
Hace unas pocas semanas, Gales se convertía en el equipo número 1 del mundo, después de ganar el Grand Slam en el último 6 Naciones y de una racha histórica de victorias consecutivas. Sin embargo, el equipo de Warren Gatland arranca la Copa del Mundo frente a Georgia por detrás de naciones como Nueva Zelanda, Sudáfrica, Inglaterra o Irlanda, en lo que se refiere a la consideración como candidato al título.
Perdió a su mejor número 8, Taulupe Faletau, por culpa de una lesión y a su medio de melé titular por culpa de las normas de elegibilidad. Y, hace pocos días, el entrenador de ataque, Rob Howley, fue enviado de vuelta a casa por saltarse las normas con respecto a las apuestas. ¿Suena todo esto a condena para el equipo de Warren Gatland? Posiblemente, no. De hecho, puede que estos sucesos constituyan en realidad la pieza que le faltaba en el puzle a Gales, y que lo hayan convertido en un candidato a la gloria mucho más cualificado de lo que bastante gente parece creer.
Así que… ¿puede ser Gales el tapado de esta RWC?
Cómo puede la salida de Howley mejorar a Gales
La principal razón por la que muchos especialistas siguen sin tomar en serio las opciones de Gales en el torneo es precisamente su ataque. El éxito bajo el mandato de Gatland se ha basado siempre en la asfixiante defensa modelada por Shaun Edwards, y los últimos éxitos han venido por el mismo lado. Aunque Gales haya dejado pequeñas muestras de un ataque más liberado y ambicioso, sigue sin convencer gran cosa a nadie.
Lógicamente, como entrenador de esa parcela, Howley debe ser considerado responsable. Por momentos, las destrezas de muchos jugadores parecieron limitadas, pero hoy por hoy Gales ha reunido a un buen número de hombres que en sus clubes han mostrado que son capaces de llevar la pelota, de jugar sobre el contacto y de conquistar espacios libres a través de inteligentes juegos de pie o la astucia del juego con el pie. Sin embargo, aún tenemos que verlos trasladar esas capacidades a la selección nacional.
Nadie en su sano juicio planearía mandar a casa a su entrenador de ataque en medio de la semana en la que va a dar comienzo una Copa del Mundo, y menos bajo las circunstancias que confluían en este caso. Pero Stephen Jones, que fue convocado para relevar a Howley, es un técnico de enorme prestigio que ha trabajado desde hace años con los jugadores de Scarlets -un grupo en el que se incluyen muchos de los actuales tres cuartos de Gales-. Así que conoce a un buen número de ellos. E incluso llegó a jugar con el capitán del equipo, Alun Wyn Jones, al que por supuesto conoce muy bien.
Nadie en su sano juicio planearía lo ocurrido con el entrenador de ataque, pero lo ha sustituido Stephen Jones, un técnico de prestigio que está detrás del estilo ofensivo de Scarlets y que tuvo mucho que ver en la irrupción de Rhys Patchell
Más chispa en el puesto de apertura
Desde la lesión de Gareth Anscombe en los partidos de preparación, todos los comentarios se han centrado en analizar si Dan Biggar será capaz de darle a su indudable experiencia como número 10 una nueva dimensión en el juego de ataque. Stephen Jones, que antes de técnico fue un muy apreciable número 10, se antoja en ese sentido una presencia ideal para trabajar con Biggar, que lleva un tiempo evolucionando en lo que se refiere a la fluidez de su juego ofensivo.
Más aún, Jones fue en buena parte responsable de la irrupción de Rhys Patchell en los Scarlets, hasta convertirlo en el favorito para ser el apertura de Gales, antes de que las lesiones frenasen su progreso. Aunque tuvo alguna aparición rutilante, la participación de Patchell en los encuentros preparatorios quedó de nuevo limitada otro episodio de conmoción, así que Biggar va a seguir como titular por ahora. Pero Gatland podría plantearse darle la vuelta a esa jerarquía y que, tal y como hacía con Anscombe en los últimos tiempos, fuera Patchell quien arrancase de titular, para que después Biggar cerrase los partidos. Si el técnico llega a probar esa vía, la presencia de Stephen Jones podría beneficiar mucho a Patchell.
Así que, en definitiva y aunque de manera muy especulativa, podría llegar a ocurrir que el relevo de Jones por Howley le agregase más chispa al ataque de Gales.
La mentalidad adecuada
Si hay algo que Gatland sabe hacer es preparar mentalmente a sus equipos. Muchos ex jugadores han valorado cómo su forma de dirigir les ayudó a cambiar el modo en que afrontaban los partidos y los grandes torneos… además de agradecerle que haya convertido a Gales en un equipo que ha pasado de querer competir a moverse en una expectativa de victoria.
