
Normalmente, cuando un equipo llega a las semifinales de una Copa del Mundo, los análisis tienden a subrayar los aspectos positivos de su juego en la eliminatoria de cuartos. En el caso de Gales y su actuación contra Francia, la realidad es que hay muy pocos momentos destacables en lo que se refiere a su juego de ataque. Casi toda la presión galesa llegó en el tramo final del encuentro, después de que el equipo de Warren Gatland tuviera serias dificultades para imponerse a un rival que se había quedado con 14. Lo logró solo muy al final.
Todo lo que hizo Gales tuvo un aspecto laborioso y complicado. Su juego con el pie fue errático, perdió muchos balones en el contacto, Biggar encontró pocas opciones a su alrededor para abrir juego y, encima, la defensa careció de su habitual intensidad. Y podríamos seguir enumerando.
Para empezar, es de justicia alabar a Francia, que seguramente jugó contra Gales su mejor partido en una Copa del Mundo desde 2011. A menudo hemos sido críticos con Francia en estos últimos años, y no sin razón: un país con los recursos económicos y de jugadores que tiene Francia debería competir cada año por el título del 6 Naciones… en lugar de languidecer una temporada tras otra en la zona baja de la clasificación.
En esta ocasión parecieron mejorados, tanto en su organización como en los niveles físicos; también su juego táctico con el pie fue significativamente mejor y, por momentos, encadenaron algunas jugadas que mostraban cohesión y en cierto modo remitían al mejor patrón de juego francés de otros tiempos.
Tal vez la semana extra de descanso de la que disfrutó Francia tras la cancelación de su partido con Inglaterra le permitiera cierta ventaja en la puesta a punto; o al menos, más tiempo del que tuvo Gales para desconectar y preparar ese duelo. Nunca lo sabremos, pero el nivel de juego que vimos sobre el césped subrayó el mayor brío e intensidad de los franceses, ante una Gales que careció de su filo.
En cualquier caso, el de Gatland sigue siendo un muy buen equipo. Así lo muestra el hecho de que completaran los internacionales de otoño imbatidos, para después ganar el Grand Slam. Eso es irrebatible.
La cuestión ahora es saber si Gales tiene la chispa creativa suficiente como para pasar de ser un buen equipo a ser un equipo capaz de batir a Sudáfrica en las semifinales de una Copa del Mundo. Y, después, realmente optar al título. ¿Hace falta ser creativo para ganar la Copa del Mundo siquiera?
La mayor fortaleza del conjunto de Gatland es su fortaleza defensiva, la organización y el compromiso, así como la tenacidad mental de sus hombres para seguir peleando partidos que parecen perdidos. Pero, ¿será eso suficiente como para llegar a lo más alto?
Gales en 2019
Dejando a un lado los partidos de preparación de la Copa del Mundo, la temporada ha sido excelente para Gales: un Grand Slam primero, y ahora dos victorias en la Copa del Mundo ante Australia y Francia.
En el 6 Naciones, el equipo de Gatland solo anotó 10 ensayos (el mismo número que Italia) y quedó muy por detrás de Inglaterra, que metió 24. La clave de sus victorias se esconde en la columna de ensayos encajados: solamente siete, comparados con los 13 de Inglaterra y los 10 de Irlanda.
Si vamos adelante, hasta la Copa del Mundo, Gales anotó dos ensayos contra Francia y otros dos frente a Australia.
Así que, como es evidente, Gales no hace muchas marcas, pero su capacidad defensiva les permite sumar victorias contra equipos de primer nivel.
Si categorizamos los ensayos de una manera cruda, tenemos por un lado los que son creados –es decir, que provienen de una jugada elaborada del equipo-; y los ensayos por presión, que llegan a partir de situaciones de presión sobre el contrario.
El juego de presión ha sido una de las grandes especialidades de Irlanda, sustentado casi siempre en las patadas de Murray y Sexton y la potencia del equipo de Joe Schmidt en los puntos de encuentro. La cuestión es que un equipo no siempre precisa una gran creatividad en el juego para anotar ensayos, ni jugadores que rebasen las líneas de ventaja en duelos uno contra uno, ni siquiera fases estáticas excesivamente trabajadas: hay otras formas menos elaboradas de meter ensayos.
Gales es un equipo que anota pocos ensayos, pero también encaja una cantidad mínima: las semifinales suelen ser partidos muy apretados, en los que la falta de ‘creatividad’ del equipo de Gatland, más contra un rival como los Springboks, podría ser un factor menos relevante
De los 14 que ha sumado Gales entre el último 6 Naciones y la Copa del Mundo, cinco llegaron a partir de acciones de presión, incluidos los dos contra Francia: Wainwright aprovechó un balón perdido por los bleus frente a la línea defensiva de Gales, primero; y después, Moriarty anotó a la salida de una melé en la que el pack de Francia, con siete hombres, se vio superado.
En el choque con Australia, la intercepción de Gareth Davies llevó a otra marca galesa nacida de un buen trabajo en la presión. Además, también llegaron así los dos ensayos anotados a principios de año contra Francia en el 6N.
