Desde el pasado fin de semana, Gales es oficialmente el equipo número 1 del  mundo. Tras su victoria contra Inglaterra en el segundo de los encuentros de preparación para la Copa del Mundo, el bloque de Warren Gatland desplazó a los All Blacks de esa posición, que los neozelandeses han tenido casi en propiedad en la última década.

A estas alturas del ciclo mundialista, a menos de un mes de la cita en Japón, la verdad es que el ranking tiene poco significado. La mayoría seguimos considerando a los All Blacks como el equipo a batir en la RWC… Pero es cierto que la posición de Gales en la jerarquía del rugby mundial reafirma su condición de gran equipo.

El pasado sábado, una potente Inglaterra se vio incapaz de anotar un solo punto frente a Gales en la primera mitad del encuentro; y, cumplidos los 80 minutos, la zona de marca de los Dragones permanecía intacta. La organización, velocidad e intensidad de su línea defensiva fueron radicalmente distintas a lo que habíamos visto una semana antes en Twickenham, cuando Inglaterra abrió agujeros en la defensa galesa con facilidad.

¿Cuál fue la clave para que Gales cambiara su imagen de equipo desconectado en el primer choque por ese comportamiento agresivo, muy físico, que mostró en Cardiff?

Obviamente, el criterio de selección de ambos técnicos a la hora de conformar sus equipos tendría mucho que ver. En Twickenham, muchos de los jugadores ingleses se estaban disputando un puesto en la lista que irá a Japón, mientras que en el lado galés la mayoría tenían su plaza confirmada. También el estado en la puesta a punto puede haber mejorado, en el caso del equipo de Gatland, conforme se aproxima el arranque de la RWC. Pero la impresión más extendida es que, una vez más, el hecho de jugar en el Principality Stadium parece elevar el rugby de Gales a otro nivel.

Si se analizan los resultados en su propio campo de cada uno de los equipos del 6 Naciones desde principios de 2016 hasta ahora, se observa sin sorpresa que Inglaterra, Irlanda y Gales son los que mayor porcentaje de victorias ante su público acumulan. Entre ellos no hay mucha diferencia. En este tiempo, los tres han dominado en algún momento el torneo.

Inglaterra solo ha perdido dos partidos en Twickenham (frente a Irlanda y Nueva Zelanda, ambos en 2018) y empató otro con Escocia, en el último 6N. Mientras, en sus 18 partidos en este periodo, Irlanda ha perdido con Inglaterra (2019) y Nueva Zelanda (2016), más un empate frente a Gales (2016).

Gales ha caído en cuatro de los 20 partidos disputados en su campo en esa misma franja de tiempo: contra Australia en 2016 y 2017, Nueva Zelanda e Inglaterra en 2017. Ahora mismo lleva una racha de nueve triunfos consecutivos en Cardiff, desde el otoño de 2017.

Pero si miramos a los resultados de estos equipos a domicilio y en este mismo periodo (con algunos encuentros jugados en territorio neutral, como cuando Irlanda se enfrentó con Nueva Zelanda en Estados Unidos), la perspectiva cambia.

En lugar de la escasa diferencia porcentual que veíamos antes, lejos de sus respectivos estadios las diferencias crecen: Inglaterra es el que más victorias ha conseguido fuera de Twickenham, un 24% más que Gales. El equipo de la Rosa venció en 12 de esos 19 choques. Irlanda ganó 9 de 17; y Gales, siete de sus 18 partidos.

Así, de estos datos se deduce que es Gales el equipo que más se beneficia de jugar en su campo. El conjunto de Warren Gatland disputó en este tiempo analizado tres partidos en Nueva Zelanda (perdió la serie 3-0). Además, su gira veraniega de 2018 incluyó dos tests en Argentina y otra frente a Sudáfrica en Estados Unidos.

Por su parte, las giras de junio de Inglaterra la llevaron a Sudáfrica (donde perdió la serie por 2-1), y Australia (allí venció 0-3). Finalmente, Irlanda viajó a Australia en 2018 (venció por 1-2 en aquella serie) y lo había hecho a Sudáfrica en 2016 (perdió por 2-1).