En algunos pasajes de su autobiografía, el ex capitán Sam Warburton habla de su convicción de que Gales podía ganar las copas del mundo de 2011 y 2015, contra todos los pronósticos. Bajo la dirección de Gatland, Gales ha batido a Australia, rival en su grupo en Japón, ha superado a Sudáfrica, ha batido su récord histórico de triunfos consecutivos y se ha apuntado otro Grand Slam cuando nadie se lo esperaba. Así que… en esa tesitura parece muy probable que los jugadores estén también convencidos de que pueden dar la campanada en Japón.
A menudo, Gatland le da forma a esa mentalidad ganadora adoptando el papel de tapado. En ese contexto, la dramática despedida de su entrenador de ataque puede, lejos de provocar el pánico en el equipo, inyectarle más energía y deseo de victoria, de rebelión contra los pronósticos.
Si algo sabe hacer bien Gatland es preparar mentalmente a sus equipos: muchos jugadores han reconocido la influencia que su modo de trabajar ha tenido en la forma en que Gales afronta ahora los partidos y los torneos
Basta recordar cómo le ganó Gales a la anfitriona Inglaterra en el partido de su grupo en la Copa del Mundo de 2015. En casa de su rival, con un medio de melé en el puesto como ala, un ala haciendo de centro y el apertura situado como zaguero (debido todo a las ausencias que habían provocado las lesiones), la mayoría de equipos habrían aceptado la fatalidad de su destino. Pero no Gales. Cada varapalo parecía inflamar su determinación por la victoria. Seguro que quienes participaron en aquel episodio y siguen en el equipo sabrán transmitir ahora a los nuevos de qué manera los obstáculos se pueden convertir en motivación añadida.
Hacer bien lo que se sabe hacer bien
Hay más razones para alimentar el optimismo galés. Es verdad que el equipo de Gatland no exhibe las habilidades de Nueva Zelanda ni el imponente físico de Inglaterra o el pedigrí de Sudáfrica. Pero sí que posee otros recursos fundamentales. Todos los equipos trabajan para estar llegar al torneo en la mejor forma posible, incluso Francia ha hecho hincapié en ese aspecto, pero el aspecto físico siempre ha sido uno de los puntos fuertes en las concentraciones preparatorias de Gatland.
Hace cuatro años había incluso equipos paramédicos en la banda durante los entrenamientos. Por lo visto, este año la preparación ha incrementado su dureza. Rhys Carré, sorpredente inclusión en la convocatoria para Japón, llegó a perder más de de diez kilos durante el stage previo al torneo.
Con el calor y la humedad con las que se va a jugar en Japón, el estado físico de los equipos va a jugar un papel más importante todavía de lo habitual. Y podemos estar seguros de que, en ese aspecto, Gatland no habrá dejado ni un detalle al azar para asegurarse de que las piernas, los pulmones y la cabeza de sus jugadores sigan funcionando hasta que se mueran los partidos.
Otro aspecto básico es la disciplina; y, de nuevo, ésta es una de las fortalezas de Gales. Muchos de sus triunfos de los pasados 18 meses se han basado en un bajo número de golpes de castigo cometidos, limitando la capacidad de sus oponentes para mover el marcador. Durante su racha de 14 victorias consecutivas, Gales solo vio dos tarjetas: una amarilla por tirar la pelota fuera del terreno de juego de forma deliberada, y la roja a Ross Moriarty por un momento de locura. Ninguna de esas dos sanciones afectaron al resultado final de esos partidos.
Más crucial aún, Gales no fue sancionado ni una sola vez por un placaje alto, lance que parece ser el problema disciplinario más acuciante en esta RWC.
Tan importante es la disciplina y el riesgo de ver una tarjeta que la mayoría de equipos han convertido en rutina el entrenamiento de situaciones de juego real con 14 jugadores. Nueva Zelanda llegó incluso a retirar a Ryan Crotty en los últimos 15 minutos de su encuentro amistoso contra Tonga, con el fin de simular y practicar esa situación. Gales, por su lado, parece haberlo enfocado exactamente del modo contrario: su obsesión es mantener a todos sus jugadores sobre el terreno de juego, sin expulsados. A Moriarty ha habido que recordarle cuál es el plan.
La preparación física y, aún más crucial, el exhaustivo control de las indisciplinas se han convertido en dos factores muy relevantes en el rugby de hoy, y explican buena parte la reciente serie victoriosa de los Dragones
Versatilidad
Durante los encuentros preparatorios para la Copa del Mundo hemos visto muchas variaciones y pruebas, con los entrenadores pendientes de simular cualquier posible escenario de partido, además de mantener a punto a sus suplentes y ganar profundidad en las plantillas.