Por completar el análisis: cuatro ensayos nacieron de patadas lanzadas cerca de la línea de defensa rival. Patadas a campo contrario (como las del ensayo de Parkes contra Australia y de Adams frente a Inglaterra); o patadas a seguir (Parkes contra Irlanda, Watkin ante Italia). Los otros cinco ensayos fueron construidos fase a fase (uno en cada uno de los encuentros frente a Italia, Francia e Inglaterra, y otros dos contra Escocia).
Entonces, ¿qué conclusión podemos sacar de todos estos datos?
Que Gales no anota muchos ensayos.
Que tampoco concede demasiados… lo que le permite competir con equipos de primera línea.
Y que un tanto por ciento muy significativo de sus marcas provienen de la presión más que de la construcción del juego (sobre todo contra rivales Tier 1).
Y, por último, es justo decir que Gales no genera tampoco demasiadas oportunidades de anotación a través de su juego. ¿A qué se debe eso?
Para empezar esto tiene que ver con el modo en el que configura Warren Gatland a su equipo y los jugadores de los que dispone. Además, claro, de las tácticas que utiliza.
Respecto a los jugadores con los que cuenta, por ejemplo, Gales no tiene a un gran número 8 capaz de llevar la pelota, un jugador del tipo de Billy Vunipola o el australiano Isi Naisarani. Tampoco cuentan con un pilar derecho que sea un carrier (tipo Furlong en Irlanda o Sinckler en Inglaterra), aunque Dillon Lewis parece evolucionar hacia un jugador de ese tipo.
La mayoría de los ensayos que anota Gales provienen no tanto de jugadas elaboradas como de situaciones en las que saca beneficio de su juego táctico y de presión: necesitará ser riguroso en defensa y muy preciso en el juego con el pie para poder aprovechar esas características frente a Sudáfrica
Tener delanteros que sean capaces de llevar la pelota es, en el más alto nivel, una gran ventaja. Así que Gatland ve sus opciones limitadas a la hora de generar espacios para sus tres cuartos. Eso implica que tenga que buscar alternativas a la hora de atacar y que ponga un gran énfasis en placadores potentes y las opciones que se derivan de esas acciones defensivas.
Simplemente mirando al siguiente ejemplo, vemos hasta qué punto Gales se ve obligado a sacrificar opciones creativas para adoptar otras más defensivas. Hay un buen número de áreas del juego en las que la creatividad galesa no está a la altura de la de otros equipos de primera línea. En el siguiente clip del partido contra Francia vemos reflejado ese problema, con Tom Francis y Jake Ball rompiendo con la pelota antes de que, enseguida, Gales opte por una patada.
El botepronto inicial del partido de Dan Biggar fue magnífico y permitió a Gales recuperar la pelota, pero la imagen muestra los problemas para gestionar el ataque: delanteros que reciben la pelota parados -y retroceden en el contacto-, otros que entran demasiado aislados, pocas opciones para que Biggar abra juego y, finalmente, la necesidad de una patada que deja a Gales sin posesión.
Son síntomas de un equipo con problemas para generar oportunidades y espacios de ataque, y que dependerá mucho de la precisión de su juego con el pie y la agresividad en la presión para compensarlo. De otro modo, su juego de ataque provocará pocas opciones de ensayo.
Es improbable que Gales juegue contra Sudáfrica tan mal como lo hizo frente a Francia. Y, además, el estilo de juego de los Boks, con carreras directas y potencia en el juego estático, le va mejor a los Dragones que un rival de mucha movilidad y rugby expansivo
Ahora, conviene también hacerse la siguiente pregunta: ¿Realmente necesita un equipo anotar tanto? ¿Tiene Gales opciones de meterse en la final con un ataque así?
En las semifinales de la Copa del Mundo de 2015, los dos equipos que no marcaron ensayos se quedaron fuera (Argentina y Sudáfrica).
En 2011, Gales anotó solo una marca en su semifinal contra Francia (que ganó con tres golpes de castigo), en un partido muy afectado por la roja a Warburton. Mientras, en la otra semifinal Nueva Zelanda superó a Australia anotando un solo ensayo, por ninguno de los Wallabies.
En la RWC 2007 también los equipos que hicieron más ensayos pasaron a la final.
Es improbable que Gales juegue este domingo contra Sudáfrica tan mal como lo hizo frente a Francia. Los Springboks son un equipo poderoso, que se adapta mejor al estilo de Gales en el sentido de que el conjunto de Gatland se siente más cómodo defendiendo a un contrario de carreras directas y mucho juego estático que a otro que juegue un rugby muy abierto y de mucho movimiento.
Las semifinales tienden a ser partidos de anotaciones bajas, lo que de nuevo favorece a Gales, cuyo rigor defensivo puede jugar un papel muy importante en el desenlace. Los antecedentes muestran que en este tipo de encuentros se ven pocos ensayos, así que Gales no necesitaría elevar sus cifras habituales de anotación para estar en condiciones de ganar: valdrían un par de marcas, tal vez con algún golpe de castigo y el ocasional drop.
De modo que las habituales dificultades de Gales para generar un gran volumen de juego ofensivo y oportunidades de ensayo no deberían constituir un factor demasiado decisivo en un partido de esta naturaleza. Si el equipo de Gatland accediera a la final, sin embargo, contra Nueva Zelanda o Inglaterra, entonces estaríamos hablando, sí, de un asunto y un escenario totalmente diferentes.
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