Volver a escribir sobre Francia a estas alturas resulta un desafío para el autor de estas líneas: en el número 1 de H (en el lejano 2017) publicábamos un artículo titulado La burbuja ‘bleu’ y tratábamos de situar la realidad del rugby galo en un contexto repleto de tópicos, en el cual resultaba complicado distinguir la ficción de la realidad.

En el tercer número en papel de nuestra revista era Imanol Harinordoquy el que decía las tres verdades del barquero respecto a la situación del deporte de élite en el Hexágono.

Todos parecíamos de acuerdo: multimillonarios (sea a título individual, familiar o empresarial) al frente de los clubes más potentes, dinero invertido en estrellas extranjeras, escasa relevancia de los jugadores nacionales dentro de los equipos, inestabilidad, urgencias, resultadismo, falta de proyectos a medio/largo plazo y un largo etcétera.

La realidad de los clubes condicionaba la realidad de la selección, se sucedían jugadores y entrenadores en el equipo nacional, no existía ningún criterio ni orden lógico en el cuerpo técnico de la selección… Guy Novés, Jacques Brunel y Fabien Galthié: tres seleccionadores desde que escribimos por primera vez sobre Francia en las páginas de H.

De 2011 a 2019: Marc Lièvremont, Saint-André, Novès y Brunel.

Todo parece normal y repetido hasta aquí. Pero sí que hay algunas cosas que han cambiado en el rugby francés: la normativa de los JIFF (con las dudas que genera y ha generado respecto a su legalidad), los éxitos de la selección M20, la exigencia competitiva del Pro D2… El rugby francés ha vivido un proceso de transformación natural que ha permitido un cierto regreso a las raíces, un proceso de recuperación de parte de la identidad de los clubes y -por tanto- una vuelta a la ilusión del orden conocido.

Los aficionados quieren que sus equipos tengan jugadores de primer nivel mundial, pero su vínculo emocional está más relacionado con los jóvenes (o no tan jóvenes) de la casa. La mayoría de los clubes importantes lo han entendido de forma casi inmediata y han retomado ese proceso de fabricación de jugadores dentro de las estructuras de cantera del equipo: tienen (o fichan) chicos de 15-16 años y los maduran enfocados a su proyecto de futuro; no hace falta que sean franceses, simplemente es necesario que cumplan tres años de pertenencia a la cantera para certificar su carnet de JIFF. Clermont, Stade Toulousain, Union Bordeaux-Bègles, Lyon… Incluso Montpellier (epítome del rugby supranacional) ha llegado a ese punto de aplicación de la nueva fórmula.

La maniobra de Galthié en su primera lista es habitual: 18 jugadores nuevos, 24 años de media de edad, 30 años el más veterano, 51 ‘caps’ el que más veces ha sido internacional… Lo mismo que hicieron Saint-André, Novès y Brunel antes

En ese contexto llega la primera convocatoria de Fabien Galthié como seleccionador y el cuerpo técnico del XV del Gallo ejecuta una maniobra muy previsible de antemano: convocar a jugadores nuevos (18 en este caso). Lo mismo que le vimos hacer a Philippe Saint-André, Guy Novès y Jacques Brunel en los últimos cuatro años.

Hasta 18 jugadores que no han jugado con Francia: Gros, Haouas, Cazeaux, Geraci, Palu, Cretin, Fischer, Tolofua, Woki, Lucu, Carbonel, Heriteau, Vincent, Cordin, Etien, Ngandebe, Bouthier, Hamdaoui; 24 años de media de edad entre los 42 componentes; sólo un hombre (Bernard Le Roux) por encima de los 30 años; 51 caps  (Gaël Fickou) el que más veces ha vestido la camiseta del Gallo; y un capitán (Charles Ollivon) con un bagaje de 11 partidos internacionales…

Los datos son todavía más llamativos si hacemos un cómputo global:

351 caps acumuladas por los 42 seleccionados, 8 de media.

Si hacemos el cálculo del promedio de partidos con el XV del Gallo por jugador y línea el impacto es innegable:

Primera línea: 10; segunda línea: 9; tercera línea: 3; pareja de medios: 11; centros: 18; alas: 5; zaguero: 3.

En la segunda línea, tercera línea, centro y alas hay tantos debutantes como jugadores con experiencia internacional. Para el puesto de zaguero aparecen dos novatos y un veterano.

Ilusión a raudales, siete campeones del mundo M20 de 2018, 21 años el mayor de los aperturas de la lista: es decir, una convocatoria -a priori- muy enfocada al Mundial 2023, proyecto a largo plazo…

Charles Ollivon será el capitán de Francia en con Galthié (Foto: AFP/Christophe Simon).

Los medios franceses han publicado -de forma inmediata- la lista de los grandes damnificados de esta primera convocatoria. Se transmite la sensación de que no estar en la primera lista significa no entrar en los planes del nuevo cuerpo técnico. Todo demasiado brusco, todo demasiado radical, demasiadas conclusiones para una lista de preparación del 6 Naciones 2020.

A estos excesos de euforia, a estas reacciones desmedidas, los sucederán excesos de frustración de un nivel similar cuando llegue la primera derrota; cuando llegue el primer partido en que esa estrella fulgurante llamada a guiar a Francia a las más altas cotas -que cada lector ponga el nombre y apellido que más se ajuste a su criterio- cometa su primer error grueso, acorde a su juventud/falta de experiencia…

Será ahí cuando comprobemos la confianza en el proyecto, la resistencia del cuerpo técnico y la Federación (Bernard Laporte y Serge Simon, recuerden) a las críticas; la resiliencia y madurez de esos jugadores bisoños, sin el respaldo de los veteranos curtidos en las lides de la crítica feroz de los medios franceses. Ese será el punto a partir del cual podamos empezar a valorar con un mínimo de criterio todo este proceso que, de momento, tiene más que ver con la fantasía que con la realidad.

Galthié, en sus días como internacional francés.

El juego de Montpellier y Toulon bajo la dirección de Fabien Galthié no se caracterizó por su vistosidad; tampoco ha tenido éxitos excesivamente relevantes pese a dirigir a dos de los clubes económicamente más potentes no sólo de Francia, sino también de Europa. No se ha caracterizado el actual seleccionador por digerir demasiado bien las críticas respecto a la pobreza del desempeño y los resultados de sus equipos: salió de ambos clubes cerrando la puerta por el lado de fuera y sin que le hayan echado de menos ni le vayan a llamar en un futuro próximo. El Fabien Galthié jugador no se encontraría demasiado cómodo siendo dirigido por el Fabien Galthié entrenador, esa es la cruda realidad.

Hemos dicho con anterioridad en este mismo espacio:

«Hay vida en las categorías inferiores del rugby francés, el desafío pasa por conseguir que todos esos jugadores sean relevantes en sus clubes y en la selección absoluta».

Muchos ya han llegado a la selección. Tendremos tiempo para descubrir cuántos se quedan. Mientras tanto, seguiremos viendo a los M20, Pro D2, Top 14 y los partidos de competiciones europeas de los equipos galos, tal como hemos hecho hasta ahora. La única fórmula para conocer a los jugadores pasa por verlos en las categorías inferiores y en sus clubes, no hay ningún secreto.