Practicamos un deporte que está lleno de tópicos y lugares comunes. Uno de los más repetidos dice que el rugby “no es un deporte para estrellas, ya que no hay nadie capaz de ganar un partido por sí mismo”. Y, aunque literalmente la frase es acertada, no es menos cierto que hay una élite de jugadores capaces de romper el orden de un partido, voltearlo y decantarlo hacia los intereses de su propio equipo.

Lo interesante del Super Rugby es que casi en cada franquicia podemos encontrarnos con, al menos, un par de estos jugadores: TJ Perenara y Beauden Barrett en Hurricanes; Michael Hooper e Israel Folau en Waratahs; o los Smith y Waisake Naholo en Highlanders, por poner unos pocos ejemplos. En mi opinión, sin embargo, resulta más interesante observar esos elementos, aparentemente invisibles, que hacen que estos jugadores diferenciales encuentren los espacios necesarios para marcar diferencias. Se trata de una especie de jugadores sin gran cartel, pero cuyo trabajo es altamente valorado por entrenadores y entendidos.

En este caso, pretendo sacar a la palestra la labor que realiza la pareja de centros de Highlanders, formada por Teihorangi Walden y Rob Thompson, quienes con sus líneas de carrera hacen mejores los pases de Aaron Smith y Lima Sopoaga, y permiten a Ben Smith y Naholo tener más espacios para correr. Analizaremos varias jugadas que se han dado a lo largo de lo que llevamos de temporada, donde podremos observar el delicado trabajo de Walden y Thompson en la creación de espacios, y también la forma en la que atacan los creados por sus compañeros.

La creación de espacios

En el partido de la novena jornada que enfrentó a Highlanders con Brumbies en Dunedin, vimos un precioso ensayo colectivo de primera fase por parte del equipo local. En la imagen inferior podemos observar la colocación inicial de la línea de ataque: Sopoaga se sitúa como primer receptor, y Walden y Thompson se colocan de forma paralela entre sí, un poco por detrás del apertura. Por último, Ben Smith y Tevita Li están ligeramente retrasados con respecto a la posición de los dos centros.

Saliendo de un line out a la altura del centro del campo, el equipo de Aaron Mauger monta un maul estático del que se descuelga su talonador, Liam Coltman. Sin que la formación avance, Aaron Smith saca el balón y se lo pasa al propio Coltman, quien ejerce de punto de fijación para los defensores que se han quedado cerca del maul. El talonador devuelve el balón a Smith sin que haya habido ningún contacto con la defensa, y éste se lo transmite a Sopoaga.

En ese momento, Walden traza una línea de ataque, de modo que abre una opción de pase al medio de melé y fija hasta a cuatro defensores al mismo tiempo. Nos encontramos con que, tanto los ocho delanteros, como al menos cinco jugadores de la línea de defensa, se encuentran involucrados en un espacio de 25 metros para defender la línea lanzada por Walden, lo que deja en los restantes 35 metros una superioridad numérica para el equipo que ataca de tres contra dos. Destaca a este respecto el error defensivo de Tevita Kuridrani, ya que acude a la ayuda, cuando vemos que la línea de Walden estaba bien cubierta de defensores.

Por último, en la consecución de la jugada podemos observar que Sopoaga se ha hecho con el balón, y Thompson lanza una carrera que fija al ala abierto y a Kuridrani una vez más, lo que deja a Ben Smith solo contra el zaguero y la ayuda tardía del ala que estaba cerca del maul original. Smith aprovecha el espacio creado por sus compañeros y apoya el ensayo debajo de los palos (ver jugadas de ese partido aquí).

El ataque de espacios

Para observar el siguiente ejemplo, tenemos que retrotraernos hasta la segunda jornada del Super Rugby (la primera en realidad para los equipos neozelandeses). En este primer partido de la temporada se enfrentaban Highlanders y Blues en Dunedin, una vez más. En este caso, es Rob Thompson el que aprovecha el espacio generado por sus compañeros, generando otro espectacular ensayo de pizarra para el equipo de Mauger. Tras salir de un nuevo line out, Aaron Smith traza un pase plano para que Walden embista sobre la defensa del equipo de Auckland. La defensa se encuentra bien situada, por lo que logra frenar al centro sin problemas.

Después del impacto, la defensa corre hacia el lado natural del ataque de Highlanders. Ash Dixon y Jackson Hemopo hacen un buen trabajo haciendo creer a la defensa que realmente van a seguir jugando hacia el sector izquierdo del campo, pero en ese momento Aaron Smith cambia el sentido del juego y vuelve al lugar desde donde se había jugado la touche. El medio de melé juega una vez más con un delantero en estático (en este caso Tom Franklin), cuyo objetivo es atraer a los defensores. Sin embargo, cuando parece que va a devolver el balón a Smith, Thompson lanza una línea de ataque que pretende aprovechar el espacio creado entre el ruck y el defensor que fija Franklin.

El segundo centro de Highlanders rompe la línea de defensa, y con una rápida carrera vence la cobertura defensiva de Blues. Con este ejemplo hemos podido observar que, además de la creación de espacios, los dos centros de la franquicia de Otago también son capaces de aprovecharlos. Ambos acabarían este partido con un par de ensayos, lo que permitió que su equipo se llevara la victoria. (Ver resumen del partido en este enlace).

Mediante este análisis hemos podido ver el trabajo oscuro pero imprescindible que realizan tanto Walden como Thompson para que sus compañeros de mayor calidad puedan brillar. Sin embargo, nos sirve para ensalzar a este tipo de figuras que podemos encontrar en todos los equipos, y que a pesar de no llevarse la atención de los focos determinan la calidad de sus equipos y la de sus compañeros.