Con el final de la Copa del Mundo de Japón asoma un nuevo horizonte en el rugby mundial, lo que parece apropiado tras la competición en la tierra del sol naciente. Veteranas estrellas, tanto en el terreno de juego como en los banquillos, se marchan para buscar nuevos desafíos, mientras otra generación de fenomenos aparece en el escenario para reclamar su lugar. De Hansen a Hagibis, de las tarjetas rojas a los medios de apertura: 15 historias para despedir a Japón 2019.

1 Placajes, brutalidad y tarjetas

Si la intención de World Rugby era reducir los placajes altos con una política agresiva de sanciones, en el primer fin de semana del torneo los árbitros debieron olvidarse. Algunas acciones fueron castigadas con severas tarjetas rojas mientras Reece Hodge y Piers Francis, por ejemplo, escapaban al ojo punitivo: Hodge acabaría suspendido después y World Rugby redondeó el desconcierto al publicar un crítico comunicado sin precedentes contra los propios árbitros.

Eso provocó un cambio pendular, de un extremo a otro, y a partir de ese momento desaparecieron las tarjetas rojas. Una cuarta parte de todas las expulsiones vistas en la historia de la Copa del Mundo se produjeron en Japón: Tomás Lavanini, Bundee Aki y Facundo Gattas, entre otros, se fueron al vestuario por sus placajes altos en la primera fase del torneo. Ya en las eliminatorias, solo vimos una roja más: a Sébastien Vahaamahina por su codazo al galés Wainwright.. Mientras tanto Sam Underhill, en una actuación que seguramente ha variado para siempre el destino de su carrera, demostraba que es posible placar con brutalidad, de forma enteramente legal.

Aki se marcha expulsado tras un placaje controvertido frente a Samoa.

2 Una noche de perros en Yokohama

Hay muchos y muy obvios beneficios en la decisión de que acogiera la Copa del Mundo un país fuera del circuito tradicional del rugby, pero Japón provocó que apareciesen en el torneo problemas singulares, asociados al propio contexto. La humedad y los estadios cerrados amenazaron el juego y provocaron muchos errores de manejo de la pelota.

Pero, sobre todo, el tifón Hagibis tuvo consecuencias devastadoras para el torneo y para el propio país, provocando a su paso la muerte de al menos 40 personas. La resolución y determinación mostrada por todos los japoneses y las autoridades se trasladaron también al juego del equipo de Jamie Joseph en su decisivo choque contra Escocia. Un triunfo heroico y admirable… aunque ojalá nunca hubiera llegado en las circunstancias en que lo hizo.

3 Equipos de 14 delanteros

Sudáfrica ha sido el primer equipo en ganar una RWC después de sufrir una derrota en la fase de grupos. Pero precisamente ese tropiezo inicial contra Nueva Zelanda pudo provocar un cambio de planteamiento para los siguientes partidos que acabaría conduciendo a los Springboks hasta el trofeo. Tras perder con los All Blacks, Rassie optó en los siguientes encuentros por tener siempre a seis delanteros en el banquillo. Las consecuencias de ese cambio se vieron con toda claridad en la final con Inglaterra.

Conforme arrancó la segunda mitad, Inglaterra pareció por fin encontrar el modo de competir en la melé con los sudafricanos: pero Erasmus frenó esa posibilidad con la entrada al campo de Steven Kitshof y Vincent Koch… y la melé inglesa volvió a sufrir. Desde luego, fue un caso claro de aprovechamiento de las fortalezas de un equipo pero, además, el hecho de que Dan Cole (31 años) tuviera que disputar 76 minutos de partido por la lesión de Sinckler todavía le dio más sentido a la elección sudafricana de inflamar su paquete en el banquillo.

4 Japón ya está en la élite

Aunque no serían pocos los aficionados que pronosticasen la posibilidad de que Japón quedara por encima de Escocia en su grupo, seguro que muchos menos anticiparon que lo harían, además, después de ganar también a Irlanda. Y, en consecuencia, acabando el grupo como líderes, con 19 puntos de los 20 posibles ganados.

La impresionante actuación japonesa ha puesto los cimientos para su ingreso como miembro de pleno derecho en la élite del rugby mundial. El incansable Shota Horie, el metrónomo Yu Tamura y las eléctricas carreras de Kotaro Matshushima llamaron la atención en un equipo cuyo nivel general fue excelente. Un equipo que no debería tener ningún problema para competir de manera regular en el Rugby Championship o, incluso, en el 6 Naciones.

Jerome Garces, el francés, dirigió una final que parecía destinada a Wayne Barnes.

5 La controversia de los arbitrajes

Por fortuna, después de todo el ruido y de las voces que avisaban de que las decisiones de los colegiados podrían llegar a decidir alguno de los partidos más importantes del torneo, al final nada de eso ocurrió. Aunque, desde luego, eso no significa precisamente que las actuaciones de los árbitros en este Mundial fueran universalmente aplaudidas.

La crítica publicada por World Rugby sobre los castigos por juego peligroso provocó un mayor celo a la hora de pitar. Pero siguieron produciéndose jugadas controvertidas y decisiones polémicas: como el ensayo que se le anuló a Ben Youngs en la semifinal o la sanción a Samu Kerevi por su contacto con el antebrazo frente a Gales.

