El autor de estas líneas no tiene la sensación de que la victoria de Francia sobre Inglaterra en Le Crunch haya sido una sorpresa; tampoco le ha parecido especialmente llamativa la forma en que se ha alcanzado el resultado final…

Es probable que esta introducción le haya dejado a usted -estimado lector- bastante sorprendido, pero intentaré explicarme y reducir el impacto que el primer párrafo haya podido producir en su persona.

Francia estrenaba cuerpo técnico, capitán y varios jugadores que buscaban hacerse un nombre (y un lugar) dentro del equipo, Eddie Jones se había encargado de cargar el ambiente del partido durante los días previos: hablaba el seleccionador inglés de contundencia física, de dominio, de brutalidad… El escenario ideal para un XV del Gallo que necesitaba con urgencia una puesta en escena cargada de épica y sentimientos a flor de piel, en la cual los jugadores pudiesen descargar la tensión.

Dio la sensación de que Francia había logrado una victoria esperada durante siglos, cuando hace dos años se había impuesto por 22-16 al equipo inglés

Francia salió ante Inglaterra exactamente igual que el XV de la Rosa contra los All Blacks en la semifinal del pasado Mundial de Japón: la línea defensiva ideada por Shaun Edwards asfixiaba a los ingleses y les hacía perder metros (el XV inicial propuesto por Eddie Jones también tenía parte de responsabilidad, al ir sobrecargado de fuerza y limitado de imaginación).

Los rucks y puntos de encuentro -tanto defensivos como ofensivos- eran dominados por los jugadores de Galthié (para sorpresa de la pareja Underhill-Curry, acostumbrados a imponer su ley en esos territorios de frontera) y Francia conseguía sumar unos puntos -17 en el primer tiempo- que a Inglaterra se le resistían de forma difícilmente comprensible en algunos casos. El XV de la Rosa terminaba los 40 minutos sin sumar un solo tanto, algo que no les sucedía en el torneo desde el V Naciones de 1988.

En Francia destacaba la pareja Dupont-Ntamack y en Inglaterra fracasaba la dupla Youngs-Ford; Fickou-Vakatawa se imponían físicamente a Farrell-Tuilagi; Vincent Rattez se elevaba por encima de Daly y May… Pero la gran diferencia, la más sorprendente quizás, era el dominio de Gregory Aldritt-Charles Ollivon-François Cros sobre Tom Curry-Sam Underhill-Courtney Lawes. La victoria se fraguaba ahí.

El partido siguió por los mismos derroteros durante 15 minutos del segundo tiempo, tras el segundo ensayo de Charles Ollivon llegaba la primera marca de Jonny May y los primeros síntomas de cansancio de la defensa francesa. Las cargas inglesas se sucedían y la sensación de peligro para los galos era cada vez mayor; el segundo ensayo del ala de Leicester Tigers dejaba un partido abierto a falta de 15 minutos para el final y la única duda respecto a si la Résistance intérieure française sería capaz de detener el avance del invasor en esta guerra… Encajaron 17 puntos en 24 minutos, hicieron 182 placajes (90% de acierto) y perdieron 21 balones, hay varios aspectos con mucho trabajo y ámbito de mejora por delante.

Con suspense, con sufrimiento (como corresponde a cualquier buen relato épico), lo consiguieron a costa de conceder el bonus defensivo a los ingleses en la última jugada.

Shaun Edwards, el nuevo y flamante entrenador de defensa de Francia.

La tensión se reflejaba en los gestos de Laurent Labit, Fabien Galthié, Shaun Ewards y Raphael Ibáñez; los jugadores sonreían y se abrazaban con William Servat al salir del terreno de juego… Del 24-0 habían pasado al 24-17 final y daba la sensación de que Francia estuviese logrando una victoria esperada durante siglos, cuando la realidad nos dice que hace menos de dos años se habían impuesto por 22-16 en el mismo escenario al conjunto dirigido por Mr. Jones.

Francia vivió, sobrevivió y ganó mostrando algunas señas de lo que se supone que va a ser su nueva identidad: rush defense, dominio de los puntos de encuentro, velocidad y destrezas en ataque… Es un buen comienzo (analizando los errores y tratando de subsanarlos) para el periplo que terminará en el Mundial 2023.

Owen Farrell, en un momento del encuentro de ayer en París.

¿E Inglaterra?

Eddie Jones hizo sus probaturas, no salieron bien las de puestos clave en el XV de la Rosa (y cualquier equipo) como son 5-6-8: Ewels no dominó las alturas, Lawes vio pasar a gente a toda velocidad a su alrededor y Curry se encontró desubicado al tener que ejercer de algo más que de francotirador. Tampoco Youngs-Ford-Farrell tuvieron un partido lucido ni lúcido. El juego de ataque inglés se basó en la fuerza y la línea recta, sólo Jonny May fue capaz de hacer la guerra por su cuenta y sacar réditos al apostar por la habilidad más que por la fuerza.

La gran ventaja de Eddie Jones es que lleva 4 años de trabajo adelantado respecto a Francia, puede desarrollar todas las variantes que considere oportunas a partir de una base perfectamente consolidada. La reacción del segundo tiempo le sirvió para mitigar el monumental enfado de los primeros 40 minutos. Sus declaraciones -en este caso- tuvieron el efecto contrario al previsto inicialmente.

Decíamos hace unos días que siempre hay que dar el beneficio de la duda, pero que también será necesario evitar las conclusiones precipitadas. Francia ha ganado un partido e Inglaterra ha perdido una prueba. El próximo fin de semana todo puede cambiar.

[Fotos: (c) Inpho / Six Nations Rugby].