
Es posible que, hoy por hoy, Irlanda pueda reclamar ser considerado el mejor equipo del mundo, después de imponerse el pasado sábado a los All Blacks con cierta comodidad.
Para el espectador neutral, el de Joe Schmidt es un equipo fascinante de ver y analizar, un bloque que invita a buscar las razones que lo hacen tan bueno. Puede que a sus tres cuartos les falte algo de velocidad: no son especialmente rápidos para contraatacar después de una pelota recuperada o en jugadas preestablecidas; y tampoco es fácil ver a sus delanteros atacar la línea de ventaja y descargar un pase.
Así que uno se pregunta: ¿Qué es lo que hace tan buena a Irlanda?
La respuesta es que tienen un plan de juego sencillo y muy fiado a la presión. Tanta presión como sean capaces de ejercer sobre el rival… hasta que lo quiebran. Presión que nace, en numerosas ocasiones, del juego con el pie de Sexton y Marmion (o de Murray antes de la lesión del nueve titular); presión a través de una línea defensiva que sube a gran velocidad; y presión sobre todo en cada punto de encuentro, así como con percusiones de ruptura siempre cercanas a la anterior fase y a la línea defensiva del rival.
Ese tipo de rugby de máxima presión que practica Irlanda requiere enorme precisión en todos los aspectos del juego: desde las patadas tácticas con el pie, al manejo de la pelota; y desde la habilidad para interpretar el criterio de los árbitros en los breakdowns, hasta la paciencia cuando llegan a la zona de 22 rival.
Si nos fijamos en el encuentro frente a Nueva Zelanda, encontraremos variados ejemplos de estos cuatro puntos presión en los que, al margen de otros muchos matices, está basado el juego de Irlanda.
(1) La presión sobre las patadas tácticas
Ya hablamos en ocasiones anteriores, como en el último 6 Naciones, de la precisión del juego con el pie de Sexton. Y el choque contra los All Blacks fue una nueva demostración, esta vez con la incorporación de Kieran Marmion en un papel similar: apenas al minuto de juego ya había puesto el medio de melé irlandés una patada soberbia de este tipo.
La patada queda demasiado larga para que Stockdale la dispute, pero sí le permite subir a presionar al receptor, Beauden Barrett, y placarlo en cuanto el neozelandés baja al suelo. Con esa jugada, Irlanda avanza 40 metros en el campo, aun sin tener la posesión, y presiona en campo contrario.
A los 29 minutos de partido, Sexton cuelga en el aire un hermoso saque de botepronto para reiniciar el juego tras el drop de Beauden Barrett. La patada del apertura irlandés permite la presión de Stockdale en la disputa arriba y, en el rebote, Rory Best recupera la posesión para los irlandeses, que montan el siguiente ataque.
El siguiente ejemplo es un caso perfecto para mostrar cómo Irlanda, en ocasiones, prefiere avanzar a base de presionar a su rival, antes que montar ellos mismos un ataque abierto.
A partir de una buena pelota en posesión, los irlandeses la mueven para el centro Garry Ringrose que, en lugar de atacar a la defensa neozelandesa con la pelota en la mano, resuelve patear a la esquina y llevar el juego a la línea de 5 metros de los All Blacks, para presionarlos en la touche.
Finalmente, de nuevo sería poco después Marmion quien gestionase una pelota lenta pateando al cerrado, sobre la línea de 22 negra, para que una vez más Irlanda recuperase la posesión. Un movimiento muy típico del rugby de hoy pero que pocos equipos utilizan -a través de Murray o Marmion- con tanto peso táctico y resultados tan provechosos como Irlanda.
(2) Presión en el breakdown
Nueva Zelanda le facilitó un tanto su trabajo al equipo de Joe Schmidt, empeñándose a menudo en un ataque demasiado estrecho. Eso permitió a los delanteros irlandeses llevar continuamente al portador al suelo y, ahí, atacar la pelota para pescar. Algunas veces, hay que subrayar, lo hicieron legalmente; otras, de manera antirreglamentaria.
En los primeros minutos de partido, Nueva Zelanda arrancó atacando la zona roja irlandesa, con fases sucesivas ante las que Irlanda hubo de poner mucho ritmo y fiereza en los contactos. Al final, tras varias fases, el trabajo constante de los terceras Van der Flier y Stander le permitió cerrar esa primera fase de dominio neozelandés con una recuperación en el ruck… aliviando la amenazante presión de los visitantes.
El siguiente ejemplo corresponde con un momento crucial del partido: un golpe de castigo concedido en una disputa ilegal de Peter O’Mahony por la pelota en el ruck; Barnes se la da a Irlanda y la siguiente jugada sería el saque lateral a partir del cual los hombres de Joe Schmidt orquestan un movimiento invertido del juego, que da origen a la anotación de Stockdale.
