Resulta difícil imaginar una carrera más fulgurante que la que ha llevado a Karl Tu’inukuafe, en apenas tres años, de trabajar como miembro de seguridad de un local nocturno de Auckland a debutar con los All Blacks. En 2014, el pilar izquierdo nacido en la principal ciudad neozelandesa pesaba 170 kilos, y los doctores le advirtieron de que, si no quería sufrir un más que probable ataque al corazón, debía reducir su peso. En ese contexto, Karl volvió a practicar el rugby en un ámbito familiar, con el fin de que ese ejercicio le ayudara en su dieta. Poco a poco fue notando los beneficios de volver a esta práctica que abandonó tras graduarse en el Wesley College, donde coincidió con Nepo Laulala o Malakai Fekitoa.

En 2015 fue contratado por la North Harbour Rugby Union para que formara parte de la plantilla de desarrollo del equipo que compite en la Mitre 10 Cup, y la temporada siguiente viajó hasta Narbonne para formar parte del equipo francés durante un año. Según reconoció él mismo, entrenar con veteranos franceses le sirvió para aprender los secretos de la melé, cosa que demuestra en cada partido que juega. Tras su estancia en el país galo volvió a su Nueva Zelanda natal, y poco a poco fue entrando en las convocatorias de North Harbour.

Los médicos le advirtieron que debía perder peso para evitar complicaciones en su salud: por eso volvió a jugar al rugby, en un ámbito familiar… y poco a poco ha terminado alcanzando la élite

Para entonces ya había perdido el peso que los médicos le habían recomendado que perdiera, y empezaba a ver el rugby como una posible forma de ganarse la vida. Sin embargo, no fue hasta 2018 cuando se le abrieron las puertas del profesionalismo al más alto nivel. Las lesiones de Kane Hames, Aidan Ross y Atu Moli le sirvieron para ganarse un contrato a corto plazo con los Chiefs en el Super Rugby.

Su debut llegó en la segunda jornada en Auckland, su ciudad natal, y desde ese momento no dejó de crecer hasta convertirse en un habitual de las alineaciones de la franquicia de Waikato. No obstante, su nombre no fue totalmente reconocible para el gran público hasta que el pasado 20 de mayo Steve Hansen le convocó para los tres partidos que iban a enfrentar a los All Blacks con Francia en junio. La retirada de Wyatt Crockett y, otra vez, las lesiones de Hames, Moli y Perry le abrieron la puerta de la selección neozelandesa, en la que debutó el 9 de junio sustituyendo a un renqueante Joe Moody.

A primera vista, la mayor virtud de Tu’inukuafe es su dominio del scrum. Desde la posición de pilar izquierdo empuja a su rival hasta obligarle a cometer golpe de castigo. De hecho, su versatilidad en este aspecto es tal que en North Harbour ha compaginado el número 1 con el 3. No es habitual en el rugby profesional ver a un pilar izquierdo tan dominante. Normalmente son más pequeños y ligeros que los pilares derechos, y su función se reduce a sostener el mayor empuje del talonador y de su homólogo. Se trata de una de las posiciones más técnicas de la melé, puesto que su hombro izquierdo queda al descubierto y no tiene un punto de apoyo, por lo que el equilibrio y la estabilidad se convierten en habilidades imprescindibles para la supervivencia en esta posición.

En el caso de Tu’inukuafe, su posición de partida es completamente recta pero, poco antes de entrar en contacto con el pilar rival, la escora ligeramente para provocar que su ángulo de empuje apunte a las costillas del contrario. Con esta posición, unida a su gran peso y potencia, consigue desestabilizar o derribar al pilar derecho del otro equipo, forzando así el golpe de castigo. Debemos tener en cuenta que la melé es, probablemente, la situación de juego más difícil de arbitrar; en primer lugar porque es muy difícil ver lo que ocurre en las profundidades del agrupamiento, pero también porque muchos árbitros desconocen su arte. Es cierto que Tu’inukuafe (como todos los pilares, por otra parte) incurre en golpes de castigo en algunas melés, pero eso no impide corroborar que se trata de un especialista que domina esta faceta del juego desde la posición más complicada.

A pesar de que pueda parecer un jugador bastante plano en una primera impresión, Tu’inukuafe tiene varias virtudes más, que le pueden hacer un jugador muy interesante en un futuro cercano para los All Blacks. Además de la melé, el jugador nacido en Auckland es un competente portador de balón. Se muestra de forma frecuente, ofreciendo líneas cerca del ruck a su medio de melé (6 en 85 minutos en los tests contra Francia), y su bajo centro de gravedad hace que sea complicado frenarle cuando llega en carrera. En el Super Rugby promedia una ruptura con la pelota cada 16 minutos, cifra ligeramente superior a su media con la selección neozelandesa, aunque el espectro de datos es todavía bastante reducido en este caso.

Aunque se trata de un jugador con unas virtudes muy marcadas, su margen de progresión es todavía muy grande. Le cuesta liberar el balón después de que le hayan placado, lo que le ha llevado a perder un total de ocho posesiones en la competición doméstica, y cuando él es el placador también tiene dificultades para salir del ruck sin cometer golpes de castigo. No tiene demasiada movilidad en defensa, y por eso ocupa los espacios cercanos al punto de encuentro. Tampoco es un placador demasiado activo, con una media de un placaje cada 15 minutos, y un total de 11 placajes fallados frente a los 48 completados con los Chiefs.

La lectura que hace de los rucks a los que entrar a robar el balón es también bastante defectuosa, y todavía peca de impulsivo en esas acciones, que intenta con demasiada frecuencia para la efectividad que tiene. Precisamente, una de las cosas que más debe mejorar es su inteligencia y colocación en el campo. De lo que no hay ninguna duda es de que, si Tu’inukuafe consigue convertir estos fallos en virtudes, estamos ante un potencial pilar izquierdo de élite, lo que intentará demostrar a partir de la temporada que viene en su casa, en los Blues de Auckland.

También podemos estar seguros de que ya no volverá a ejercer de portero de discoteca.