me enamoré del rugby, donde jugaba con mis amigos… El rugby es mi primer recuerdo: lo más hermoso es que todos nos conocimos en el campo y aún hoy compartimos nuestras vidas y pasamos grandes momentos juntos».

Guilhem Guirado es un hombre con los pies en el suelo: sabe dónde está y, sobre todo y más importante aún, sabe de dónde viene. Nos conocimos en el lanzamiento del 6 Naciones en 2016, justo después de que fuera nombrado capitán de Francia. Aún en ese momento de asunción de plena responsabilidad, su presencia comunicaba calma, la que transmite un hombre que está en paz consigo mismo y se toma todo de forma mesurada.

«Para saber dónde quieres ir necesitas tener muy presente de dónde has venido, y la determinación que ha requerido llegar donde estás», reflexiona, de forma algo filosófica, el capitán francés. Si uno profundiza en la historia de su familia, resulta sencillo imaginar de dónde ha extraído Guirado esa fuerza interior.

Es esa firmeza la que entra en funcionamiento cuando se trata de jugar: «Lo que me gusta del rugby es la confrontación directa con un oponente, el desafío físico, los choques y los placajes», subraya. Después, cuando abandona el terreno de juego y regresa a casa, su otro perfil toma las riendas: «Mi familia es lo más importante y lo que me da estabilidad. Estar con ellos me permite poner todo en perspectiva, relajarme y ver la vida de otra manera». 

Esa facilidad para la desconexión parece un arma indispensable para enfrentarse al ciclón permanente en el que vive el rugby francés: «He sido muy afortunado de haber jugado en el club con el que soñaba de niño: el USAP… Y después, he llegado a ser internacional con Francia y, en Toulon, a compartir vestuario con algunos de los mejores jugadores del mundo. Pero no me paso el tiempo pensando en el rugby, y creo que eso me permite rendir mejor en el terreno de juego».

Guirado debutó con Francia el 9 de marzo de 2008, cuando entró como sustituto frente a Italia en el Stade de France. El equipo francés ganó 25-13: «Lo recuerdo como si fuera ayer -confiesa -. La primera cap tiene un sabor muy especial». Se estrenó como titular en un test de otoño contra Fiyi, en 2010.

Estas últimas semanas, el nombre de Guirado ha estado en boca de todos, sobre el fondo del relevo técnico entre Guy Novès y Jacques Brunel en la selección francesa. Novès había manifestado su deseo de mantener como capitán a Guirado hasta la Copa del Mundo de Japón en 2019. Brunel lo dirigió en Perpiñán, donde fueron campeones de liga en 2009, pero sus declaraciones alimentaron la incertidumbre respecto a la continuidad de Guirado como capitán.

Primero aseguró a Midi Olympique que el talonador de Toulon seguiría. Sin embargo, en su presentación oficial como nuevo seleccionador, Brunel abrió la puerta a los rumores: «Primero tendrá que estar en la convocatoria; y si lo está hablaré con él -anunció el técnico-. No sé cómo le afecta la capitanía, si para él supone un carga demasiado pesada o no».

Finalmente, Brunel pudo confirmar las dotes de líder de Guirado: «Para mí es un gran orgullo, un enorme honor, por todo lo que significa para mí y para el equipo, ser el capitán de Francia», dice sin dudarlo el talonador. En un entorno tan volátil como la selección bleu, Guirado aporta su talante reposado: «No tengo un estilo de capitanía específico: lo hago como lo siento. Trato de establecer mucho diálogo y de consultar mucho: un capitán no es nada si no tiene a sus jugadores a su alrededor».

Por encima de las polémicas que acosan al rugby francés, para Guirado «es siempre un honor jugar y representar a Francia». Y si siente alguna presión, tiene que ver con su propia responsabilidad como jugador profesional: «En el equipo de Francia todo va mucho más rápido y a veces resulta algo estresante porque temes no estar a la altura y quieres que todos estén orgullosos de ti».

La camiseta del Gallo pesa, pero pesa para bien: «Soy consciente de todo lo que hay detrás, del pasado y los jugadores; y me gusta estar imbuido de eso porque también representamos a los antiguos internacionales que han llevado esta camiseta, jugadores formidables, talonadores extraordinarios que me han precedido». 

Y, además, en el caso de Guirado la casaca azul comporta un significado muy especial, que no pierde de vista: «Para mí, esta camiseta representa la bienvenida que en aquellos años se dio a todos los exiliados españoles. Soy francés y crecí en Francia. Este país que acogió a mis abuelos… así que cuando juego con Francia desde luego que pienso en ellos».

Pase lo que pase, uno tiene la sensación de que Guirado lo asumirá con naturalidad. «Nunca debe olvidar de dónde viene, porque en ello reside su fuerza». Eso dice su madre… Y ya se sabe que las madres siempre tienen razón.