Es justo decir que la visita de Gales a los All Blacks supone un desafío más complicado de lo que eran para Inglaterra e Irlanda medirse con Australia y Sudáfrica. Pero eso se compensa con la visita relativamente más sencilla a Argentina y por el equipo diezmado que Sudáfrica desplazó a Estados Unidos, para aquel encuentro deslocalizado frente al equipo de Gatland.

La realidad es que Gales no ha ganado un partido contra ninguno de los tres grandes del sur, en su domicilio, desde que derrotase a Australia en Sydney en 1969. Y nunca ha batido a Nueva Zelanda ni a Sudáfrica en sus feudos.

Si ampliamos ese criterio a los choques jugados en territorio neutral encontramos algunas migajas favorables a Gales, como la victoria frente a Sudáfrica en el choque mencionado en Estados Unidos el verano pasado. Y también vencieron a Australia, en Nueva Zelanda, en el partido por el tercer puesto de la Copa del Mundo de 1987.

Además, Gales tampoco ha podido ganar en este periodo en sus cuatro visitas a Inglaterra, mientras que frente a Irlanda registró un empate y una derrota.

Gales no ha ganado a ninguno de los tres grandes en sus campos desde que venció en 1969 a Australia, a la que también se impuso por el tercer puesto en la RWC 1987 en NZ. Jamás ha vencido en Sudáfrica ni a los All Blacks

La cuestión es… ¿nos dice algo este comportamiento del actual líder del ranking mundial si lo proyectamos a sus posibilidades en la Copa del Mundo? Hay algunas conclusiones, que podemos resumir así:

  • Gales es un equipo muy difícil de batir en el Principality Stadium (solo los cuatro o cinco mejores del mundo suelen ganar en Cardiff).
  • Históricamente, a Gales se le hace casi imposible vencer a los rivales del hemisferio sur en sus territorios. Y casi lo mismo sucede en campo neutral.
  • También tiene problemas para imponerse a domicilio a Irlanda e Inglaterra en estos últimos años.
  • Así que, en cuanto a sus posibilidades en Japón, el partido clave para los pupilos de Gatland (suponiendo que se impongan a Fiyi, que ya les ha dado algún susto en ocasiones precedentes) será el que los mida con Australia.

El campeón de grupo se cruzará con el subcampeón del grupo de Inglaterra, Francia y Argentina… tres equipos a los que Gales puede mirar a los ojos. El que venciese en ese cruce se vería las caras en semifinales, muy probablemente, con el ganador entre Irlanda (si se impone en su grupo) y el segundo del grupo de Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Asumiendo que los All Blacks superen a Sudáfrica y acaben primeros en la fase inicial, eso llevaría a Gales a disputar una hipotética semifinal contra Irlanda o Sudáfrica.

La otra posibilidad es que, si Gales acaba segundo en su grupo, se medirá seguramente con Inglaterra (siempre que los de Eddie Jones ganen su grupo con Argentina y Francia), y en la semifinal aguardaría muy probablemente Nueva Zelanda. Una opción poco halagüeña para los galeses, vistos los antecedentes.

Los galeses, en uno de sus partidos contra Nueva Zelanda.

Así que todo dependerá del encuentro frente a Australia en la fase de grupos. Aunque el equipo de Cheika no acaba de dar su mejor nivel en los últimos tiempos, la historia subraya las dificultades históricas de Gales para imponerse a los Wallabies. Sobre todo, lejos de Cardiff. Así que podemos suponer que Gales necesitará una actuación memorable para darle la vuelta a esos augurios.

La Copa se la llevará el equipo que mejor se adapte al contexto. Para ser de verdad el mejor equipo del mundo, Gales debe demostrar que puede hacerlo. Una cosa es ganar en Cardiff y ascender hasta el número 1 del mundo en el ranking. Pero si el equipo de Gatland de verdad quiere ser considerado un candidato a levantar un título mundial, tendrá que replicar en Japón su rendimiento en casa.

Puedes leer el blog de The Blitz Defence en este enlace: theblitzdefence

Puedes seguir a theblitzdefence en Facebook y Twitter en @theblitzdefence.