Desde que el inglés Harold Freeman y el escocés Charles Cathcart anotasen uno cada uno en el segundo partido de la historia entre ambos países, en el año 1872 en The Oval, el drop se ha convertido en una opción a la que los jugadores recurren con frecuencia cuando se trata de decidir un partido.

Los nombres de los más reconocidos especialistas del botepronto en los últimos tiempos están en la mente de todos: los ingleses Rob Andrew y desde luego Jonny Wilkinson, el hombre récord del drop goal; el argentino Hugo Porta; los escoceses John Rutherford y Dan Parks; el irlandés Ronan O’Gara; y los magistrales aperturas galeses Barry John y Jonathan Davies; el australiano Phil Hawthorne y dos sudafricanos: Naas Botha y Jannie de Beer, arquitecto de la eliminación de Inglaterra en la Copa del Mundo de 1999, gracias a una sensacional tacada de cinco drops en sólo 25 minutos de la segunda parte.

Probablemente, sólo los All Blacks se han mostrado reacios a usar esta singular fórmula de anotación. Pateadores tan formidables como Grant Fox, Andrew Mehrtens y Dan Carter apenas sumaron un total de 25 drops entre los tres en sus 228 partidos internacionales con Nueva Zelanda. En comparación, Jonny Wilkinson metió hasta 36 boteprontos en sus 97 encuentros internacionales, entre ellos seis con los British&Irish Lions.

Desde 1906 hasta la II Guerra Mundial, ningún jugador francés había anotado más de un ‘drop’. Después las compuertas se abrieron: Bergougnan, Prat, Albadalejo, Guy y Didier Camberabero, Lescarboura… Los aperturas franceses han tenido el botepronto siempre en su arsenal

Entre 1893 y 1948, cuando el drop valía cuatro puntos, muchos partidos se decidían de esta manera, sobre todo en casos en los que el rival sólo era capaz de anotar un ensayo, sin conversión, que entonces otorgaba tres puntos. A partir de la temporada 1948-49, el valor del drop se redujo a tres puntos. Y a pesar de que el número de boteprontos ha fluctuado a lo largo de cada temporada en estos años, las estadísticas reflejan que siempre ha habido un país dispuesto a abrazar el drop como recurso: Francia.

Desde 1906 hasta el inicio de la II Guerra Mundial, ningún jugador francés había marcado más de un drop en su carrera. Después, las compuertas se abrieron. El primer medio de melé del equipo del Gallo en los años posteriores al conflicto, Yves Bergougnan, sumó cuatro drops, que valían cuatro puntos cada uno de ellos, en sus 17 encuentros con la camiseta de Francia. Por su parte Jean Prat, el gran delantero de los bleus en los años 50, al que se conoce como monsieur rugby, pasó hasta seis boteprontos en sus 51 partidos como internacional. Se trataba de un tercera línea… Solamente el All Black Zinzan Brooke, con tres drops en sus 58 caps, se aproxima siquiera remotamente a la versatilidad de Prat en esta suerte.

Albadalejo, ‘monsieur Drop’, en la inauguración de su estatua en Dax (Foto: AP).

Si avanzamos en el tiempo para buscar a los aperturas franceses de la postguerra, el catálogo de francotiradores letales se torna formidable. El espigado y elegante Pierre Albadalejo, natural de Dax, en el corazón geográfico del rugby en ese país, estableció un récord de hasta 12 drop goals en sus 30 partidos en 10 años con la camiseta del Gallo. Una trayectoria coronada con la victoria en Sudáfrica en 1964.

Pronto siguió sus pasos Guy Camberabero, el diminuto ouvreur de La Voulte, que durante sus siete años como internacional francés solapó su presencia con la de Albadalejo. Camberabero culminó su carrera precisamente con un botepronto que selló el Grand Slam de Francia de 1968. Su marca de 11 drops sería igualada, veinte años más tarde, nada menos que por su hijo Didier. Pero hay una diferencia: mientras Guy acumuló sus drops en sólo 14 partidos con Francia, Didier necesitó 36 encuentros para hacerlo. Entre ellos, el de la final de la primera Copa del Mundo, en 1987, en la que jugó como ala.

