
La derrota de Gales en los últimos minutos de su semifinal contra Sudáfrica fue el final de la larga marcha de Warren Gatland en pos de una Copa del Mundo. Mientras el técnico prepara a sus tropas para la poco envidiable misión de jugar el tercer puesto del torneo ante su propio país, Nueva Zelanda, es momento de echar una mirada a su trayectoria en estos años como seleccionador galés.
Para hacerlo, comenzaremos por rebobinar al mes de septiembre de 2007 cuando, con solo tres minutos para acabar el partido, el fiyiano Graham Dewes anotó el ensayo que le daba a su equipo la victoria sobre Gales, que caía así eliminada en la fase de grupos de la Copa del Mundo de ese año.
Esa derrota supuso uno de los momentos más bajos en la historia del rugby galés. Aquel era un equipo con una buena dosis de talento, pero al que le faltaba la estrategia de juego, la cohesión, el impulso defensivo y el sentido colectivo necesarios para evitar lo que, en ese momento, supuso abandonar la RWC envueltos en el fracaso.
Con el dragón aún de rodillas, lamentándose, el ridículo se amplió con la destitución del entrenador Gareth Jenkins que, según se ha contado, ocurrió en un aparcamiento, nada más terminar el partido.
Aunque ese fue uno de los momentos más sombríos del rugby en País de Gales -y eso que hubo unos cuantos durante los años 90 y los 2000- ahora podemos mirar a aquellos episodios con perspectiva e interpretarlos como un punto de inflexión que marcó el comienzo del renacimiento de Gales como potencia del rugby mundial.
Solamente dos meses después de la derrota en Nantes contra Fiyi, la WRU anunció el nombramiento de Warren Gatland, entonces técnico de Waikato. El objetivo de esa decisión no era otro que devolver a Gales la credibilidad, el respeto y la capacidad deportiva necesarios para competir con los equipos top del mundo.
La lenta caída
La Copa del Mundo de 2007, con Gareth Jenkins al mando del equipo, supuso un catastrófico fracaso para el equipo del Dragón, repleto de jugadores talentosos como Shane Williams, Tom Shanklin, Stephen Jones, Dwayne Peel, Martyn Williams, Colin Charvis, Adam Jones, Gethin Jenkins y un entonces joven Alun Wyn Jones.
Las alarmas habían sonado ya antes, sin embargo, como consecuencia del desastroso 6 Naciones de ese año, en el que Gales apenas pudo rescatar una victoria (contra Inglaterra) en una temporada en la que incluso perdió a domicilio frente a Italia.
También el 6N del año anterior había acabado en descalabro: el entonces entrenador Mike Ruddock -que había dirigido al equipo en el Grand Slam de 2005- presentó su dimisión, en misteriosas circunstancias, cuando solo se habían jugado dos partidos del torneo.
Gales llevaba varios años dando tumbos de una decepción a otra. Pero no sería hasta la designación de Warren Gatland y Shaun Edwards, su entrenador de defensa, cuando verdaderamente encontró una palanca para el cambio.
El estilo de Gatland y Edwards
Gatland ya había conocido el éxito como entrenador en el hemisferio norte en su paso por Connacht, la selección de Irlanda y los Wasps. Después regresaría a Nueva Zelanda, periodo durante el cual la WRU lo identificó como su objetivo número uno para el banquillo.
Hasta tal punto la carrera como entrenador de Gatland ha estado unida a la de Shaun Edwards, el que fuera estrella del rugby league, que tal vez lo más justo sea considerarlos como un solo técnico de dos cabezas. Y, así, ambos deberían repartirse los aplausos como responsables del resurgimiento de Gales.
Gatland eligió a Edwards como entrenador de defensa y se rodeó de un equipo capaz de sacar adelante los objetivos; un equipo que apenas ha variado en estos 12 últimos años.
El primer partido del técnico neozelandés fue la visita en el 6N de 2008 a Twickenham, donde Gales llevaba 20 años sin ganar. Los augurios no eran nada buenos. Pero, en la primera de las muchas muestras de la confianza que Gatland tiene a la hora de tomar decisiones (pensemos en cuando dejó fuera a Brian O’Driscoll durante la gira de los Lions en 2013), para aquel partido en Londres formó un XV con nada menos que 13 de jugadores de Ospreys.
Gales arrancó el partido de mala manera y al descanso perdía 16-6. Pero en la segunda mitad el equipo resurgió, hasta firmar una rara victoria en Twickenham: un resultado que marcó el inicio de la conquista del Grand Slam de aquel año.
