En el rugby moderno, las temporadas nunca se acaban. Mientras algunos clubes volvían la semana pasada a la actividad con el inicio de sus pretemporadas, las selecciones todavía remataban el ejercicio 2017/18 o estaban de regreso a casa después de sus escapadas primaverales por el hemisferio sur. En el caso de Samoa y Alemania, incluso dirimiendo quién estaría el año próximo en el Mundial de Japón.

Porque la RWC 2019 va a ser otro factor gigantesco en apenas unos meses. Si te parece que esta temporada -o a lo mejor habría que decir ya la pasada temporada- ha sido muy larga, mejor te preparas porque la que viene, que ya ha empezado, sí que va a ser directamente interminable.

Dentro de un año justo, todos los focos estarán puestos ya en los partidos de preparación que las diferentes selecciones disputarán cara al Mundial 2019 de Japón, que comenzará en septiembre.

Así, Francia y Escocia ya han programado su enfrentamiento. Gales tiene previsto jugar dos veces con Inglaterra, en Twickenham y en Cardiff. Y algo similar ocurre con Irlanda. En total, en 2019 cada una de las home nations disputarán entre 13 y 15 partidos, uno arriba uno abajo, antes de que el primer oval se ponga en movimiento en Tokio.

Añadamos a ese calendario internacional las competiciones domésticas y los torneos europeos y, una vez más, estamos ante una imagen que se hace más familiar cada año: la temporada de rugby convertida en la lucha por la supervivencia de los más fuertes.

El bienestar de los jugadores, un asunto que siempre es objeto de discusión y que los órganos rectores del rugby mundial siempre aseguran considerar prioritario, se ha convertido en el rey de los lugares comunes: se habla mucho, pero se hace muy poco.

En ese escenario, los jugadores irlandeses con contratos duales serán los que se encuentren en un territorio más favorable, en lo que respecta a la administración de su fatiga de cara a la Copa del Mundo. Gales y Escocia también parecen en mejor disposición para gestionar las cargas de competición de sus jugadores. Peor lo tendrá Inglaterra, a pesar de que su fondo de armario es mucho mayor que el del resto.

La competitividad de la nueva Gallagher Premiership permitirá a los clubes favoritos pocas oportunidades para darles descanso a sus jugadores principales. Con mandatarios al frente que hacen parecer a Shylock, el usurero de El mercader de Venecia, una hermanita de la caridad, uno puede apostar que antes cuidarán las libras esterlinas que las libras de carne de los protagonistas de este circo que es el rugby de hoy.

Mientras, al otro lado del Canal de la Mancha, la cosa no sólo mejora sino que tiende al infinito. El Top 14 es el que impone las reglas y podemos esperar lo habitual: otra temporada maratoniana desde agosto hasta junio para los clubes que disputan la máxima categoría francesa. Al menos, la selección bleu disputará solamente tres tests en noviembre. Un poco de aire con respecto a las previsiones de los británicos e irlandeses (ver calendario de tests de noviembre).

Los partidos de preparación para el Mundial ya confirmados son los siguientes:
• 17 de agosto: Francia-Escocia
• 24 de agosto: Escocia-Francia
• 30/31 de agosto: Francia-Italia
• 31 de agosto: Georgia-Escocia
• 6/7 de septiembre: Escocia-Georgia.