El papel de los árbitros ha sido el más complicado de la historia de las copas del mundo. Y, sin embargo, Wayne Barnes logra pese a todo que su trabajo parezca sencillo. El árbitro inglés tiene una enorme capacidad para la comunicación y el modo en que entiende el ritmo al que se mueve el juego lo hacen sobresalir del resto. Una pena que, por la coincidencia con Inglaterra, no pudiera pitar la final.

6 El torneo de Kyle Sinckler

Las críticas que se le hacen habitualmente a Sinckler suelen referirse a dos aspectos de su rugby: pierde los nervios con frecuencia y su rendimiento en las fases estáticas queda lejos de su capacidad para el juego abierto. Pero ambos argumentos quedaron vacíos en esta Copa del Mundo. Su actuación en la melé fue muy solvente y, a pesar de que algunos rivales trataron de sacarlo de sus casillas, Sinckler se mantuvo en su sitio, sin perder el foco.

Y eso sin perder un ápice de su impacto en el juego abierto: en la semifinal contra Nueva Zelanda hizo más pases (8) y descargas (1) que todo el pack sudafricano conjuntamente en la suya frente a Gales. Su salida del campo a los dos minutos de juego en la final fue una vía de agua de la que Inglaterra no se pudo recuperar en todo el partido.

7 Solidez defensiva

Puede que los delanteros sudafricanos no hayan pasado demasiados balones en este torneo, pero no habrá quien se atreva a criticar su rendimiento: fueron abrasivos, frontales y, en la final, totémicos. La continua obtención de golpes de castigo en las melés y el modo en que dificultaron las touches inglesas sacaron a Inglaterra del partido y no le permitieron en ningún momento llegar a competir por la victoria.

No es casualidad que los cuatro semifinalistas fueran equipos muy fiables en defensa. Un trabajo feroz en los puntos de encuentro y la clausura de los canales exteriores de ataque le permitieron a Inglaterra frenar a Nueva Zelanda; los Springboks, mientras, levantaron un muro impenetrable frente al potente equipo japonés; la defensa extrema de Gales llevó al equipo de Warren Gatland al triunfo en el cruce con Francia, un partido que los bleus se complicaron también a sí mismos; y Nueva Zelanda solamente encajó un ensayo por partido a pesar de enfrentar a cuatro de los cinco mejores equipos del mundo. ¿Qué fue de los equipos de gatillo veloz como Japón, Escocia, Fiyi y Australia? Divertidos de ver, es cierto, pero ni se aproximaron al nivel de los otros.

8 Nueva Escocia, viejos problemas

Hablando del equipo de Gregor Townsend… este fue un torneo decepcionante para ellos. Después de una lastimosa derrota contra Irlanda, los escoceses parecieron recuperar el tono contra Rusia y Georgia, victorias en las que golpearon con el mazo y con la espada. Pero Japón los barrió del campo. Barridos después de haber amenazado con llevar a los tribunales a World Rugby si suspendía el partido por el tifón Hagibis. Mal asunto.

¿Debería Escocia tener un tercer club profesional? ¿Hay algún jugador capaz de dominar el contacto llevando la pelota? ¿Es el equipo capaz de soportar la presión en los grandes torneos? Preguntas que siguen esperando a que Townsend les dé respuesta.

Steve Hansen y Warren Gatland: dos de los técnicos que dejan sus selecciones.

9 Asoma una nueva era

Nueva Zelanda construyó una dinastía a partir de su derrota en 2007 y la llevó adelante hasta 2019, punto final de una época deportiva sin parangones en el rugby mundial. Desde ahora y para siempre, Steve Hansen deberá ser considerado en cualquier conversación en la que se hable de los mejores entrenadores en la historia de este deporte. Y los ahora ya retirados del concierto internacional Kieran Read, Sonny Bill Williams, Ben Smith y Ryan Crotty se marchan con un acumulado conjunto de 315 caps.

Pero hay más retiradas. Los técnicos de Irlanda, Joe Schmidt, y Gales, Warren Gatland, así como Michael Cheika en los Wallabies, dejan su puesto sin haber alcanzado el premio al que aspiraban. Por su parte el capitán irlandés, Rory Best, se despide reconocido como uno de los mejores talonadores de su generación. Con dos finalistas cuyos equipos están llenos de jóvenes, Japón convirtiendo su promesa de equipo competitivo en una realidad exuberante, y unas cuantas vacas sagradas que se retiran, la Copa del Mundo de Japon marca el cambio de guardia.

10 Fin al experimento de Daly como 15

Hablando de cambios, parece que este es tan buen momento como cualquier otro para abandonar el experimento de jugar con Eliot Daly como zaguero. El hombre de confianza de Eddie Jones ha tenido un rendimiento admirable en una posicion para la que tal vez no tenga las habilidades requeridas, a pesar de su monstruoso pateo lejano, la velocidad de su juego de transición y su destreza con la pelota. Pero un zaguero necesita, antes que cualquier otra cosa, seguridad en las pelotas altas… y esa es la más notoria debilidad del juego de Daly. En la final contra Sudáfrica, Daly se vio atacado por las pelotas altas de Pollard y De Klerk, que lo bombardearon toda la noche.

