El león ha simbolizado, tradicionalmente, el poder, la fuerza y la protección. En la cultura japonesa aparece a menudo asociado con lugares de culto, en los que es habitual ver un par de estatuas de leones que franquean la entrada a los altares y templos. Se les conoce como perros león, y se les atribuye la capacidad de mantener a raya a los espíritus del mal.

El sábado en Murrayfield occidente se midió con oriente, a la manera de los leones, con el encuentro de preparación para la gira sudafricana disputado por los British&Irish Lions frente a Japón. No fue un partido como para rugir de satisfacción, pero una vez más los muchachos de la melé naciente nos alegraron el corazón a quienes estuvimos en el estadio, exhibiendo su vibrante estilo de rugby.

En Sudáfrica, los Lions se medirán con un equipo con un modelo de juego radicalmente diferente al de los japoneses. Pero simplemente por ver saltar al campo al equipo de Gatland, con sus casacas escarlatas, frente a los Brave Blossoms esta vez de azul, mereció la pena el via crucis de tests que nos vimos obligados a superar en las últimas semanas para poder estar en Murrayfield.

La marea roja de los aficionados de los Lions se quedó esta vez en un río… La mayor pena es que ya no volveremos a verlos acompañando al equipo en su viaje por tierras del sur. Su ausencia, debida a las restricciones impuestas por la pandemia, supone una pérdida enorme para el espectáculo… y desde luego para la economía sudafricana.

El mayor temor que suele acompañar a este tipo de partidos de preparación previos a una gira o un gran torneo son las lesiones. Y todos nuestros miedos quedaron encarnados en lo que vimos al poco de empezar: con sólo siete minutos de juego el capitán de los Lions, Alun Wyn Jones, tuvo que abandonar el campo con su brazo medio colgando. Y al verlo supimos sin lugar a dudas que el viaje del gran cazador había finalizado antes de empezar. Y así fue.

Apenas unos minutos más tarde, Justin Tipuric se dislocó un hombro y se convirtió en la segunda ausencia en la expedición de Warren Gatland. El cielo se abrió en Edimburgo, con un brillo esperanzador… pero en las gradas las celebraciones habían quedado aguadas.

Dicen que el rugido de un león se puede escuchar a ocho kilómetros de distancia: seguro que los lamentos que se oyeron el sábado en Edimburgo cuando cayó el líder de la manada llegaron mucho, mucho más lejos

Josh Adams anotó el ensayo que abrió el marcador para los Lions a los 11 minutos, seguido más tarde por otro de Van der Merwe a los 20 y el de Robbie Henshaw a la altura del minuto 24. Biggar anotó las tres conversiones para llevar a los Lions al intermedio con una cómoda ventaja de 21-0.

La única marca del equipo de Gatland en la segunda mitad llegó en el 49′, con el apoyo logrado por Tadgh Beirne, cuya transformación también pasó Biggar. Con los Lions en ventaja de 28-0, los japoneses acortarían distancias en el minuto 61 gracias a un ensayo de Himeno, transformado por Tamura, que también sumó algo después un golpe de castigo. El 28-10 acabaría siendo el resultado final del partido.

Una victoria presenciada in situ por 16.500 espectadores: ese detalle, después de lo que hemos pasado todos en los últimos 15 meses, se convierte en un tesoro para todos los aficionados al rugby. Una pena que lo ensombrecieran las inoportunas lesiones de Jones y Tipuric.

Dicen que, en la sabana, el rugido del león se puede oír hasta a ocho kilómetros de distancia. Los lamentos que se escucharon este sábado en Edimburgo cuando cayó el líder de la manada seguro que llegaron mucho, mucho más lejos.

[Foto cabecera: ©INPHO/Billy Stickland].