La previa del enfrentamiento entre los Auld Enemies nos dejó unos análisis que sugerían urgencias, decisiones drásticas o conservadurismo injustificado; dependiendo de si se trataba de valorar las conclusiones a las que había llegado el cuerpo técnico del XV de la Rosa, o las de sus homónimos en el bando caledonio de cara a la disputa de la Calcutta Cup:

Eddie Jones ha venido al 6 Naciones 2020 a jugar, así se resume todo. El seleccionador con menos motivos para hacer cambios en su equipo es el que está poniendo la salsa en un torneo -hasta ahora- muy previsible en cuanto a las decisiones de los máximos responsables técnicos. Mako Vunipola por Joe Marler, George Kruis por Charlie Ewels, Lewis Ludlam por Courtney Lawes, Willi Heinz por Ben Youngs y Jonathan Joseph por Manu Tuilagi: sólo este último cambio responde a una baja por lesión. Un tercio del XV de la Rosa con modificaciones en menos de una semana…

Recuerden que estamos hablando de la selección que disputó la final de la Copa del Mundo de Japón, de la selección que perdió la Calcutta Cup en 2018 y no consiguió recuperarla en 2019 en un partido absolutamente disparatado. Si hacemos caso al discurso tradicional, el orgullo nacional inglés (el responsable último del cacareado Brexit) está gravemente herido y no podría permitirse un nuevo fracaso ante la amenaza, independentista y europeísta, de los caledonios; y va Eddie Jones y pone el equipo del revés antes de tan decisivo e histórico desafío…

¿Se puede hablar de experimentos cuando hay once jugadores con más de 20 caps en el equipo inicial? Pese a los cacareados ‘cambios’ de Eddie Jones ante Escocia, lo único de verdad llamativo son las variaciones en los puestos de medio de melé y zaguero

El ruido siempre llama la atención, la sangre siempre es muy escandalosa. Pero Eddie Jones -al final- sigue presentando un equipo de salida con Mako-George-Sinckler-Itoje-Kruis-Underhill-Curry-Ford-Daly-Farrell-May. Once titularísimos y sólo cuatro puestos con modificaciones y matices particulares (Joseph no es un extraño, Ludlam estuvo en el Mundial).

Resulta que, en realidad, lo único verdaderamente llamativo son los cambios en los puestos de medio de melé y zaguero. Willi Heinz (33 años) y Ben Youngs (30 años) son las notas discordantes en una Inglaterra que piensa en 2023. El nueve de Tigers salió mal parado en el partido contra Francia; el nueve de Gloucester hizo aguas -permítase el comentario jocoso- en el encuentro contra Escocia.

¿Se puede hablar de experimentos cuando hay once jugadores con más de 20 caps en el equipo inicial?

Ellis Genge apoya el ensayo que hizo la diferencia en el partido en Edimburgo (Foto: Inpho/Six Nations Rugby).

Da la sensación de que el resultado de un solo partido sirve para poner en duda lo conseguido tres meses antes; y que también vale para invalidar la hoja de ruta marcada para los tres próximos años.

Gregor Townsend, mucho más consciente del papel que le depara la Historia (con H mayúscula), sólo realizó un cambio -el de uno de sus jugadores más destacados en el partido contra Irlanda- y mantuvo el bloque que tanta confusión creó y sigue creando entre aficionados y analistas. Al pueblo soberano le cuesta asimilar que fuese la delantera la que destacó contra el XV del Trébol y que los tres cuartos continúen en su particular travesía del desierto identitario.

Es posible que el XV del Cardo haya encontrado su lugar en el mundo en el desafío por ganar/mantener la Calcutta Cup. Nadie ha dicho que los renglones del rugby tengan que ser necesariamente rectos. La apuesta del cuerpo técnico escocés sigue siendo clara: Hogg, Kinghorn, Johnson, Jones, Maitland, Hastings, Price… Sólo falta Finn Russell; pero ese sólo es mayúsculo, superlativo, porque implica que falta el apertura más creativo y determinante de Europa en una selección que no va sobrada -precisamente- de jugadores creativos y determinantes. El debate filosófico sobre la autoridad del cuerpo técnico a la hora de privar al equipo (a todo el país) de su factor X podría ser muy interesante, siempre que el planteamiento de base superase la premisa inicial de «hemos perdido porque no está Russell».

A todo este planteamiento teórico previo sólo le faltaban unos elementos difíciles de prever: viento, lluvia y frío en Edimburgo en febrero. Nunca antes había sucedido…

Había una excusa para que los line out saliesen todos más torcidos de lo habitual, había una excusa para los constantes errores de manos (que se lo digan a Stuart Hogg, que sale a uno por partido y que le cuestan la derrota a su equipo).

Escocia apostó -de nuevo- por la opción de la delantera, por el pick&go en las escasas ocasiones en las que tuvo posibilidad de asomarse a la línea de cinco metros de Inglaterra… y ahí murieron esas opciones. El laberinto es cada vez más y más enrevesado.

En este torneo no le sobra nada a ningún equipo: éste es un 6 Naciones de transición, pero sólo Eddie Jones y Fabien Galthié, por distintos motivos, parecen haberlo entendido como tal

Escocia ha perdido contra Irlanda e Inglaterra (dos de los favoritos a ganar el 6 Naciones 2020) pero ha obtenido el bonus defensivo en los dos partidos.

Queda claro que en el presente torneo no le sobra nada a ningún equipo; queda patente que el presente 6 Naciones es un torneo de transición y que sólo Eddie Jones y Fabien Galthié (por diferentes motivos) lo han entendido como tal; se pone de manifiesto -nuevamente- que el 6 Naciones tiene un serio problema con el estilo de juego que se ve en sus estadios, más allá de los resultados.

La culpa no es de la lluvia, el viento y el frío. Las explicaciones hay que buscarlas en aquéllos que sólo buscan el resultado sin preocuparse por la forma en la que se consigue. La épica y la tradición no justifican el aburrimiento.