Durante la mayor parte del siglo XX, la norma era que los jugadores de rugby, incluso las estrellas internacionales, tuvieran un trabajo o se dedicaran a sus estudios, dada la condición amateur del juego. Si buscamos en la memoria, los primeros que aparecen son dos enormes segundas líneas: el inglés Paul Ackford y el kiwi Sir Colin Meads. El primero era inspector de la policía y el segundo un áspero granjero. Esta vida también causaba algunos inconvenientes: el pilar argentino Patricio Noriega perdió su trabajo tras la ausencia que significó ir al Mundial de 1995. Luego, lo contactaron desde Australia, ya con la era abierta oficializada, y su futuro cambió.

Hoy, a nivel de clubes en el rugby modesto, aún sucede lo mismo. Vas a ver a tu abogado el lunes y tiene un dedo vendado por un pisotón en un ruck del sábado pasado; o el profesor de matemáticas de tu hijo es un fornido ex primera línea con orejas de coliflor. Hay infinidad de anécdotas de jugadores volviendo antes de giras por un examen de la universidad o por una urgencia laboral.

Pero en la actualidad, a nivel internacional, resulta extraño oír que un jugador deja su carrera ovalada en su apogeo para dedicarse a otra cosa. Es el caso del ala japonés Kenki Fukuoka, Man of the Match de la (histórica) victoria del domingo ante Escocia, que abandonará sus compromisos con la selección para dedicarse a estudiar medicina.

Fukuoka, con 27 años cumplidos hace poco, es hijo de un dentista y nieto de un médico. No vamos a agregar nada aquí sobre la importancia de la tradición en el País del Sol Naciente. Pero decididamente para este joven japonés es importante no desviarse del camino que imaginó de niño, cuando miraba con admiración a su abuelo, enfundado en un guardapolvo.

«Hoy me gustaría ser ortopedista deportivo y aprovechar mi experiencia, pero podría cambiar de idea durante la carrera, así que no quiero adelantarme», expresó el ala.

Con cuatro conquistas en esta Copa del Mundo, Fukuoka es una de las sensaciones del equipo nipón. Debutó en 2013 con los Brave Blossoms ante Filipinas en el juego de XV. En 2015, su única aparición mundialista fue en la caída ante Escocia. En seis años lleva 37 caps y 25 ensayos, y ya anunció su retiro del equipo cuando el derrotero japonés en este torneo llegue a su fin.

Mientras tanto, en el juego de a siete, fue olímpico en 2016 y apunta a serlo como local en 2020, en lo que significará su despido definitivo como jugador internacional.

Hijo de dentista y nieto de un médico, Fukuoka suma 25 ensayos en 37 partidos con Japón… pero dejará el rugby tras los Juegos de Tokio para seguir la tradición familiar e ingresar en la escuela de Medicina

«Después de eso, mi prioridad será estudiar y tomar el examen de ingreso a la escuela de medicina. Realmente admiro a mi abuelo y siempre aspiré a ser como él. Además, cuando era estudiante secundario tuve una lesión y conocí a un médico que me inspiró. Ese encuentro me hizo querer ser como él y poder ayudar de verdad a los pacientes». Así explicó Kenki su fuerte vocación.

Si bien no jugó el histórico partido en Brighton ante Sudáfrica en 2015, recuerda ese encuentro como el que puso a Japón en el mapa rugbístico: «Ahora la gente mantiene sus ojos sobre nosotros. Estoy feliz de que ya no se nos tome a la ligera y los equipos preparen seriamente sus partidos ante Japón».

El partido por los cuartos de final del domingo podría significar la último cap internacional para Fukuoka. O, en caso de ganar, será otro capítulo en la gran historia del despertar ovalado japonés. Como sea, ya se convirtieron en héroes. Y Kenki lo será también dentro de unos años para los jugadores lesionados que vayan a tocar su puerta. Además de un médico, al entrar a la consulta van a encontrar a un colega.