París parece haberse convertido estos días en el centro del mundo deportivo, con la Copa del Mundo femenina de fútbol en marcha en el Parque de los Príncipes, las World Series de seven disfrutando de un fin de semana glorioso en el Jean Bouin y Rafael Nadal casi sin tiempo de realinear sus botellas de agua después de proclamarse de nuevo campeón de Roland Garros. Y en medio de todo eso, este pasado fin de semana las aficiones de Clermont y Toulouse invadieron la Ciudad de la Luz para la final del Top14 en el Stade de France.

Hace ya un tiempo que se ven chalecos amarillos en la capital francesa, pero los que el sábado llegaron desde Auvernia para tomar la ciudad eran mucho más amigables que los que se ven habitualmente en las protestas parisinas. Amarillo será también, por cierto, el color que, en unas pocas semanas, se vea destellar a lomos de una bicicleta, cuando el Tour de Francia complete su legendario recorrido con varias vueltas al circuito de los Campos Elíseos.

A los 32 años, el criticado Huget le dio marcha atrás al tiempo y apoyó dos ensayos, finalizando sendas acciones de Kolbe, que marcaron la diferencia frente a los golpes de castigo anotados por Clermont

Pero no todo fue amarillo este sábado. Hubo también mucho rojo y negro; o rojo y blanco, para aquellos de nosotros a los que el CSE francés nos resultaba un reto demasiado grande. Desde las primeras horas del sábado, los TGVs depositaron en la Gare de Lyon y en la Gare de Montparnasse su cargamento humano. El partido arrancaba a las 20:45 (aún más tarde incluso por la interminable ronda de apretones de manos del presidente Macron a los protagonistas), así que durante todo el día los bares y cafés próximos al suburbio norteño de Saint Denis bulleron con seguidores que pasaban del expreso a la cerveza.

Aficionados tolosanos en París.

La Ville Rose, como se conoce a Toulouse, es una auténtica ciudad de rugby. Y también es el centro de la industria aeronáutica y aeroespacial europea. Este año, su equipo de rugby ha volado casi tan alto como un Airbus A320: y por eso, después de disfrutar durante una temporada del aliento ofensivo de los rouge et noir de Ugo Mola, las boinas rojas viajaron en masa desde las hermosas orillas del Garona hasta las riberas soleadas del Sena, para ver a su equipo derrotar a Clermont en una vibrante final del Top14.

Stade Toulousain es de nuevo, otra vez, el campeón de Francia.

A los 32 años Yoann Huget, el criticado ala internacional del equipo tolosano, retrocedió en el tiempo para anotar dos ensayos que finalizaron sendas acciones de desequilibrio del incontenible Cheslin Kolbe. Dos puñaladas en los minutos 28 y 55 para abrir un partido al que Clermont se sujetó con seis golpes de castigo, cinco de ellos anotados por el medio de melé escocés Greg Laidlaw. Pero nunca consiguieron traspasar la línea tolosana para apoyar un ensayo.

A menudo, el Top14 es un campeonato muy criticado fuera de Francia, e incluso en el propio país. Pero aquellos que no acaban de cogerle el gusto deberían asistir a una final. Porque son ocasiones que parecen pintadas por un artista, con un cielo azul rotundo y una animación que llena las calles de un tecnicolor arrebatador.

Y además, es mucho más que rugby. La primera gran final de este campeonato se jugó en 1892 y la ganó Racing a Stade Français. Y desde entonces, el viaje a París para presenciar el choque definitivo se ha convertido en un rito de iniciación que traspasa las generaciones de aficionados. Y que cada una disfruta el tiempo que le toca, en las ocasiones en que su equipo la alcanza, antes de ceder el testigo a los más jóvenes.

Una vez más, el regreso del tren charter que trasladó a los aficionados jaunards a París regresó a Clermont entre la desilusión y el agotamiento: los incondicionales del Michelin tenían la llegada prevista a su ciudad a las 4:46 de la mañana. En su memoria, otra vez grandes historias que relatar (de eso trata el Top14, de eso trata el rugby), pero con el amargo sabor de la derrota, tan familiar en el equipo subcampeón por antonomasia del rugby francés.

El Top14 es una competición muy criticada fuera de Francia… e incluso en su propio país: pero la final, que se juega desde 1892, es una ocasión magnífica de colorido, aficiones y rugby en un escenario privilegiado como París

Clermont acumula cinco derrotas en las siete finales que ha jugador del Top14. Todas desde 2007 hasta la fecha. Entre 2007 y 2010 jugó cuatro consecutivas… y perdió tres de ellas frente a Stade Français, Toulouse y Perpignan. Ganó en 2010, también al USAP. Perdió de nuevo en 2015 ante Stade Français y le ganó a Toulon en 2017, su segundo Bouclier de Brennus.

El sábado lo derrotó de nuevo el Stade Toulousain, cuya ciudad celebra a estas horas el vigésimo título de la historia del club. Un campeonato que corona su regreso a la élite del rugby francés y que despierta de nuevo la admiración que siempre se reedita alrededor del rugby tolosano. El equipo de Ugo Mola, sin embargo, aún tiene mucho que caminar para llegar a los parámetros históricos de los grandes campeones rouge et noir. A nivel de rugby y también de victorias. El primer desafío es llegar. El más complicado… perdurar.

[Foto: AFP]