Dicho esto, su carrera internacional está lejos de haberse terminado. Ahora se enrolará en los Saracens y, seguramente, para llevar el número 13… lo que podría llevar al técnico inglés a replantearse también el mismo cambio en la selección. Además de que podría tener un papel muy relevante como opción para un cambio saliendo desde el banquillo. Ojalá Inglaterra contase con un zaguero preparado para asumir esa posición… Un momento: que pase Anthony Watson.

11 Anfitriones de lujo

Sería de desear que World Rugby siguiera llevando la Copa del Mundo, y partidos internacionales con equipos de élite, a paises vírgenes para el rugby, alejados de los centros tradicionales de este deporte. Se mire como se mire, Japón fue un anfitrión agradable, humilde y cordial, en una Copa del Mundo en la que se volcó el país al completo, animando a los suyos y a otros muchos equipos a lo largo del torneo. Incluso con el tifón por el medio, que dejó a su paso una devastación material sin precedentes en los últimos 50 años, el rugby se convirtió en un aglutinante que mantuvo al país con un espíritu positivo en momentos tan comprometidos.

12 Actuaciones meritorias de los minnows (Uruguay, Rusia)

Se ha hablado mucho de que la brecha entre los equipos top y los que vienen por debajo se ha ampliado sin remedio, pero aun así los equipos más modestos del torneo mostraron que son capaces de producir algunas actuaciones inolvidables. Uruguay sumó ante la potente Fiyi la que era su tercera victoria en una Copa del Mundo (la anterior tuvo lugar 16 años antes, en 2003); y lo hizo con un aplomo y un control que generalmente se atribuyen a los equipos más importantes del panorama internacional.

Por su parte Rusia, el equipo con el ranking más bajo de toda la Copa del Mundo, de lejos, mostró compromiso y determinación en un grupo complicado, en el que dejó actuaciones muy destacables frente a Japón y Samoa.  Con los planes de World Rugby para crear una liga mundial descartados, este torneo amenazaba con provocar que la brecha entre los tier 1 y el resto se hiciera un abismo. Por suerte para el futuro del rugby, se ha acabado convirtiendo en lo contrario.

George Ford recuperó el puesto de apertura en Inglaterra.

13 ¿Qué pasará en 2023? Miremos a los aperturas

Mirando hacia la Copa del Mundo de 2023 en Francia, ahí va una idea: tener claro quién va a ser el medio de apertura podría ayudar a anticipar quién será el campeón. Nos pasamos seis meses discutiendo sobre la presunta locura de Hansen al mover a Beauden Barrett al puesto de 15 para incluir a Richie Mo’unga como 10. Al final se reveló una opción astuta, pero no sirvió para que los All Blacks levantasen el tercer trofeo consecutivo.

Inglaterra varió entre Farrell y Ford durante el torneo. Estuvo cerca, pero no lo suficiente. Irlanda buscó alternativas para Johnny Sexton… pero se quedó muy lejos de sus objetivos. Los aperturas de Australia parecían desesperados por renunciar al puesto, mientras que Dan Biggar y Rhys Patchell no pudieron llenar del todo las botas del lesionado Gareth Anscombe en Gales.

¿El único equipo de entre los candidatos con un apertura consistente? Handre Pollard en Sudáfrica. Varias actuaciones de récord en el Rugby Championship acabaron de cimentar su puesto como indiscutible apertura de los Boks, y en Japón fue exactamente el director de juego que necesitaban los campeones. Algo sí que da qué pensar.

14 La recepción real de Faf de Klerk

Saludar a su Alteza Real el príncipe Harry con unos calzoncillos con la bandera sudafricana y una gorra, mientras bebía directamente del trofeo de campeón la cerveza oficial del torneo… Así es Faf de Klerk: tan divertido en el campo como fuera de él. Faf, te saludamos.

15 Nada une a la gente como el rugby

Se ha dicho innumerables veces pero merece la pena ser recordado: el deporte tiene efectos transformadores en millones de personas, no sólo en aquéllos que compiten en el terreno de juego. François Pienaar ha dicho que esta victoria de los Springboks es culturalmente incluso más importante que la del 95, resumida en su foto con Nelson Mandela levantando el trofeo de campeones. Porque todas las razas, pueblos y culturas se han unido durante las últimas semanas para apoyar a un equipo que tradicionalmente había estado conformado sólo por la élite del país, la minoría blanca.

La recepción al equipo de Rassie Erasmus en Johannesburgo fue un símbolo para la esperanza. En una nación que todavía lucha contra el desempleo y la falta de oportunidades para muchos, la inspiración que supone ver a Siya Kolisi dirigir a su equipo hasta el triunfo tendrá, sin duda, un eco que traspasará las generaciones.

Charlie escribe sobre rugby, fútbol y otros deportes para publicaciones como The Rugby Magazine, Mundial Mag y Times Sport.

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