Es medianoche en Saint-Denis y el capitán de Francia, Guilhem Guirado, sigue atendiendo a los medios: con el barro, los hematomas y el agotamiento del partido aún frescos, en la primera noche del 6 Naciones 2019.

Poner los partidos a las nueve de la noche puede que sea una buena opción para los aficionados locales, que se pueden deleitar con una buena cena antes del partido; pero para los jugadores es la parte final de un calvario que se ha prolongado durante un largo día.

Mientras la noche del viernes ya bordea la madrugada del día siguiente, Guirado puede por fin irse a la ducha, tras finalizar la interminable ronda de compromisos con los medios de comunicación. Sabe que aún le quedan por delante algunas horas antes de poder relajarse y procurarse el descanso que merece un guerrero.

Aunque lo más probable es que le cueste dormir después de lo que ha ocurrido sobre el terreno juego.

La desesperación francesa tras la derrota con Gales.

A esa hora, los tenues neones de hoteles y bares apenas iluminan las calles del área de Saint-Denis, ya casi vacías cuando el último metro se lleva a los últimos aficionados de vuelta a la Gare du Nord y al centro de París. Caen las persianas de los bares y restaurantes y la noche se cierra en esta zona de la capital francesa.

Ha sido una velada heladora y amarga. Gales ha protagonizado una resurrección que el propio Lázaro tendría difícil explicar, remontando el 16-0 del descanso con tres ensayos en la segunda parte… hasta cerrar la victoria por 24-19.

Es la remontada más grande tras el descanso protagonizada por Gales en toda la historia del 5/6 Naciones. Generadora de un júbilo que provocó un agudo contraste con la pura desolación de los rostros franceses al final del partido.

Ni siquiera con Poirot -un nombre de resonancias detectivescas en la primera línea- puede Francia resolver el misterio de cómo los hombres de Jacques Brunel dejaron que se les escapara de entre las manos una ventaja tan sustanciosa.

No tendrán mucho tiempo los franceses de lamerse las heridas, porque el siguiente partido está ya a la vuelta de la esquina. Francia y Gales han tomado ya estos días direcciones opuestas, para enfrentar la preparación de los partidos de la segunda ronda.

Mientras el equipo de Brunel piensa en la siempre crujiente visita a Twickenham en una nueva edición del partido conocido como le Crunch, a Gales la espera Italia.

Siguiendo los pasos de Vincent Van Gogh, que en 1888 abandonó la grisalla parisina en busca del sur y de la incomparable luz de Provenza, los artistas de Gatland han viajado hasta Niza, donde tendrán su campamento de preparación antes del choque en Roma.

Warren Gatland, a pesar de la victoria, espera que el tiempo mejore y que su equipo también lo haga. Gales necesita rendir de manera equilibrada durante los 80 minutos de partido en el Estadio Olímpico.

Y en Londres, Brunel tendrá que hacer recuento de daños y reparar la moral y la psicología, tanto como los cuerpos.

Mientras, como un augurio, el viento sopla inmisericorde alrededor del Stade de France en la noche del viernes. Sopla directamente en la cara del rugby francés, que vuelve a quedarse a la intemperie.