Se ha hablado mucho sobre casi todo lo sucedido el pasado fin de semana en San Mamés y sería conveniente hacer algunas matizaciones a muchas afirmaciones categóricas respecto a entrenadores, equipos, jugadores…

La repetición de un concepto no lo convierte en verdad, simplemente demuestra desconocimiento respecto a la historia y el pasado: toda historia es historia contemporánea.

Pongamos algunos ejemplos:

 

1) Gloucester/Johan Ackermann.

La indolencia del equipo inglés (y el estilo de juego) son anteriores a la llegada del entrenador sudafricano, Laurie Fisher y David Humphreys tienen mucha experiencia respecto a la irregularidad de los cherry & white en partidos cruciales. Se ha hecho escarnio respecto a las derrotas de Ackermann en las dos finales de Super Rugby disputadas con Lions… A lo mejor sería conveniente recordar qué tipo de equipo eran los Lions antes de 2015 y el nivel que alcanzaron en solo tres años, en medio de una crisis generalizada de los equipos y los conceptos del rugby sudafricano. Tampoco estaría mal hacer un poco de memoria respecto a los rivales del equipo de Johannesburgo en esas dos finales: perder contra Hurricanes y Crusaders es perder… pero con muchos matices.

Resumiendo, a Gloucester se le ha hecho muy largo el final de temporada (derrotas contundentes contra Bath -cuando todavía tenían posibilidades matemáticas de disputar las semifinales- y Saracens en las dos últimas jornadas de la Premier) y un cúmulo de circunstancias muy subjetivas en el 2º tiempo de la final (solo es necesario recordar que las 5 primeras preguntas en la sala de prensa de San Mamés fueron respecto a la actuación arbitral).

Johan Ackermann y las finales, un tema recurrente.

2) Leinster es un club de cantera.

Leinster no es un club, es una provincia (76.000 jugadores dentro de la estructura dublinesa) que va de la mano de la IRFU como bloque principal del rugby de Irlanda. Leinster recluta jugadores en todas las categorías inferiores (debido a una peculiar construcción piramidal en la que todos los clubes de su radio de acción son considerados como filiales) y así siempre cuenta con una gran base de canteranos.

Leinster ficha a jugadores de primer nivel (Fardy, Lowe) y mantiene a sus estrellas pese a los cantos de sirena de los grandes clubes (económicamente hablando) del rugby europeo. Solo Jonathan Sexton salió de Irlanda durante dos años (debido a unas circunstancias bastante particulares) y terminó regresando a Dublín con un contrato de cuantía muy similar al que tuvo en Racing 92.

O’Driscoll, D’Arcy, Kearney, Healy, Furlong, O’Brien, Heaslip… ¿Seguimos creyendo a estas alturas que el equipo dublinés paga poco y que sus jugadores se quedan por amor a los colores?

 

3) Racing 92 es una pléyade de estrellas que «no juegan a nada».

Empecemos por una pregunta bastante simple:

¿Quiénes son esas estrellas de nivel internacional del equipo parisino?

Sí, ya sé que Dan Carter es jugador de Racing pero también sé que tiene 36 años y que su presencia es más mediática que influyente en el campo desde hace 3 años.

Lambie, Nakarawa, Vakatawa, Imhoff, Machenaud, Tameifuna, Rokocoko… Jugadores veteranos -en muchos casos- y de solvencia contrastada pero muy lejos de planteles como los de Toulon o Montpellier. Tampoco Jacky Lorenzetti tiene el mismo perfil que Mourad Boudjellal o Mohed Altrad.

Tal vez la inconclusa fusión entre Racing 92 y Stade Français ha caído demasiado pronto en el olvido o es -simplemente- desconocida por quienes sitúan al equipo ciel et blanc en el mismo plano de los grandes planteles repletos de figuras internacionales. Existe una fórmula muy sencilla para establecer diferencias: el número de jugadores franceses en el 15 titular habitual de Racing, Toulon y Montpellier.

Solo hace falta ver la convocatoria del equipo parisino para la final de Champions Cup para ser conscientes del nivel netamente inferior al del equipo irlandés. El banquillo de Racing 92 lo conformaban Ole Avei, Vasil Kakovin, Census Johnston, Boris Palu, Baptiste Chouzenoux, Antoine Gibert, Rémi Tales y Joe Rokocoko.

Dan Carter fue baja a pocas horas del partido: las lesiones marcaron a Racing 92.

No hará falta subrayar que Racing 92 tenía lesionado a su primer medio de melé (Machenaud) y que perdió a última hora a sus dos primeras opciones en el puesto de apertura: Carter antes del encuentro y Lambie al poco de comenzar. El drop decisivo se lo jugó Tales, un jugador camino de los 35 años, que la próxima temporada militará en el Stade Montois de ProD2.

Las críticas realizadas al estilo de juego de Racing sería conveniente trasladarlas al equipo de Leo Cullen y Stuart Lancaster. Laurent Travers y Laurent Labit demostraron ser un equipo técnico bastante más solvente que el del equipo dublinés y consiguieron que se jugase el partido que más convenía a sus intereses. Y pese a su manifiesta inferioridad de efectivos, estuvieron muy cerca de llevarse el trofeo contra un equipo indudablemente superior.

Los ajustes de cuentas respecto al estilo de juego del rugby francés (generalizados y sin hacer ninguna distinción) y la supuesta justicia del triunfo de Leinster en la final demuestran que los baremos a la hora de juzgar a unos y otros son muy diferentes.

Nadie es objetivo, nadie es neutral, todo el mundo tiene sus filias y fobias, todos los argumentos son válidos, todos estamos cargados de razones y las de cada uno son las mejores… La posverdad.