La selección femenina de Nueva Zelanda, las Black Ferns, son desde hace años sin duda una de las mejores selecciones de rugby del mundo. Lo atestigua su impresionante historial de victorias, ampliado el pasado fin de semana con el triunfo ante Inglaterra del bloque dirigido por Wayne Smith: con este son ya seis los títulos mundiales, incluidas cuatro victorias consecutivas (1998, 2002, 2006 y 2010), y un interminable serial de triunfos frente a todas las naciones con las que se han medido en tests desde 1991. Desde la instauración del ranking mundial de World Rugby en 2003, las neozelandesas nunca han bajado de los dos primeros puestos. Ahora el líder es Inglaterra, que vio frenada en la final del sábado su impresionante racha de victorias consecutivas. Parecían las favoritas y, sin embargo, las mujeres de negro volvieron a ser campeonas. Pero, ¿cuál es la historia que hay detrás del meteórico ascenso y el dominio global de las Black Ferns?

La historia del rugby femenino en Nueva Zelanda es sorprendentemente larga, y los primeros registros se remontan a la época victoriana. En junio de 1891, Nita Webbe intentó darle forma a una exhibición itinerante de rugby jugado por mujeres. Y lo hizo mediante la inserción de un anuncio aparecido en diversos periódicos neozelandeses:

«Se buscan 20 jóvenes (con consentimiento paterno) para PRACTICAR FÚTBOL, como preparación para jugar contra las Damas de Auckland. – «Anuncios», Otago Daily Times, 4 de junio de 1891, 3″.

El rugby, más conocido como fútbol en Nueva Zelanda, ya era entonces un pasatiempo masculino muy popular, y el concepto de una gira de exhibición de rugby femenino trataba de rentabilizar la novedad que suponía que las mujeres practicaran una actividad tradicionalmente asociada con los hombres. Desgraciadamente, el atrevido plan de Webbe también atrajo la prensa negativa de los grupos sociales más conservadores, y parece que nunca se llegó a disputar ningún partido.

En junio de 1891 Nita Webbe intentó montar una exhibición itinerante de rugby jugado por mujeres, para lo que insertó un anuncio en los periódicos: «Se buscan 20 jóvenes (con consentimiento paterno) para practicar fútbol y prepararse para jugar contra las Damas de Auckland»

25 años después, las actitudes habían cambiado y durante los días de la I Guerra Mundial se pueden encontrar ya ejemplos variados de partidos de rugby femenino en Nueva Zelanda. Por lo general, se trataba de encuentros de corta duración, generalmente disputados como forma de entretenimiento en el descanso de otros choques. No fue hasta finales de la década de 1970 cuando el rugby femenino comenzó a ser tomado más en serio, y a nutrir sus filas en las universidades. A los clubes formados inicialmente por estudiantes pronto se unieron más jugadoras locales, entre ellas las pākehā (de origen europeo blanco) y maoríes.

Durante los años 80, los clubes y las selecciones regionales vivieron un periodo de fortalecimiento, especialmente cuando empezaron a visitar Nueva Zelanda equipos femeninos llegados en gira desde Estados Unidos. Las California Kiwis, por ejemplo, completaron en agosto de 1980 una serie de partidos durante dos semanas por el país, y sus jugadoras hablaban de la sorprendida reacción de los aficionados locales:

«A los neozelandeses les producía una gran curiosidad el hecho de que las mujeres estadounidenses jugaran a un ‘juego de hombres’ (no es habitual que las mujeres neozelandesas jueguen al rugby) […] Se preguntaban si las mujeres podían/debían jugar al rugby». Así lo declaraba Sue Ince en una noticia aparecida en All the News that’s Fit, publicación estadounidense que el 15 de diciembre de 1980 imprimió un artículo que se titulaba: «Las California Kiwis Completan con éxito su gira por Nueva Zelanda».

De hecho, el primer rival de aquellas Kiwis fue un equipo masculino sub-17. Aun así, este tipo de giras mostraron a los neozelandeses el potencial del rugby femenino. Y, a pesar de las importantes barreras institucionales a las que a veces se enfrentaban las mujeres, el deporte siguió creciendo durante aquella década, lo que llevó a la formación de la primera selección nacional femenina de Nueva Zelanda en 1990.