No sabemos en que andaría fijándose en esa abierta Wayne Barnes, pero es evidente que O’Mahony se apoya con los codos en el suelo para pescar, y hasta su nariz parece estar hundida en la hierba.
En lugar de sancionar esa acción ilegal del tercera irlandés, Barnes le concedió el golpe a Irlanda, que aprovechó para avanzar metros, meterse en campo contrario y acabar anotando un ensayo muy bien trabajado y con un momento de brillantez extraordinaria de Stockdale.
(3) Presión defensiva
La defensa irlandesa fue monumental… y lleva siéndolo ya algún tiempo. En sus últimos 15 partidos contra rivales del tier 1 (excluyendo a Italia), el equipo de Joe Schmidt sólo ha concedido una media de 15.5 puntos por partido; y sólo cuatro equipos han logrado anotarles 20 o más puntos (Gales en un par de ocasiones, Argentina y Escocia).
Irlanda defiende muy cerrado, pero si su contrario intenta avanzar por la vía directa, no hay manera.
Veamos un par de ejemplos de la fortaleza defensiva del equipo de Schmidt.
A menudo vimos durante el partido a delanteros forzando la máquina en la subida de la presión defensiva, para interrumpir la salida de los All Blacks. Fue una constante en la que también participaron otros jugadores: Aki, Ringrose y el mismo Sexton. Y si los neozelandeses intentaban romper con alguno de sus delanteros, los dobles placajes de segundas y terceras los contenían o los hacían retroceder, antes de que pudieran dar continuidad al juego.
(4) Presión a través de las percusiones de delanteros
Irlanda anotó sus puntos a través de un ensayo y tres golpes de castigo. En tres de esas cuatro jugadas, los irlandeses hicieron llegar el balón hasta la zona desde la cual anotarían a partir de un golpe de castigo cometido por Nueva Zelanda. Lo vemos en detalle:
Primer golpe de Irlanda – A los 7 minutos de juego, Retallick toca el brazo de Marmion y Barnes da golpe para los locales, que se quedan en la 22 contraria y anotan con una patada frente a palos.
Segundo golpe de Irlanda – A los 22 minutos, un placaje alto sobre Stander da lugar a otro golpe. Los irlandeses patean a la esquina y, tras una nueva infracción de los All Blacks (que debió de ser amarilla para Whitelock por molestar a Marmion desde el suelo), vuelven a jugar varias fases en la zona roja contraria. Finalmente, sacan un golpe de castigo otra vez frente a palos y suman tres más.
Tercer golpe de Irlanda – Después de 16 fases consecutivas de posesión y avance, llegan a la zona de 22 rival y ganan el pateo a palos.
Ensayo de Irlanda – O’Mahony pesca una pelota en el ruck y Wayne Barnes concede un nuevo golpe de castigo para los locales. Sexton patea a campo rival y, a la salida de la consiguiente touche, Irlanda acaba anotando con la extraordinaria jugada de Stockdale.
Una característica muy habitual y definitoria de Irlanda es lo que hacen con la pelota cuando la tienen en la 22 contraria. A menudo, en esas situaciones ralentizan el juego para permitir a sus delanteros recuperar las posiciones; usan uno o dos pases a jugadores del paquete y, cuando están cerca de la zona de ensayo, emplean equipos de tres jugadores que se suelen agarrar al receptor antes de que reciba, acción no permitida por el reglamento pero que han convertido en habitual, y que les permite ganar empuje a la hora de la acometida.
Irlanda practica un rugby muy bien organizado y orquestado: los rivales saben lo que hará… pero pararlo resulta muy difícil. A menudo el equipo que defiende acaba frustrado y concediendo golpes
Como decíamos, es rugby muy sencillo… y los rivales saben lo que van a hacer. pero pararlo resulta extremadamente complicado porque la ejecución del plan es casi perfecta. Y a menudo, como le sucedió a Nueva Zelanda, el equipo que defiende acaba frustrado y cometiendo golpes.
Es notorio cómo los irlandeses a menudo sólo abren el juego cuando el árbitro les ha concedido ventaja por un golpe de castigo. Una vez más, su énfasis está puesto en un rugby de conceptos simples: no es frecuente verles demasiados pases en descarga tras contacto, pases arriesgados, combinaciones y jugadas complejas o jugadores que se queden aislados con el balón en campo abierto.
En definitiva, Irlanda practica un rugby muy bien organizado y con un juego bien orquestado, que busca ejercer una presión máxima y continua sobre la defensa contraria.
El plan de juego de Joe Schmidt está basado en ese principio y gira en torno a la presión: en los encuentros, la línea defensiva, con las patadas tácticas y a través de relanzamientos y percusiones siempre cercanas al anterior punto de encuentro.
Nueva Zelanda no encontró forma de detenerlo y ese será el gran reto de los rivales de Irlanda en el próximo 6 Naciones: ¿Cómo contrarrestar este rugby de alta presión?