En el espacio de solo ocho meses, los dragones habían pasado del pozo de la derrota en la Copa del Mundo contra Fiyi a proclamarse campeones del 6 Naciones… y esencialmente con el mismo grupo de jugadores.
Desde entonces, Gatland llevó a Gales a otros dos Grand Slams, otro título del 6 Naciones, dos semifinales de la Copa del Mundo y una derrota en los cuartos de final.
El Gales de Gatland
Entonces, ¿qué ha conseguido realmente Gatland en estos años?
Podemos seguramente subrayar cinco aspectos o áreas clave en las que se percibe la influencia que el entrenador ha tenido en su equipo.
La primera, desde luego, tiene que ver con la defensa, ámbito en el cual el mérito debe recaer también y sobre todo en Shaun Edwards. Gales ha concedido en estos años muy pocos ensayos. En el 6 Naciones de 2008 solo encajó dos; en el último, este 2019, un total de siete (tres menos que el siguiente equipo con menos marcas recibidas).
La segunda área de influencia ha sido la preparación física. No es casual que Gales se haya mostrado capaz de mantenerse compuesta en el aspecto defensivo hasta el minuto 80 de cada partido: algo que se reveló muy necesario en el choque de cuartos en Japón contra Australia. Ahora, los jugadores de Gales están mucho mejor preparados que en los días anteriores a la era Gatland, y esa capacidad le ha permitido a la defensa la solidez precisa para rebajar las oportunidades de anotación de los rivales.
El tercer ámbito de influencia ha sido la resistencia y la dureza mentales de Gales. Esto siempre tiene mucho que ver con el estado de forma, la preparación física y la confianza, pero se trata de un aspecto en el que el conjunto de Gatland ha evolucionado de forma muy llamativa en estos años. Esa resiliencia psicológica fue la clave para derrotar en estas últimas semanas a rivales como Francia y Australia.
Cuando tu disposición mental es esa, cuando sabes como ganar y, sobre todo, cuando esperas ganar…, a menudo lo haces, incluso en los peores días. Frente a Australia, en su partido en la fase de grupos, hubo momentos en la segunda mitad en que Gales parecía a merced del ataque australiano; pero sus jugadores transmitían en todo momento la sensación de confianza suficiente para encomendarse a su defensa, sabedores de que eran capaces de aguantar la presión y buscar la forma de volver a entrar en el partido.
El cuarto punto clave de Gales en este periodo ha sido el plan de juego. Los equipos de Gatland no suelen ser los más creativos, ni están entre los que más riesgos toman; ni tampoco levantan a menudo a los espectadores de sus asientos con alguna jugada espectacular… Pero nadie le puede negar que, guste más o menos, Gales sabe a lo que juega, los jugadores lo tienen asimilado y encajan perfectamente en ese plan.
Más allá del estilo de juego, Gatland le ha conferido a Gales algunos atributos clave en estos años: la fortaleza defensiva, la preparación física, la resistencia mental, un plan de juego bien definido aunque opinable y, por último, una dureza que lo ha puesto al nivel de equipos con más recursos
En los primeros días del técnico, Gales solía jugar un rugby de acometidas lentas de su delantera, por lo general por el lado cerrado, lo que provocaba un innegable tedio. Pero el objetivo de esos movimientos -generar espacios en el costado opuesto- era evidente. Tampoco estuvimos nunca de acuerdo con su táctica de dar patadas defensivas que no salieran del campo y mantuvieran la pelota en juego… pero una vez más la estrategia era clara y el equipo siempre confió en su funcionamiento.
Para finalizar, la quinta clave del juego de Gales es que ha sido un grupo muy duro al que enfrentarse. La tradición del rugby en Gales siempre tuvo más que ver con el movimiento vivaz de la pelota, el juego rápido a la mano, las carreras de los alas al espacio y aperturas que manipulaban a las defensas con su habilidad y atacaban la línea de ventaja. Gales licuaba todo su rugby a través del 10, y siempre era un rugby caracterizado por la creatividad.
Gatland ha rebajado el tono en ese tipo de juego y, sin embargo, a través del estado físico, la elección de jugadores y la táctica, ha dotado a su equipo de una actitud dura y resistente. Hoy día ni siquiera los conjuntos más importantes a nivel mundial pueden imponerse a Gales porque sí, con un plan de juego demasiado directo.
Ese estilo, desde luego, también admite críticas perfectamente válidas, tanto en lo que se refiere al juego como, por ejemplo, a los resultados relativamente pobres frente a equipos del hemisferio sur; o a la incapacidad de desarrollar un perfil creativo o de mejorar aspectos básicos del juego de delantera como las touches y el maul ofensivo.
