Tratándose de rugby, no hay duda de que algunas patadas han sido ejecutadas para pasar a la posteridad, ya sean golpes de castigo, drops o las pertenecientes a ese recurso perdido en el olvido llamado gol desde mark.

No hay unanimidad sobre la patada más larga en la historia del rugby internacional: podría corresponderle al sudafricano Gerry Brand, y al inmenso drop con el que el selló la victoria en los minutos finales contra Inglaterra en Twickenham en enero de 1932; o bien al gol desde mark del All Black Don Clark a cinco minutos del final en un choque muy igualado, en el que derrotaron a Inglaterra, ganando así la serie de dos partidos en 1963 en Christchurch.

También podría ser el monstruoso golpe de castigo de 70 yardas (64 metros) anotado por el galés Paul Thorburn contra Escocia en febrero de 1986.

En cualquier caso, estos jugadores tenían algo en común: todos eran zagueros cuya potencia al patear fue esencial a la hora de ser seleccionados por sus países.

Sin embargo, los aperturas también figuran por derecho propio en los récords de patadas: el inglés Jonny Wilkinson cuenta con 36 drops en su haber, el máximo en la historia del rugby internacional; los irlandeses Ronan O’Gara y Johnny Sexton se aseguraron dos de los tres Grand Slams que Irlanda ha conseguido gracias a dos drops cruciales en 2009 y 2018; los neozelandeses Grant Fox, Andrew Mehrtens y Daniel Carter acumulan 597 golpes de castigo entre ellos. Además, ambos son capaces de lanzar el balón a distancias considerables.

Por último, nos es imposible olvidar a los aperturas bokkes Naas Botha y Jannie De Beer y sus cinco drops en los cuartos de final contra Inglaterra, a la que eliminaron del mundial de Rugby de 1999.

Curiosamente, ninguno de los internacionales ya mencionados ostenta el récord de la patada más larga en la historia del rugby. Este honor corresponde a Ernie Cooper, con un golpe de castigo de 81 yardas (74 metros), cuando jugaba para el Bridlington School, que le dio el empate a su equipo en el último minuto contra el Army XV. Esto sucedió el 19 de enero de 1944 y Ernie tenía 17 años. Situado a unos cuatro metros y medio de la banda y a poco más de un metro de su propia línea de 22, su golpeo pasó entre los palos limpiamente, aterrizando al otro lado de la línea de marca rival.

Ernie Cooper, autor de la patada más larga de la historia.

Durante su vida adulta, Ernie Cooper jugó en Bridlington, Scarborough, Headingley y Roundhay mientras vivió y trabajó en Leeds, y más adelante en Hull, East Riding y los York Unicorns. Gran defensor del rugby en Yorkshire, tomó parte en su último partido en enero de 1990, a los 64 años, para posteriormente pasar a ocupar la presidencia del Bridlington Rugby Club desde el 2005 al 2015.

La felicitación de Wilkinson a Ernie.

En 2013 guió al primer equipo al campo cuando compitieron por la Junior Vase en Twickenham. Si bien el libro Guinness de los Records le confirmó como autor de la patada más larga en la historia del rugby, una de las posesiones más preciadas de Ernie era una postal del puño y letra de Jonny Wilkinson en la que se leía: “Debió de ser una patada increíble”.

Un último consejo a todos los pateadores seguros de sí mismos que quieran romper el récord: seguid practicando. El mismo Ernie Cooper afirmó años más tarde en una entrevista que sólo era un ala que de vez en cuando pateaba.

Fuentes:

• Newspapers: Hull Daily Mail, The Times, Yorkshire Post
• Encyclopedia of New Zealand Rugby – Chester, McMillan & Palenski (Hodder Moa Beckett 1998 – 3rd ed)
• History of Welsh International Rugby – John Billot (Roman Way Books, Cardiff 1999)The Springboks 1891-1970 – AC Parker (Cassell & Company Ltd, London 1970)

Sobre el autor – Músico profesional y comisario artístico, Richard Steele ha sido un enamorado del deporte toda su vida. Forma parte del comité del World Rugby Museum de Twickenham desde 2005 y colabora en su blog, From the vaults.