Las California Kiwis giraron durante dos semanas en 1980 por Nueva Zelanda, ante la extrañeza de los locales: «A los neozelandeses les producía gran curiosidad que las mujeres estadounidenses jugaran a un ‘juego de hombres’

Aquel equipo original se constituyó con ocasión del llamado Festival Mundial de Rugby Femenino, organizado en la ciudad de Canterbury por Sam Leary y Laurie O’Reilly, dos aliados del deporte femenino. El torneo incluía una primera semana de competición entre clubes, mientras la segunda se reservaba para los partidos internacionales, muchos de los cuales a día de hoy no se reconocen formalmente como tests. En aquel evento solo participaron cuatro equipos nacionales: Estados Unidos, Rusia, Holanda y la propia Nueva Zelanda. Y la semana culminó con un partido entre una selección de Nueva Zelanda XV y un World XV, que ganaron las anfitrionas por 12-4.

Farah Palmer levanta el trofeo de 1998.

El temprano éxito de la selección de mujeres en la escena internacional no fue sin embargo recibido precisamente con entusiasmo por los rectores del rugby en el país, al punto de que el equipo que compitió en la Copa Mundial de 1991 lo hizo con financiación independiente. En 1994, sin embargo, New Zealand Rugby (NZR) comenzó a sostener un programa de rugby femenino de élite, apoyando económicamente al equipo con campamentos de entrenamiento y la organización de partidos internacionales frente a Australia. Fue sin embargo ese apoyo el que impidió a Nueva Zelanda participar en el Campeonato Mundial de 1994, que tampoco fue reconocido de manera oficial por la International Rugby Board. La progresiva integración y reconocimiento del rugby femenino en los años siguientes contribuyó sin embargo al desarrollo del deporte oval e inflamó las ambiciones del equipo neozelandés en el primer Mundial oficial, el que se iba a celebrar en 1998.

Jugado en Países Bajos y con la participación de 16 equipos, aquel torneo vio a Nueva Zelanda arrasar a todas sus rivales: se impusieron por marcadores escandalosos a naciones como Alemania (134-6) y Escocia (76-0), antes de enfrentarse en la final con las que habían sido las primeras campeonas en 1991, Estados Unidos. Las neozelandesas vencieron 44-12 en el choque definitorio y levantaron su primer título mundial. Farah Palmer fue la capitana de un equipo que en aquella exhibición comenzó a elevar el listón y a mostrar lo que podía llegar a ser el rugby femenino.

A la sombra del éxito, el equipo detectó la necesidad de autobautizarse al modo de los All Blacks, antes de que los sobrenombres que hasta entonces habían recibido (Gal Blacks o Lady Blacks) se hicieran inamovibles. Fueron las propias jugadoras quienes decidieron para el equipo el nombre de Black Ferns. Una denominación que desde entonces y hasta hoy ha sido sinónimo de éxito. Tras aquella primera victoria de 1998, las neozelandesas han vuelto a ser campeonas en cinco ocasiones más.

La victoria del último sábado frente a la invencible Inglaterra (34-31) ya forma parte de la historia de este deporte. Las neozelandesas reescribieron su destino después de un periodo de controversia que el pasado año acabó con el cambio de entrenador y la revisión de un modelo que amenazaba quiebra. El mítico Wayne Smith recompuso las piezas. Y así las Black Ferns escribieron el penúltimo capítulo de su leyenda tumbando al mejor equipo de los últimos años, unas Red Roses de descomunal potencia, ante más de 42.000 espectadores en Eden Park.

[Sobre la autora – Lydia Furse es experta en la historia del rugby femenino y doctora por la De Montfort University. Ha sido co-comisaria de la exposición ‘The Rugby World Cup: In Her Own Words’ en el World Rugby Museum y prepara un libro que cubrirá la historia social y cultural de las mujeres en el deporte del rugby, desde 1880 a 2016.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog From the Vaultsen la web del World Rugby MuseumPuedes seguir los perfiles en redes sociales del World Rugby  Museum en Facebook, Twitter Instagram].