
Hay una teoría que afirma que el tiempo tiende a pasar más deprisa conforme más mayor te haces. Si nos regimos por lo ocurrido este año en el 6 Naciones, podríamos concluir que esa hipótesis tiene bastante sentido. Parece que fue ayer cuando dijimos adiós a la Navidad y comenzamos a saborear la inminencia del torneo, siempre con esa calidad anticipación con la que hace cada año. Y de pronto, en este lunes húmedo, con la nieve caída aún fresca sobre el piso, despedimos el 6 Naciones 2018 con un fin de semana en el que Irlanda se llevó nada menos que el Grand Slam.
Por algún motivo, tenemos la impresión de que, este año, el torneo ha volado más rápido que nunca. Puede que el hecho de que, a mitad de competición, cumpliéramos 60 años contribuyese a esa impresión. Y que, en efecto, a estas edades el tiempo vuele como los pájaros. Todo ha ocurrido como en un suspiro. Aún quedan en la funda del iPad algunas migas del croissant que nos tomamos en Marsella (después del partido entre Italia y Francia) y parece que va siendo hora de limpiarlas.
Einstein conjeturó que el tiempo se ralentiza o acelera dependiendo de la velocidad con la que te muevas respeto a algún otro objeto. O algo así… Intenta convencer de algo así a quien estuviera frente a Matthieu Bastareaud en el momento que agarra la pelota y se lanza a por una ruptura. En momentos así, la física teórica es rápidamente sustituida por un mero instinto de supervivencia: o peleas o sales volando.
El tiempo ha sido un factor crucial en la suerte de este torneo. En el primer fin de semana, en París, cuando pasaban tres minutos de los 80 reglamentados, un drop de Johnny Sexton permitió a Irlanda rescatar una victoria contra los bleus. Una semana más tarde, el Trébol recibió a Gales en Dublín y, con el marcador en 33-30 para los irlandeses y 80 minutos en el reloj, el vuelo de la pelota en un pase de Gareth Anscombe detuvo el tiempo el más breve de los instantes…
Si ese balón llega a Tipuric, podemos dar por seguro que habría ganado Gales. Pero la intercepción de Stockdale disparó de nuevo los relojes a toda velocidad y cerró la victoria de los hombres de verde.
Desde luego, el equipo de Irlanda se ha erigido en el gran Señor del Tiempo en este 6 Naciones: han anotado 31 puntos en el tiempo añadido ya sea de la primera o de la segunda mitad, con las barreras de los 40 y 80 minutos ya traspasadas. Si sigue así, tendremos que empezar a pensar que Joe Schmidt, el entrenador de Irlanda, es en realidad un sosias del Doctor Who.
Otro ejemplo… Para Italia, durante su partido en Gales, los primeros seis minutos de juego debieron tomar el aspecto de una eternidad. Fue lo que les costó a los Dragones voladores apoyar dos ensayos, que convirtieron la tarea de la remontada en un práctico imposible para la azzurra.
También hay un buen número de jugadores en Francia que pagarían por poder detener el tiempo y regresar al principio de aquella fatídica noche en Edimburgo, que culminó con una investigación policial y la consiguiente desaparición del equipo de Jacques Brunel de unos cuantos miembros de su escuadra. Y, al otro lado, encontraremos a un buen puñado de escoceses que habrían deseado que la noche de su maravillosa victoria en la Copa Calcuta frente a Inglaterra jamás se terminara.
Pero el tiempo no solo se mide en los relojes, sino que su sustancia se encuentra también en los momentos. Instantes de júbilo y de tristeza, de esperanza y de desesperación, de fealdad y de belleza.
Teddy Thomas y Bastareaud han sido algo así como una versión de la Bella y la Bestia. Sergio Parisse alcanzó el impresionante hito del centenar de derrotas con Italia. Y, mientras, la Flor de Escocia envió de vuelta a casa a los ingleses, a pensar otra vez… Y otra vez y otra, porque el equipo de Eddie Jones ya no se recuperó y perdió los dos siguientes encuentros también, contra Francia e Irlanda.
Y mientras, Gales acabó el torneo en segunda posición, contra todas las apuestas, y con 11 jugadores lesionados aprovechó para inyectar experiencia y fondo de armario en su plantilla, justo a tiempo para afrontar el año próximo la Copa del Mundo en Japón.
Así que, por fin, esto se ha terminado. Los recuerdos están ya almacenados en nuestro banco de datos, donde se acumulan con los que ya coleccionamos de tantos y tantos años, y algunos ya esperamos que llegue el próximo 6 Naciones. Cuando, el 1 de febrero de 2019, Gales y Francia inauguren la competición en París, en el muy afrancesado horario de las nueve de la noche.
No cabe duda de que el tiempo pasará a toda velocidad. Y si nos es concedido, repetiremos otra vez todo lo que ya hemos hecho y dicho. Y confirmaremos una vez más: como vuela el tiempo cuando lo estás pasando bien.