El Super Rugby es un torneo fascinante tanto por el juego de algunos equipos como por las contradicciones que encierra englobar a franquicias de Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Argentina y Japón en un mismo campeonato.

No por obvia es menos necesaria la primera aclaración: todos los jugadores que forman los All Blacks forman parte de alguna de las 5 franquicias neozelandesas que disputan el torneo. La conclusión parece evidente: para conocer a los jugadores de la mejor selección de rugby del mundo es necesario conocer a Crusaders, Hurricanes, Blues, Highlanders y Chiefs.

Otra perogrullada: no todos los jugadores neozelandeses tienen el mismo nivel y son muchos los que – a pesar de su altísimo rendimiento- nunca llegan a vestir la camiseta negra con el helecho blanco.

Aclarados estos dos conceptos básicos podemos entrar en materia, el equipo de referencia para cualquier aficionado al Super Rugby es Crusaders. La franquicia de Christchurch tiene el mejor palmarés de la historia de la competición (además de ser el vigente campeón) y es la base del modelo de equilibrio implementado en los All Blacks. Son el equipo de las «anti estrellas» neozelandesas: Owen Franks, Joe Moody, Wyatt Crockett Sam Whitelock, Kieran Read…

No se puede juzgar el todo por la parte, la mayoría de las franquicias del Super Rugby (15 en total) poco o nada tienen que ver con Crusaders, sólo Hurricanes, Chiefs y Lions se encuentran actualmente a un nivel similar.

Los equipos australianos acumulan cuatro años de rendimiento descendente (desde el título de Waratahs en 2014) en cuanto a juego y a resultados y hay un contraste muy marcado en el rendimiento de las franquicias sudafricanas: los Lions de Ackermann marcaron la evolución en cuanto al modelo de juego tradicional en el país africano de equipos como Bulls o Sharks, los resultados no tardaron en llegar. Son el único equipo que ha conseguido mantener la paridad respecto a los neozelandeses en las dos últimas temporadas.

Pongamos algunos ejemplos para señalar las diferencias existentes entre las franquicias del país de la gran nube blanca: poco tienen que ver los 89 ensayos de Hurricanes en la temporada regular de 2017 (15 partidos) con los 55 que consiguieron Blues y Chiefs o los 60 de Highlanders. Los 39,8 puntos por partido de la franquicia de Wellington frente a los 28,3 del equipo de Auckland, 11,5 puntos por partido son una diferencia muy considerable.

Otro de los tópicos habituales (dentro de la visión eurocentrista del rugby) es que en el Super Rugby «no se defiende», nos encontramos -de nuevo- ante una de esas afirmaciones que cumplen la máxima de que una mentira mil veces repetida se termina convirtiendo en verdad.

Si analizamos los datos de la temporada 2017 descubrimos que los Lions encajaron 17,8 puntos de media por partido y en el caso de Hurricanes fueron 18,13 puntos en cada encuentro. El equipo de Chris Boyd tuvo el mejor ataque y la segunda mejor defensa del último campeonato, el equipo de Johann Ackermann ocupó el segundo puesto en ataque y el primero en cuanto a mejores prestaciones defensivas.

También resulta conveniente situar el foco, hablando sobre trabajo defensivo, en el porcentaje de acierto en los placajes de los equipos neozelandeses, va desde el 84,21% de Crusaders en 18 partidos al 86,84 % de Highlanders en 16 encuentros. Las 5 franquicias acumularon un total de 35 tarjetas amarillas y 4 tarjetas rojas en los 83 partidos de liga que disputaron en 2017.

Vayamos a una diferencia todavía más reveladora, 7 de los 18 equipos de la última edición del Super Rugby terminaron la temporada con balance positivo de victorias/derrotas: 4 neozelandeses (Crusaders, Hurricanes, Highlanders, Chiefs) y 3 sudafricanos (Lions, Sharks y Stormers). El grupo de Lions y Sharks no se cruzó con el grupo neozelandés el año pasado.

Brumbies (Campeón de la conferencia australiana) terminó la temporada con 6 victorias y 9 derrotas, en una clasificación basada en puntos habrían finalizado el año en el noveno puesto, por detrás de los 5 neozelandeses y los 3 sudafricanos a los que ya hemos hecho referencia con anterioridad.

De cara a este 2018 hay cambios importantes, los 15 equipos se dividen en 3 conferencias (Nueva Zelanda, Australia con Sunwolves y Sudáfrica con Jaguares). Todos ellos disputarán 16 partidos de temporada regular (8 contra los equipos de su conferencia y 4 contra cada una de las otras dos conferencias).

La modificación más importante tiene que ver con la clasificación para las eliminatorias por el título: se clasificarán los 3 campeones de conferencia y los 5 equipos restantes lo harán por los puntos obtenidos en la temporada regular (eliminando así la anterior delimitación geográfica).
Hablamos de una variación que puede permitir a todas las franquicias neozelandesas (también a las de Australia o Sudáfrica) clasificarse para la fase de cuartos de final y presupone un nivel mayor de competitividad.

Se plantean muchas dudas de cara a esta temporada:
1) ¿Habrá recuperación de las franquicias australianas?

2) ¿Mantendrán los Lions su nivel tras la salida de Johann Ackermann y algunos jugadores?

3) ¿Conseguirán Los Jaguares dar el salto competitivo con Mario Ledesma al frente?

4) ¿Conseguirán los Blues la regularidad suficiente para poder clasificarse para los playoffs?

5) ¿Qué jugador será la «aparición» estelar en las franquicias neozelandesas?

El sábado 4 de agosto conoceremos todas las respuestas.