Es probable -estimado lector- que el partido entre Inglaterra y Gales haya conseguido recordarle aquellos tiempos de su juventud en los que en los bares había dos por uno en bebidas espirituosas de discutible calidad que garantizaban el dolor de cabeza casi inmediato. Ese es el resumen del partido de Twickenham, 80 minutos de hora feliz de sartenazos de todos los colores y formas imaginables.

Placajes dobles de Curry y Tuilagi a Dan Biggar para animar el arranque del encuentro, Owen Farrell impactando contra cualquier bulto con camiseta roja que se cruzaba en su camino, Ken Owens y Josh Navidi tomando a ojo la medida de los cuellos y cabezas ingleses, Joe Marler tocándole los cascabeles a Alun Wyn Jones (en sentido literal, nada de figuras retóricas de elaborada creación)…

Hablar a estas alturas sobre la consistencia/falta de consistencia de los criterios arbitrales nos parece (el plural mayestático está justificado en este caso) un chiste de escasa gracia y -además- demasiado repetido.

Siempre será más recomendable recurrir a Marcus Tullius Cicero y sus tres conocidas preguntas:

Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?/¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet?/ ¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?

Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?/ ¿Cuándo acabará esta desenfrenada osadía tuya?

Sustituyan Catilina por el nombre que consideren más oportuno.

El partido en Twickenham volvió a mostrar cuánto trabajo tiene por delante Wayne Pivac: Gales ha pasado de la semifinal del Mundial a tener las mismas victorias que Escocia y una más que Italia en este 6N

El todo vale duró hasta la tarjeta amarilla a Ellis Genge del minuto 73; dos minutos después llegó el hombrazo de Manu Tuilagi (que también había recibido caricias de toda factura) a la cabeza de George North -sí, de nuevo la cabeza del ala galés como protagonista- que provocó que el equipo de Eddie Jones terminase el partido con 13 jugadores y que sirvió para que Gales maquillase el resultado hasta un 33-30 que tiene muy poco de ajustado con la realidad de lo sucedido sobre el terreno de juego.

El partido de Twickenham ha servido para mostrar -nuevamente- el enorme trabajo que tiene Wayne Pivac por delante: su primera línea tiene un rendimiento preocupante en las formaciones fijas, Alun Wyn Jones no da más de sí, el experimento de Navidi como 8 (con Moriarty en el flanker cerrado) no había dado resultado antes y sigue sin darlo; Dan Biggar, George North, Leigh Halfpenny… Gales ha pasado del Grand Slam y la semifinal del Mundial a tener las mismas victorias que Escocia y una más que Italia en el 6 Naciones del año siguiente.

El agotamiento no necesita más explicaciones, es una realidad que salta a la vista.

Eddie Jones lo tenía muy claro, llevar el partido al plano físico y proponer un intercambio de golpes era fórmula ganadora. Hay un dato revelador, la tercera línea del XV de la Rosa sumó 64 placajes en el partido ( Tom Curry 22, Mark Wilson 22, Courtney Lawes 20), fallando sólo dos; el XV titular de Gales completó 82 placajes en total y erró 12. El encuentro se dirimió en ese contexto y los rivales que pueden hacer frente a ese tipo de planteamiento inglés son de otro hemisferio.

El equipo local se aseguró la Triple Corona y mantiene su candidatura a poder llevarse un torneo que no sabemos cuando se decidirá (salvo que Francia logre el objetivo del Grand Slam en el calendario previsto inicialmente).

Inglaterra sale bien parada del partido y del torneo: Eddie Jones ha sacado en limpio algunas pruebas útiles para el futuro, planteando nuevas soluciones y además acompañándolas de resultados

Inglaterra tiene algunas certezas fundamentales: Marler-George-Sinckler-Itoje-Kruis-Lawes-Wilson-Curry son una delantera de garantías en cualquier contexto; es posible que hayamos asistido al partido que justifique que a Tom Curry (21 años) sólo había que darle un tiempo prudencial para que descifrase algunos -no todos- los secretos del centro de la tercera línea.

Ben Youngs y George Ford se han consolidado como una de esas parejas de medios de motor diesel (sin grandes prestaciones punta, pero con una economía y un rendimiento funcional garantizados); Elliot Daly y Henry Slade siguen con su particular curso de hombres orquesta que lo mismo sirven para tocar el trombón de varas que la pandereta; Owen Farrell y Manu Tuilagi alternan sus roles de poli bueno y poli malo según se dé la situación y las circunstancias que lo requieran…

Inglaterra sale bien parada del partido y del torneo, las situaciones no previstas y las probaturas han sido útiles y eso es lo que Eddie Jones esperaba sacar en limpio del 6 Naciones 2020. Francia e Inglaterra han conseguido un doble objetivo: plantear/implementar nuevas soluciones y que esas novedades se viesen acompañadas de resultados. Gales e Irlanda optaron por la vía conservadora (no cambiar casi nada, sea por imposibilidad o por falta de decisión) y da la sensación de que han desperdiciado una oportunidad de adelantar trabajo.

Nihil novum sub solem; el 6 Naciones será recordado por los resultados, los aplazamientos de partidos relacionados con el COVID-19 y por ver a Joe Marler tocando los cascabeles a Alun Wyn Jones. Todo perfectamente normal.