Gales, sin embargo, lleva ya bastante tiempo jugando a las sillas musicales con sus jugadores, para ensanchar sus opciones. En ningún momento a lo largo de esa racha de 14 victorias consecutivas dio la impresión de estar usando un XV indiscutiblemente titular. Incluso en los partidos más exigentes, Gatland incluía siempre en el equipo titular a un jugador con menos experiencia para foguearlo, algo que ahora en Japón se antoja crucial.
Eso significa que, a día de hoy, Gales puede variar sus elecciones en muchos puestos y generar incertidumbre en los equipos rivales, sin que la dinámica y el funcionamiento general del equipo se resientan. Salvo por Carré, todos los miembros de la escuadra han gozado de oportunidades y tiempo de juego suficientes junto a los que podrían ser sus parejas de juego durante el torneo japonés. Sea Adam Beard en la segunda línea, Aaron Wainwright en la tercera, Tomos Williams como número nueve u Owen Watkin en el centro.
Por primera vez desde que se puso al frente del equipo, Gatland cuenta con un bloque realmente versátil y en el que muchos jugadores pueden asumir un papel principal sin que la dinámica se quiebre
Si opta por la estabilidad defensiva, Gatland puede alinear a Biggar, Josh Adams y Leigh Halfpenny. Si se inclina por un cierto flair en ataque, cuenta con Aaron Shingler, Rhys Patchell y Liam Williams. Tiene ball carriers como Jake Ball, el mencionado Carré y George North. En el breakdown tiene a su disposición a un buen número de chacales para robar la pelota. Moriarty añade aspereza, Jon Davies posee en general un juego muy equilibrado y en el vestuario hay varios líderes capaces de dirigir al grupo.
De modo que, por primera vez desde que se puso al frente del equipo, Gatland cuenta con un bloque genuinamente versátil. Suele estar mal visto que los equipos del norte pongan su foco sobre todo en el trabajo defensivo, pero los dos últimos años han demostrado que hasta Nueva Zelanda se puede ver amenazada, y derrotada, por un equipo bien organizado sin la pelota. Y, como han demostrado los últimos meses, la defensa de Gales está entre las mejores del torneo. Si Stephen Jone es capaz de elevar a otro nivel el ataque del equipo de Gatland, los Dragones se convertirán en candidatos mucho más firmes y cualificados de lo que la gente piensa.
El premio gordo
Como cualquier aficionado sabe a estas alturas, esta RWC 2019 puede ser la más abierta de cuantas se han disputado. Los detalles pueden marcar una gran diferencia.
A menudo se habla de que Gales nunca ha batido a un rival del hemisferio sur en una Copa del Mundo con Gatland, lo cual es cierto. Pero se suele subrayar mucho menos el hecho de que, en las semifinales de 2011, vio cómo su capitán era expulsado en el minuto 19 de partido y, aun así, acabó perdiendo ese encuentro por solamente un punto. En el torneo de 2015, diezmada por las lesiones, Gales se vio obligada a alinear en los cuartos de final a su cuarta opción en el puesto de 13, la tercera en el zaguero y el ala, y la segunda en el puesto de medio de melé. Y aun así, a diez minutos del final del partido contra Sudáfrica, todavía mandaban en el marcador. No es fácil encontrar a un equipo que, en esas circunstancias, sea capaz de exprimir su rendimiento a tal nivel.
No hay un solo jugador en el vestuario galés que considere aceptable a día de hoy una derrota contra Fiyi y Australia, sus rivales de grupo: y es muy probable que, secretamente, Gatland haya logrado transmitirles su convicción de que también pueden batir a los All Blacks
En esta ocasión, Gatland cuenta con una profundidad en su escuadra que posibilita muchos mejores recambios para cubrir una eventual crisis de lesiones como la que vivió Gales en 2015. Y también dan la sensación de haber asimilado el peso que las indisciplinas pueden tener a la hora de decidir partidos y momentos decisivos en una competición como el Mundial. En eso, parecen ir por delante del resto. Además, el equipo acumula experiencia, talento y auténtico liderazgo en sus filas. Y éste es el último torneo a las órdenes de Gatland.
No hay un solo jugador en el vestuario actual de Gales que considere aceptable una derrota con Australia y Fiyi, rivales de grupo. El equipo se siente capaz de batir a cualquier rival, salvo seguramente Nueva Zelanda… y es probable que íntimamente también esté convencido de poder sorprender a los kiwis.
Poca gente creyó a Gatland cuando dijo que confiaba en las posibilidades de su equipo de ganar el Grand Slam si arrancaban bien el 6 Naciones. De la misma forma, el entrenador está convencido de que puede ganar la Copa del Mundo en Japón… y ha logrado que sus hombres también lo crean. Los pronósticos de los especialistas les importan poco. De hecho, esa desconsideración elevaría de forma notable el placer que supondría levantar el trofeo de ganador final.
Rhiannon Garth Jones es analista de rugby en The Rugby Magazine y Rugby Pass.
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