
Este sábado las Red Roses se enfrentarán a Escocia en el último fin de semana del 6 Naciones femenino: en caso de victoria, se apuntarían el Grand Slam. Inglaterra es ya un equipo profesional que cuenta con jugadoras a tiempo completo, lo que ha hecho que un grupo de inmenso talento inicial haya mejorado.
El salario medio de 24.000 libras (casi 28.000 euros) no es una fortuna, pero sí una cantidad suficiente para permitir que las jugadoras puedan descansar y entrenar más duro.
La mejora en el juego ha sido increíble; el público está aumentando, los medios de comunicación están dedicando más tiempo a las mujeres y el resultado de todo esto se ve en el campo. Inglaterra puso en marcha una Premier League femenina en 2017, que funcionó como catalizador para que tanto el interés por el deporte como la calidad en el campo aumentaran enormemente. A pesar de que las jugadoras no cobran, se han establecido unas bases para cubrir la preparación, el entrenamiento y un fondo de previsión.
La Premier League femenina está funcionando como catalizador y las Harlequins son la parte más visible de esta evolución: tienen hasta 15 internacionales de diversos países en sus filas y el récord de asistencia a un partido de clubes de rugby jugado por mujeres
Las Harlequins son la parte visible de esta revolución. Su estrategia de marketing da mil vueltas a la competencia, y su equipo incluye a siete internacionales inglesas, dos escocesas, una irlandesa y dos suecas, además de una estadounidense, una australiana y una checa.
También ostentan el récord de asistencia en un partido de clubes de rugby femenino, con 4.545 espectadores.
En Francia también nos encontramos con una liga femenina, en la que las jugadoras son amateurs. Aun así, la selección cuenta con cobertura en prime time en la televisión y mucho más tiempo en los medios que ningún otro país, incluyendo dos potencias en el juego como Nueva Zelanda y Australia.
El partido entre Inglaterra e Italia del pasado sábado en Exeter reunió a 10.545 espectadores en el estadio de Sandy Park. 6.047 personas asistieron al Irlanda-Francia, estableciendo así un récord también para el país del Trébol. Marcas de asistencia que son superadas de forma constante y que reflejan el incremento del interés en el rugby jugado por mujeres.
El máximo histórico de asistencia en un partido femenino en suelo británico fue de 13.253 personas, en la final del Mundial femenino de 2010 entre Inglaterra y Nueva Zelanda.
El pasado noviembre, Francia se enfrentó a Nueva Zelanda en Grenoble ante 17.000 personas.
Definitivamente, se confirma que estamos ante un fenómeno de crecimiento sostenido, y las federaciones están haciendo esfuerzos por capitalizar ese desarrollo.
Durante este 6 Naciones, Francia ha llevado sus partidos por todo el país, incluyendo zonas de gran tradición rugbística en las que los fans han respondido con fuerza. Inglaterra está siguiendo esta estrategia con los mismos resultados de aumento en el número de espectadores. Exeter se ha revelado como un fortín, tanto en lo deportivo como en el apoyo de las gradas, para las Red Roses.
Las cifras de asistencia baten récords de forma constante y el interés crece. Basta un dato: en 2007 sólo 250 personas asistieron al Inglaterra-Escocia femenino. Este sábado, en Twickenham y con el programa doble de la Calcutta Cup, se espera multiplicar muchas veces esa cifra en las gradas
Este sábado el escenario será el mejor posible: las inglesas se enfrentarán a Escocia sobre el césped sagrado de Twickenham, inmediatamente después del partido masculino por la Calcutta Cup. Los double headers, programas dobles, son una fórmula cada vez más frecuente que también está funcionando muy bien para impulsar el interés por el rugby jugado por mujeres. Un programa que supone una gran motivación para las jugadoras y una oportunidad para conseguir nuevos conversos para el rugby femenino.
Queda mucho camino por recorrer, claro. El éxito de Inglaterra también conlleva la preocupación por que su dominio (50 puntos sobre Gales y Escocia y un 41-26 contra Francia) pueda acarrear una consecuencia negativa: la pérdida de interés si no hay competitividad. Si el número de aficionados crece el juego deberá hacerse más igualado, y los equipos necesitarán patrocinadores que sostengan esa evolución.
Desafíos futuros, cada vez más presentes, que reproducen a escala cuestiones que también se plantearon y siguen abiertas desde la transformación del rugby masculino al profesionalismo.
Pero mientras, las rosas inglesas siguen liderando la revolución. Para ponderar la fantástica evolución que se ha producido en estos años, basta un dato: en 2007, la asistencia en el Inglaterra-Escocia femenino fue de 250 personas. Este sábado se esperan unas cuantas más a las 19:30 en Twickenham.