Hay partidos que ejemplifican este tipo de problemas. En su derrota ante Australia en la fase de grupos de 2015 (15-6), Gales fue incapaz de atravesar la línea defensiva de los Wallabies en todo el segundo tiempo. Durante siete minutos de aquel partido, el equipo de Gatland jugó contra 13, debido a las dos amarillas vistas por jugadores de Cheika. Y ni aun así pudo. Era su undécima derrota consecutiva contra los australianos, a los que en los últimos años ha ganado solamente en tres de sus 16 enfrentamientos. Una trayectoria que no se corresponde con la de un equipo puntero en el hemisferio norte.
El mejor entrenador de su historia
Siempre resulta difícil comparar periodos distintos, pero parece justo decir que Warren Gatland ha acabado siendo el mejor entrenador que jamás ha tenido Gales: ese juicio se sostiene en los éxitos que ha protagonizado al frente del equipo tanto como en la longevidad que ha tenido en el puesto.
Durante estos años, a menudo el técnico ha sido criticado con severidad desde muchas esferas. Y muchos le hemos afeado algunas decisiones y sus ejecuciones tácticas.
Por ejemplo, un asunto polémico fueron los periodos de dirección de los Lions que se le concedieron y el asunto de si esas ausencias causaban un problema grave o no a la selección galesa.
También se le ha achacado no permitir, en determinadas ocasiones, que se integrasen en su equipo de trabajo nuevas ideas e interpretaciones del juego, lo que tal vez habría permitido a Gales mejorar su nivel en los momentos de rendimiento más incierto.
A Gatland se le ha juzgado con severidad y las críticas son legítimas, pero es justo decir que, tanto por resultados como por longevidad en el cargo, ha sido el mejor técnico de la historia de Gales
¿Ha sacrificado Gatland en exceso el lado creativo, atrevido y hábil de sus jugadores para asegurarse, por encima de cualquier otra cosa, de que Gales fuera un rival difícil de atacar para sus rivales? Con frecuencia, el equipo ha dado la impresión de sentirse más cómodo sin la pelota que con ella, como pudimos apreciar en la árida semifinal contra Sudáfrica.
¿Ha sido Gatland tan flexible tácticamente como debería en momentos en los que el equipo tal vez habría necesitado buscar soluciones distintas para arreglar los problemas que tenía en el campo? Por ejemplo, en el duelo de patadas en el que se convirtió el choque contra los Springboks el domingo pasado…
¿Y por qué el récord de Gales frente a los conjuntos del hemisferio sur es notablemente peor que los de Irlanda e Inglaterra en el mismo periodo?
Todas estas son preguntas legítimas. Solo podemos imaginar lo que habría pasado y cuáles habrían sido los resultados durante estos últimos 12 años si Gales hubiese aplicado algunas soluciones distintas.
Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que, en estos años, ha pasado de ser un equipo al que se le había perdido el respeto en 2007 a convertirse en número 1 del ranking mundial en 2019.
En ese periodo, Gatland ha ganado tres Grand Slams, un 6 Naciones y ha reinstaurado a Gales entre los mejores del mundo. Sus métodos han transformado a un equipo de jugadores talentosos en un bloque capaz de medirse físicamente con los contrarios más potentes del planeta; y de competir contra naciones con un arsenal de recursos mucho más amplios, en lo deportivo y en lo económico.
La limitación de la creatividad, la falta de alternativas para su juego, los malos resultados contra el hemisferio sur o sus periodos como técnico de los Lions han sido objeto de críticas legítimas y de controversias durante los años de Gatland
También debemos reconocerle que ha logrado todo esto durante un periodo en el que el rugby galés a nivel regional se ha convertido en un caos; con jugadores que ni siquiera saben si van a jugar y dónde el año siguiente; y una decadencia continuada de las regiones. Llevar a su equipo en el mismo año a una victoria con Grand Slam y a las semifinales de la Copa del Mundo, mientras al fondo del cuadro el rugby galés se enzarza en una suerte de guerra civil, no debería ser considerado un logro menor.
Wayne Pivac se dispone ya a tomar el relevo al frente de la selección galesa y, en los próximos años, podremos poner en contexto todo lo que Gatland ha hecho durante su periodo en el cargo. ¿Logrará Pivac construir y ampliar los éxitos de Gatland? El tiempo lo dirá.
Ahora, este viernes, nos disponemos a decir adiós al entrenador más importante que ha tenido Gales. Un técnico, Warren Gatland, que ha devuelto el orgullo a la camiseta y que, en estos años, ha proporcionado grandes momentos de rugby a nuestro país.
El Dragón vuelve a rugir.