
A las tres de la tarde del 31 de mayo de 1995, en el Free State Stadium de Bloemfomtein, Japón se enfrentó a Irlanda en un partido correspondiente al grupo C del torneo. Jugado ante 15.000 espectadores, aquel encuentro significó la 35ª y última internacionalidad con los Brave Blossoms del que entonces era su medio de apertura: Seiji Hirao. Mister Rugby, como se le conoce en Japón.
Nacido en Kyoto el 21 de enero de 1963, Hirao disputó tres copas del mundo con el equipo nipón. La primera de ellos, la inaugural de 1987, cuando todavía tenía solo 19 años. La segunda, en 1991, como capitán de su equipo; y la última, la de Sudáfrica en 1995.
Hoy, cuando Japón enfrenta a Sudáfrica en su propia RWC, se cumplen tres años de la muerte de Sejii Hirao, fallecido a los 53 en un hospital en el que estaba siendo tratado de un cáncer en el conducto biliar. Fue uno de los jugadores más populares de todos los tiempos en Japón… y cuando murió, a una edad todavía dramáticamente temprana, al menos había tenido el orgullo y el honor de celebrar la elección de su país como anfitrión del Mundial.
El rugby siempre un deporte de gran y competitivo arraigo en el mundo académico japonés. Hirao dirigió a su equipo del instituto Fushimi Kogyo al campeonato nacional en la temporada 1980-81. En su paso por la Universidad Doshisha en Kyoto, Hirao se proclamó campeón universitario en tres ocasiones y se ganó su primera convocatoria para el equipo nacional: contra la selección universitaria de Nueva Zelanda. A los 19 años y cuatro meses era el internacional más joven de la historia de Japón.
Tras graduarse, se marchó a Inglaterra, donde jugó en Richmond durante el año 1985. Regresó a Japón al término de ese impás en la región de Surrey y, enrolado en los Kobelco Steelers, ganó hasta siete campeonatos consecutivos, de 1989 a 1995, tanto de la liga nacional de corporaciones como del All Japan Championship.
Hirao es aún uno de los jugadores más populares de Japón en todos los tiempos: el internacional más joven de la historia de su país, apertura y centro, disputó tres veces la Copa del Mundo y dirigió a la selección antes de fallecer de cáncer a los 53 años
Su sobrenombre se lo ganó en la histórica victoria que los japoneses lograron frente a Escocia, en 1989 en Tokio (28-24). Durante años, aquella fue una de las derrotas más humillantes jamás cosechadas por un equipo de primera línea: al año siguiente, los escoceses ganarían el Grand Slam.
Muchas de sus estrellas (los hermanos Hastings, Craig Chalmers, Gary Armstrong, Peter Dods, Fin Calder, John Jeffrey, David Sole y Derek White) se encontraban en esos días concentrados con los Lions de McGeechan. Y Escocia no reconoció el partido como un full test, con lo cual los anales no recogen la victoria nipona. Pero la realidad es que, ante 25.000 espectadores entusiasmados, los escoceses encajaron hasta cinco ensayos del equipo ordenado alrededor del rugby de Seiji Hirao, esta vez con el 12 a la espalda.
También participó en el primer triunfo jamás logrado por Japón en una Copa del Mundo,cuando se impuso a Zimbabue en 1991.
Convertido en entrenador, entre 1997 y 2000 Hirao dirigió al equipo nacional y lo condujo a la Copa del Mundo de 1999, donde los Brave Blossoms perdieron sus tres partidos en el grupo… pero dejaron una impronta de rugby que cautivó al público. Después asumiría también como técnico del que ya había sido su equipo, otra vez en los acereros de Kobe, un equipo de naturaleza ganadora.
Miembro estimado del Rugby Hall of Fame, su enfermedad le impidió llegar a ver los días de entusiasmo que el país vive estas semanas: convertido en epicentro del rugby mundial y con sendas victorias, ante Irlanda y Escocia, que han prolongado y amplificado la estima que el planeta rugby siente por el juego japonés. Queda para la memoria el único ensayo de su carrera internacional, frente a Irlanda en 1995, un partido que los del trébol ganarían 50-28.
Hoy, la majestuosa sombra de Hirao, el Señor Rugby, sobrevolará el sueño japonés frente a los Springboks.