El Medium Hominis es una especie muy antigua. Los primeros códices que hablan de su existencia datan de principios del S.XV en países de habla inglesa. En ellos todavía no se conoce al medio melé como tal, sino por su nombre mitológico: ‘gremlin’. Estas criaturas de naturaleza malévola se caracterizaban por destruirlo todo, en especial  por causar accidentes en medios de transporte como trenes y aviones.
Con el tiempo, y la llegada de estas criaturas a la pantalla, algunas de ellas decidieron alejarse de la fama y de su mala reputación y tomaron su propio camino. Fue entonces cuando se toparon en las grandes explanadas de la campiña inglesa con el rugby, y pronto ese deporte les fascinó. Encontraron un lugar en el que su corta estatura, su mala leche enmarcada en una cara con ojos enormes y una sonrisa puntiaguda y ensangrentada podía ser útil. Así el deporte oval encontró a su eslabón entre la línea y la delantera, y los ‘gremlims’ encontraron un ambiente en el que seguir mangoneando al personal, repartir mamporros, y tirar la piedra y esconder la mano porque un delantero siempre iba a estar allí para salvarles los muebles.
Sin embargo, no todos los Medium Hominis proceden de tiempos tan lejanos. Las circunstancias hicieron que otro grupo humano también se viera forzado a ocupar esta posición en el campo, más por necesidad que por elección, menos por gusto que porque no valían para otra cosa. Te estoy hablando ‘del peque’, del ‘pitu’, el ‘chiqui’ del instituto o de tu grupo de amigos al que nunca dejábais jugar a fútbol porque de lo pequeño que era no valía ni para portero. Los entrenadores de rugby de aquel entonces vieron la oportunidad de que esos seres humanos excepcionalmente pequeños se colasen por debajo de las piernas de los segundas torpes, como hormiguitas debajo de un avestruz. Así, estos humanos en tamaño portatil empezaron a correr la voz de que había una oportunidad de futuro para ellos, y que en el rugby habían encontrado su sitio.
ANATOMIA medio
Más allá de su procedencia, si en algo coinciden los antropólogos de todo el mundo es en que el Medium Hominis dentro del campo es un ejemplar inconfundible. Y no sólo por su tamaño. Su pequeña estatura, por alguna razón hace que se concentren en ellos dosis de mala ostia mortales para cualquier otro mamífero, y les hace sentir invencibles rodeados de búfalos musculosos dispuestos a arrancarles la cabeza.
Por esta razón, los Medium Hominis, con su metrillo y medio justo tienen el suficiente amor propio como para hacerse escuchar por encima de sus delanteros, y lo más importante, hacer que le obedezcan. Cual Napoleón en la batalla de Austerlitz, el medio dirige a su pack con una autoridad de origen desconocido. Conduce los maules, inmola a sus delanteros contra muros infranqueables, juega las odiadísimas ‘patadas a la caja’ en las que no puede correr por estar detrás del agrupamiento y deja a todo su equipo en fuera de juego, salta para pasar al 10 después de cada melé aunque no tenga ninguna presión del medio contrario porque quedan ‘unos fotones del carajo’ y hasta a veces se juega un ‘pick and go’ si se ve fuerte, o más bien si el equipo contrario se ha olvidado de poner los postes.
Pero si algo diferencia a un medio melé en el campo del resto de los jugadores (aparte de su altura,obviamente) es que nunca, nunca tiene culpa de nada. No existe registro físico en el que un Medium Hominis haya reconocido haber ejecutado un mal pase. Yo tampoco lo he visto nunca con mis ojos, y creo que nunca lo veré. Eso sí, el muestrario de excusas de un medio melé es tremendamente variopinto y jodidamente interminable. El balón estaba mojado, tenía poco grip, los delanteros han dejado el ruck muy sucio, el 10 se ha movido sin avisar, ha pasado una ráfaga de viento africano, un pájaro se ha puesto en medio y ha cortado la trayectoria del balón… y la más utilizada: es que ibas ‘pasao’.
Aún así, por mucho que lo pueda parecer, un medio melé no es feliz. Al ser el eslabón perdido entre la línea y la delantera el Medium Hominem no está cómodo en ningún sitio, pero tampoco está a disgusto en ninguna parte. Sueña con ser un flanker, mancharse de sangre hasta las cejas cada partido y salir con la nariz de hinchada y torcida en las fotos. O con ser la estrella y ensayar como los alas, o ser el pateador al que todo el mundo idolatra. Oir su nombre coreado por mil voces en el Aviva o el Eden Park.
Aunque su apariencia resulte a priori inconfundible dentro del césped, con el tiempo y el paso de los años los científicos han identificado diferentes ramificaciones de estos especímenes que comparten en el campo posición y funciones. Para no hacer de esto un artículo interminable, podríamos dividirlos en tres grandes subgrupos:
  • Medium homo velox: (lat.) también conocido como ‘el medio rapidísimo’ o ‘el visto y no visto’. Tiene madera de ala, contrapié de centro y el nulo amor por su integridad de un tercera. Un gran activo para los equipos, si no fuera por la frecuencia con que no hay nadie para sacar el balón de los agrupamientos.
  • Medium homo tardo: (lat.) este subtipo conocido como ‘el medio lento’ o ‘el delantero reconvertido’ destaca por su nula velocidad, tanto de piernas, como de reacción. Sus delanteros suelen ir por el campo animándole, conscientes de su sufrimiento, o infiriéndo insultos contra él porque llega tarde a todos los puntos de encuentro. Su maldición es haber caído en esa posición sin comerlo ni beberlo, porque no había otra persona para hacer su función.
  • Medium homo cum galea: (lat.) el espécimen que más desconcierta a científicos y estudiosos del oval. El ‘medio con casco’ es claramente una rareza, ya que en su posición no necesita ese complemento para nada y de momento nadie ha decidido que sea una prenda favorecedora. No se ha conseguido llegar a un consenso por el momento, sobre si la utilización del casco obedece a un miedo irracional de estas personas en concreto, o a un camuflaje para sentirse parte de la tribu de los delanteros.
Pero medios del mundo, no desesperéis. Si Shane Williams (joder que bueno era el cabrón) consiguió jugar de ala con su mini estatura, seguro que si seguís dándole el coñazo todos los días a vuestro entrenador al final tendrá que dejaros probar en vuestra posición soñada. Y nunca se sabe, la moda de los segundas altos siempre puede cambiar.