Lescarboura pasó tres ‘drops’ en la derrota contra Nueva Zelanda en 1986. En ese partido, el del debut de 11 All Blacks tras la tormentosa gira de los Cavaliers, Frano Botica y Cooper contribuyeron a un encuentro con hasta seis boteprontos anotados

El maestro del drop en la Francia de los años 70 fue, sin duda, el modesto Jean-Pierre Romeu, de Montferrand. Desde 1972 a 1977, en 34 partidos, elevó su récord de anotación a 256 puntos, entre ellos nueve drops. Así dirigió a Francia al segundo Grand Slam de su historia, en 1977. Su sucesor espiritual fue Jean-Patrick Lescarboura, de Dax, que entre sus 200 puntos anotados en 28 encuentros como internacional, pasó 15 drops, una marca máxima aún vigente en Francia.

Lescarboura también igualó las tres anotaciones de Pierre Albadalejo en un solo partido, en la derrota contra Nueva Zelanda en Christchurch, en 1986. En aquel encuentro, los All Blacks presentaron un equipo muy disminuido por la ausencia de los jugadores que habían participado en la controvertida gira de ese verano con los Cavaliers por Sudáfrica. Hasta once jugadores estrenaron internacionalidad en aquella ocasión: entre ellos, el apertura Frano Botica y el zaguero Greg Cooper, que anotaron por su parte tres drops de forma conjunta. Así que la victoria negra por 18-9 incluyó un total de seis boteprontos en un solo partido, marca que permanece imbatida desde aquella lejana tarde.

La prolífica lista de especialistas del drop siguió creciendo en Francia durante las décadas de final de siglo y hasta los 2000. Guy Laporte, de Graulhet, fue el apertura bleu en 1981 y sumó ocho boteprontos anotados en sus 16 partidos con la selección en los años 80. Por su parte, Franck Mesnel, joven número 10 de Racing Club, ocupó el puesto en la Francia ganadora del Grand Slam de 1987. Y, aunque se le recuerda más por su velocidad y por su reparto de juego que por su pateo, aun así marcó dos de sus tres drops aquella temporada.

Thomas Castaignède, de Toulouse, y Christophe Lamaison, de Brive, estaban entre las figuras principales de la tres cuartos francesa en 1997 y 1998: entre los dos sumaron 11 boteprontos; y Lamaison, de hecho, anotó dos seguidos en la segunda parte, vitales para la remontada de Francia contra los All Blacks en la semifinal de la Copa del Mundo de 1999.

Ya en el nuevo siglo, Frédéric Michalak y Francois Trinh-Duc continuaron la tradición con 16 drops más, en un periodo en el que Francia ganó tres Grand Slams más hasta 2010. La tradición en las filas azules se mantiene viva, pues. Y aunque Rob Andrew y Jonny Wilkinson tienen las cifras más altas de anotación individual de drops en el rugby internacional, los más de 100 boteprontos acumulados por diferentes jugadores franceses desde los años 60 muestra que el drop ha sido un arma esencial en arsenal de los aperturas bleus.

Fuentes:

  • ASM – Le Coeur Rugby – Boisson & Buron (Editions Gerard Tisserand 2002)
  • Bergougnan, un génie du rugby – Lucien Remplon (éditions Farem 2008)
  • Encyclopédie du Rugby Français – Pierre Lafond & Jean-Pierre Bodis (Editions Dehedin 1989)
  • Midi Olympique 90 ans 1929-2019 – Bruno Fabioux (Hugo Sport 2018)
  • Phoenix Book of International Rugby Records – John Griffiths (JM Dent & Sons Ltd, 1987)
  • Rugby au Coeur – Cent ans d’histoire au CA Briviste – Pierre Besson (Imprimerie Lachaise 2010)
  • Un Siècle de Sports – US Dax 1904-2004 (Aquitaine Presse 2004)

Sobre el autor – Músico profesional y comisario artístico, Richard Steele ha sido un enamorado del deporte toda su vida. Forma parte del comité del World Rugby Museum de Twickenham desde 2005 y colabora en su blog, From the vaults, así como en diferentes publicaciones dedicadas a la historia del rugby en la red social Facebook.

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